En el aeropuerto.
Nolan levantó la vista hacia el cielo.
Estaba sombrío, casi a punto de llover.
Un clima tan sombrío podría fácilmente criar emociones negativas, especialmente para alguien como Nolan, cuya naturaleza se inclinaba hacia la oscuridad, y su sed de sangre y crueldad crecían sin control en su corazón.
Wen Heng estaba conmocionado por el aterrador aura que Nolan emitía, y suplicaba en su mente, «¿Qué es exactamente lo que quieres hacer? ¿Volverás al país M? ¿Vas a perturbar sus vidas? ¡Te lo ruego!»
Con una risa siniestra y ligeramente enferma, Nolan respondió, —No, no puedo hacer eso. Ahora estoy bastante interesado en mi pequeña hermanita menor. A menos que ella acepte volver al país M conmigo, no me iré.
—De lo contrario, tendré que quedarme aquí, esperando una oportunidad para llevármela. —dijo él.
Wen Heng habló con severidad, —¡Nolan, no tienes permiso para hacerle daño a mi pequeña hermanita menor!