Tao Sisi era solo su juguete, nunca destinada a ser vista por el público.
Él nunca había considerado el divorcio o casarse con Tao Sisi. Después de todo, tenía mucho dinero; ¿qué tenía de malo mantener una amante?
Sin embargo, ahora, su familia podría ser destruida a causa de su arrogancia e indiferencia. Se dio cuenta de que estaba entrando en pánico.
—Está bien, me voy ahora. Jefe, por favor no se enoje. ¡Me llevaré a Lele conmigo inmediatamente!
—Apúrate, no empacarás nada. Solo recoge a Lele y vete. Una vez que estés fuera, te enviaré el dinero.
—De acuerdo.
Tao Sisi respondió nerviosamente, y después de colgar el teléfono, su expresión permaneció calmada. Se sentó en la alfombra, inmóvil, y observó a su hija.
Cambió a un teléfono nuevo y llamó a un periodista de un periódico con un número anónimo.
—Hola, tengo un gran escándalo aquí involucrando a una familia adinerada. Es explosivo y seguro que generará mucha atención.
—Dime, ¿dónde?