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Las palabras de Nan Yan transmitieron una sensación de inquietud a los estudiantes de la clase.
—Les doy una última oportunidad. Quien haya sido, que dé un paso adelante. De lo contrario, aunque luego supliquen misericordia, no servirá —dijo Nan Yan, con una expresión fría y sus hermosos ojos desprendiendo un aura helada y desafiante.
A pesar de su tono lento y casual, intensificó la sensación de opresión.
—¡An Nanyan, te advierto, no te metas en problemas! —el delegado de la clase gritó de manera enérgica.
—¿Y si lo hago? —Nan Yan respondió. Al instante, levantó la pierna y pateó la mesa a su lado, lanzándola por los aires.
Sorprendida, Lu Rongrong, que estaba sentada detrás de la mesa, soltó un grito y se tapó las orejas.
La mesa se volcó, esparciendo su contenido por todo el suelo.
—Lu Rongrong, parece que la lección que te di la última vez no fue suficiente —Nan Yan agarró a Lu Rongrong por el cuello y la levantó—. ¿Buscas vengarte de mí? ¿Eh?