Había una razón por la cual Kong Lu nunca la había visto así antes. En el pasado, cada vez que Kong Lu regresaba a casa, la Vieja Dama Kong sujetaba la oreja de Kong Li y le decía 800 veces lo que debería y no debería hacer, para que no mostrara su verdadera naturaleza frente a Kong Lu.
Hoy, después de que Kong Li se metiera en problemas y sin la Vieja Dama Kong cerca para aconsejarla, había olvidado hace tiempo estos recordatorios y simplemente trataba a Xia He de su manera habitual.
—No tomó la iniciativa de devolver las joyas. Qiao Mei vino a casa y personalmente se las quitó del cuerpo. Ya no pienso recuperar el dinero. Lo considero un regalo de primer encuentro para mi cuñada —dijo Xia He mientras miraba a Kong Lu.