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Qiao Mei no se atrevía a hablar y no había nada que Xia Fang pudiera hacer al respecto. Suspiró y acarició la cabeza de Qiao Mei.
—No tengamos una próxima vez, ¿de acuerdo? —dijo Xia Fang.
—Sí, lo sé. ¡Definitivamente no habrá una próxima vez! —Qiao Mei asintió rápidamente.
Al ver que Qiao Mei realmente era consciente de su error, Xia Fang ya no mantuvo una cara seria y sonrió levemente.
—Tía, hoy compré muchas cosas bonitas. Esto es para ti —dijo Qiao Mei mientras sacaba la caja exquisita de su bolsa y la colocaba frente a Xia Fang.
Xia Fang miró la caja con curiosidad, preguntándose qué había dentro.
—Ábrela y mira, tía —dijo Qiao Mei emocionada.
Xia Fang abrió cuidadosamente la caja y vio un conjunto de joyería delicada en su interior. Fue una gran sorpresa para ella.
—¡Ah! —exclamó Xia Fang asombrada.
Acarició suavemente la joyería. Cada pieza era un tesoro meticulosamente elaborado y lo hizo con cariño.