El zumbido de los monitores y el parpadeo de luces de neón llenaban la habitación. James Kearney, un ingeniero genético del año 2250, ajustaba con destreza los controles de su consola. La tecnología de su época era tan avanzada que permitía manipulaciones precisas en la estructura genética humana, un área en la que James se destacaba. Sin embargo, esa noche, algo fuera de lo común estaba a punto de suceder.
El laboratorio estaba sumido en un silencio inquietante, siendo roto solo por el suave pitido de las máquinas. James, absorto en su trabajo, apenas notó la primera señal de peligro: una fluctuación en las luces.
Ignorándolo como un fallo menor, siguió trabajando, pero entonces el aire se volvió pesado y cargado de electricidad. Fue entonces cuando lo sintió. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, una sensación de ser observado.
Volteó lentamente, y sus ojos se encontraron con una figura alta y esbelta en la penumbra del laboratorio. Era un alienígena, de piel gris y ojos grandes y negros que parecían absorber la luz. James retrocedió, con su corazón latiendo con fuerza. La criatura extendió una mano esquelética y antes de que pudiera reaccionar, un rayo de luz emanó de su palma, envolviéndolo en una energía cegadora.
James gritó, pero su voz se perdió en el vacío. Todo se volvió negro.
Despertó en un callejón oscuro y húmedo, el sonido distante del tráfico y la música de los años 80 llenaban el aire. Confundido y aturdido, James se levantó lentamente. La ropa que llevaba, moderna y ajustada, estaba fuera de lugar en este entorno. A su alrededor, los edificios tenían un aspecto anticuado, con neones parpadeantes y grafitis en las paredes. Había sido transportado al pasado, a 1980.
Mientras trataba de orientarse, una sensación de peligro inminente lo sacudió. Era como si algo, o alguien, lo estuviera cazando. Sabía que no podía quedarse allí por mucho tiempo. Empezó a caminar,con sus pasos resonando en el empedrado del callejón.
Apenas había salido del callejón cuando sintió una presencia detrás de él. Giró la cabeza rápidamente, pero no vio nada fuera de lo común. Sin embargo, la sensación persistía. Aceleró el paso, con sus ojos escudriñando cada sombra. La ciudad de 1980 era un lugar extraño y desconocido para él. La moda, los vehículos, incluso el aire, todo le parecía irreal.
A medida que avanzaba, las calles se hacían más oscuras y menos transitadas. La inquietud se transformó en terror cuando escuchó pasos apresurados detrás de él.
Movio la cabeza y vio una figura oscura, indistinguible en la penumbra, siguiéndolo. Aceleró aún más, sintiendo el pánico apoderarse de él.
Doblando una esquina, entró en un edificio abandonado, esperando encontrar refugio. El lugar estaba en ruinas, con ventanas rotas y escombros por todas partes. Subió las escaleras de metal, el sonido metálico resonando a través del edificio. Encontró una habitación al final del pasillo y se escondió detrás de una puerta rota, tratando de controlar su respiración.
Los pasos se acercaron, lentos y deliberados. La figura se detuvo frente a la puerta. James podía ver la sombra a través de la rendija. Contuvo la respiración, con su corazón latiendo desbocado. La puerta crujió al abrirse lentamente, y la figura oscura se deslizó dentro de la habitación. La tenue luz de la luna reveló un rostro pálido y sin rasgos definidos, como una máscara blanca.
James no pudo moverse, paralizado por el miedo. La figura avanzó hacia él, con sus movimientos fluidos y siniestros. En ese momento, una chispa de desesperación lo hizo reaccionar. Agarró un tubo de metal del suelo y lo blandió con fuerza. La figura se detuvo, pero no retrocedió. Con un grito de rabia y terror, James atacó.
El golpe atravesó el aire, pero la figura se desvaneció como humo antes de que el tubo pudiera hacer contacto. James cayó al suelo, jadeando. La figura reapareció a unos metros de distancia, sus ojos estaban brillando con una luz antinatural.
"¿Qué quieres de mí?" gritó James, con su voz resonando en la habitación vacía.
La figura no respondió, pero una risa baja y gutural llenó el aire. Entonces, tan repentinamente como había aparecido, se desvaneció, dejando a James solo en la oscuridad.
James se quedó allí, temblando. Sabía que esa cosa volvería, que lo estaba cazando. No entendía por qué lo habían enviado a este tiempo, ni qué papel jugaba la entidad oscura en todo esto. Pero una cosa era segura debía encontrar la forma de regresar a su tiempo y detener a la criatura antes de que fuera demasiado tarde.
Se levantó, con su mente trabajando frenéticamente. Debía encontrar respuestas, y sabía que el tiempo no estaba de su lado. Miró por la ventana rota, viendo las luces de la ciudad extendiéndose ante él. La caza había comenzado, y James sabía que solo era el comienzo de una pesadilla que podría costarle la vida.
Salió del edificio, decidido a luchar. La entidad podía esconderse en las sombras, pero él no estaba dispuesto a rendirse.
Fin del capítulo.