**¿Qué es este aroma? Es un olor muy dulce, pero a la vez ardiente, o quizás la palabra correcta sea "atractivo".**
Lucsus se despertó mientras un rostro se dibujaba ante sus ojos. Era una figura que le causaba más que contento al verla.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Angie. —Además de contento —añadió con un toque de picardía.
Lucsus evaluó todo su cuerpo y rápidamente se dio cuenta de que su miembro viril estaba algo asomado. Se tapó rápidamente con la sábana, ya que estaba en una cama y a su lado Angie, con el mismo vestido blanco pegado y abierto.
Angie se rió mucho. —¿Con quién estabas soñando? ¿Acaso fue conmigo?
Lucsus, un poco más calmado, rió y dijo: —¿Y si así fuera? ¿Eso te agradaría?
Angie no respondió. En su lugar, abrió su abanico para tapar el rubor en sus mejillas, pero el rubor de sus orejas no pudo esconderse.
—Parece que eres muy directo —dijo.
—Haaaa...
*Para qué aparentar ser lujuriosa si no estás dispuesta a seguir*, pensó Lucsus, preguntándose a sí mismo. *Y para colmo, las mujeres así son las que más llaman mi atención.*
Cambiando de tema, preguntó: —¿Qué pasó mientras estuve ausente? ¿Y dónde estamos?
Angie comenzó a volver a su color blanco jade original y luego dijo: —Te explico. Todos están muertos, con excepción de uno de los dos primeros sujetos que nos atacaron. Para ser exactos, el que atacó a tu amigo. A mi ex esposo lo dejé a su suerte con una herida en cada pierna, y a mi sobrina, justo como me pediste que viviera, la tengo encadenada en la otra habitación.
Lucsus la interrumpió: —¿Por qué dejaste vivir a uno de esos dos sujetos? ¿Y estás bien con lo de tu esposo? —preguntó con un toque de compasión.
Angie entrecerró los ojos, y en su mirada se podía notar melancolía.
—No puedo decirte que no me esté doliendo la traición de él, pero sé que la superare —dijo. Luego, en su mente, añadió: *Si estoy contigo.*
Después, se echó aire con su abanico y continuó: —En cuanto al otro sujeto, ya no tenía estómago para matarlo. Además, se necesita alguien que informe lo que sucede si envían a más cazarecompensas. En cuanto a tu amigo, se recuperó y se marchó. Se llevó un 5% del dinero, lo cual me impactó.
—Se llevó muy poco —dijo Lucsus.
—A mí también me pareció, pero insistió en decir que más bien se estaba quedando con dinero que no le correspondía. Así que se marchó y me dijo que cuando despertaras te diera un mensaje.
Angie se paró de la cama y dijo: —Gracias por todo hasta ahora, Lucsus. Trataré de ser un mejor hombre, no obstante, aún no estoy preparado para ir al Reino Esquizo. Me encargaré de unos asuntos y me fortaleceré para encontrarnos de nuevo y ser de ayuda.
Lucsus sintió, por primera vez, que Shinyi era realmente una buena amistad, en el sentido de lealtad y reciprocidad.
—Me habría gustado despedirme de él —dijo a Angie.
Ella sonrió. —Lo sé. Él también dijo lo mismo. Dijo que eres su primer amigo y que lamenta que el tiempo los separe. Pero no fue sino hasta que te curaste que pude movilizar tu cuerpo. Shinyi estuvo diez días cerca del lugar de la batalla de nosotros haciendo guardia para protegerte de los posibles ataques.
—¿Qué? ¿Cuánto tiempo estuve ausente?
—Alrededor de un mes, y Shinyi se fue hace quince días.
Lucsus quedó asombrado.
—Por tu expresión, parece que no me crees —dijo Angie.
—¿Tanto tardó mi cuerpo en sanar? —preguntó Lucsus.
—¿Tu cuerpo? —repitió Angie. —Te sané con un láser médico que compré, pero parece que la parte más dañada fue tu cerebro, y el láser no cura ni el cerebro ni el corazón. Eso hizo que me preocupara, pero al hablar contigo me doy cuenta de que estás bien. Imagino que debes de tener un arte mental, ¿no? Para que se pueda reconstruir tu cognición.
Lucsus quedó maravillado por la conclusión de Angie.
—Así es, mi arte es de cognición y espiritual.
—Lo sabía —dijo Angie—. Pero hay algo que noté: tus venas no están activas. Estamos cerca del Reino Esquizo. Allí hay tres personas capaces de despertar venas: la Reina Esquizo, el Overlord y la líder del cuerpo de los mejores cultivadores del Reino Esquizo. Los primeros dos es casi imposible siquiera hablar con ellos, pero la tercera es posible pedir una audiencia. Aunque tarde en responder, es probable. Mientras tanto, podemos unirnos al cuerpo de paladines para fortalecernos físicamente y también generar ingresos. ¿Qué te parece?
A Lucsus le gustó la idea, así que aceptó muy gustoso.
—Entonces, ya está listo. Mañana por la noche llegaremos a la frontera si salimos hoy en la tarde. Mientras tanto, espera aquí unos minutos y te traeré la comida.
Al salir, una voz seductora salió del lado de Lucsus. Esta mujer, mitad zorra, se acostó en el pecho de Lucsus.
—¿Kana'a? ¿Por qué no habías aparecido antes? Me asustaste.
Ella sonrió y dijo: —Es que si me alejo un poco y luego regreso, puedo sentirte por unos segundos. ¿Recuerdas aquella vez que te abracé cuando nos conocimos en este infinito?
—Mmm... Ahora que lo mencionas, es verdad. Incluso ahora siento tu fragancia tan dulce y tu fertilidad.
Lucsus lo dijo en voz alta, por lo que Kana'a se sonrojó y se acurrucó en el pecho de su señor.
—Si me pudieras tocar, ¿qué harías conmigo? —preguntó Kana'a, muy avergonzada.
Lucsus no respondió, pero por otro lado, su compañero se endureció. Kana'a lo notó e intentó tocarlo, pero Lucsus solo sintió un leve toque. No obstante, viniendo de la mitad zorra, esto lo calentó mucho.
Después, Kana'a retrocedió por la vergüenza e intentó darle un beso a Lucsus en la boca. Este fue interrumpido por Angie, quien lo primero que vio al entrar fue nuevamente el miembro viril asomándose de Lucsus.
Angie se enrojeció y, de tanta vergüenza, dijo: —Si tantas ganas tienes, entonces deja salir todo eso.
Mientras decía esto, le lanzó el abanico cerrado sutilmente, golpeando el miembro viril de Lucsus, haciendo que este se retorciera fuertemente. Luego, con la otra mano, tenía la bandeja de la comida. La colocó cerca de él en la cama y continuó diciendo: —Ahora deja que te toque la herida para calmar tu dolor.
Lucsus, aún con dolor, pudo escuchar su voz juguetona. No obstante, quitó las manos y aún seguía duro. Angie había pensado que con eso se había calmado, pero al ver que seguía así, se sonrojó y quitó la cara.
—Ya es suficiente. Parece que eres más rudo de lo que pensé. Me voy. Cómete todo, por favor —dijo mientras se retiraba lentamente.
Y alcanzó a escuchar la risa de Lucsus.