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My 100 Lives - Español

Sebastian_Cordoba
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Synopsis
Tras casarse y quedarse su mujer embarazada, es atropellado por un camión mientras intenta salvar a una niña. Cuando vuelve a abrir los ojos, descubre que ha renacido en un cuerpo diferente. Decide aprovechar al máximo la oportunidad que se le ha brindado y vive esta nueva vida al máximo. Sin embargo, renace una y otra vez, hasta que se encuentra con un supuesto dios que le dice que debe vivir 100 vidas para cumplir el propósito que se le ha encomendado.
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Chapter 1 - Otro mundo

Tres personas se encontraban en la habitación cuando abrí los ojos. Me costó un poco distinguir sus rasgos, ya que no podía ver con claridad. Luego de un rato, pude identificar con certeza estas tres figuras misteriosas. Eran dos mujeres y un hombre. Los tres sonreían con un gran brillo en sus ojos mientras me miraban, parecían felices. Intercambiaban palabras entre ellos. Palabras que yo no lograba comprender. Lo que era sumamente extraño, ya que yo conocía prácticamente todos los idiomas del mundo, desde los más antiguos, hasta los más nuevos y complejos.

Me encontraba en una habitación cuyo suelo y techo estaban hechos de madera, y sus paredes, por el contrario, de piedra, afianzadas por grandes tablones que aseguraban que la estructura no se viniese abajo. El entorno estaba iluminado por unas velas, y por la luz del sol que se asomaba por una ventana. Por otra parte, los ropajes de los desconocidos eran simples, pero bien confeccionados. Por el lugar en el que me encontraba y por la vestimenta que llevaban puesta, deduje que no me encontraba en un mundo moderno, sino que más bien me encontraba en uno medieval y sin avanzadas tecnologías.

Había vivido un par de veces en este tipo de mundos, así que no me supondría un gran problema adaptarme. Si bien podía ser un poco angustiante vivir sin las comodidades de los nuevos electrodomésticos, una vez que uno se acostumbraba, no estaba tan mal. Esta clase de universos tenían sus propias ventajas.

… 

Pasaron 6 meses, y ya comenzaba a comprender un poco más el idioma. Era uno muy interesante debía decir. ¿A qué mundo me habrá enviado este loco dios esta vez?

Las tres personas que se encontraban en mi nacimiento eran, por decir así, mis padres. Así es, los tres.

Aquella mujer que me dio a luz se llamaba Catelyn. Su cabello era de color azul y solía estar algo desaliñado. Me preguntaba cómo obtuvo ese tono de color su pelo. No era algo natural, no sabía cómo pero se lo debía de haber teñido. Si no era el caso, no tenía ni la menor idea de cómo era eso posible. A su vez, sobresalía un pequeño lunar de la parte inferior izquierda de su labio, y su cuerpo estaba bien definido, por lo que debía de hacer bastante ejercicio.

Mi padre se llamaba Poe Tresselyan. Su cabello era de color castaño y algo corto. Era alguien robusto y de buen físico. Muchos desearían tener su misma complexión. Siempre hacía caras extrañas cuando me veía. Debía de querer hacerme reír ya que, técnicamente, era un bebé. A veces me daba algo de lástima, pero se notaba que era un buen sujeto.

Por último, la segunda mujer que se encontraba cuando nací se llamaba Alice, y parecía que era la segunda esposa de mi padre. Su pelo era rubio y sus ojos celestes, por no mencionar su figura, que enaltecía todos los rasgos femeninos. Era el estereotipo de perfección para muchos. No me sorprendía que a Poe le gustase. Sumado a esto, era una persona tranquila y algo tímida, pero bastante bondadosa y atenta a los detalles. Cada vez que le tocaba cuidarme, lo hacía con sumo cuidado.

Por otra parte, resultaba ser que ambas eran hermanas. Algo muy extraño a mi parecer. Pero bueno, si eran capaces de vivir con eso, quién era yo para juzgar. No sabía mucho sobre su pasado, solo que los tres huyeron de donde vivían para formar una familia juntos, lejos de allí. De vez en cuando lo solían decir en voz alta y se reían de aquello. Qué trío de raros. Aunque, cuando se terminaban de reír, sus caras solían tornarse algo serias. A pesar de que sonreían, debía de ser algo duro de recordar para ellos.

También cabía recalcar que… eran muy ruidosos en las noches. Dios mío, sí que son activos. ¿Que no saben que un bebé debe dormir bien? Así no puedo aclarar mis ideas y planear mi vida. Ya tienen un hijo, esperen un poco para el segundo.

… 

Pasó un año desde mi nacimiento y ya me podía mover con más facilidad, gracias a que mis capacidades motrices se habían podido desarrollar, aunque sea un poco. Esto me permitía observar mi entorno con claridad y entenderlo.

Cada vez que no me prestasen atención, huiría para observar la casa. Esta era de un tamaño bastante considerable. Déjenme les doy un recorrido.

Primera parada, el comedor. Este se encontraba en la planta baja, cerca de la puerta de entrada. Tenía una mesa grande en el centro, a modo de que pudiesen unirse más personas a las comidas cuando fuese necesario. Tal vez tenía ese tamaño porque ya tenían en mente formar una gran familia. Eso explicaría la actividad nocturna.

Junto al comedor se encontraba la cocina. En esta había estantes y lugares de almacenamiento, ya sea de comida o utensilios, y una gran mesada para preparar la comida con tranquilidad. Al no haber un avance tecnológico exponencial, uno esperaría que cocinasen en el suelo, como con una fogata. Sin embargo, esto no era así, y preparaban todo en lo que parecía un horno moderno.

Por último, se podía acceder a la sala de estar. Este era un pequeño espacio para relajarse, donde había unos sillones acomodados alrededor de una chimenea.

Siguiente parada, el segundo piso. Así es, como había dicho, era una casa grande. Esta planta consistía de un pasillo donde se distribuían tres habitaciones. La primera de ellas se encontraba al fondo y era la principal, donde se alojaban mis actuales padres. A los costados del corredor, estaban los otros cuartos. Uno de ellos me pertenecía a mí, y la última era un cuarto dedicado al almacenamiento de objetos y libros.

Por último, la casa tenía un jardín en sus alrededores. No había ido muchas veces ahí ya que no me sacaban mucho, y no podía acceder a este por mi cuenta ya que no alcanzaba la perilla de la puerta.

Como sea, algo que me había estado dando intriga era que algunos elementos, como el agua y el fuego, salían de la nada misma. Por ejemplo, como había mencionado, cuando iban a cocinar algo, no lo hacían de la manera tradicional. No tenía idea de cómo lo lograban, pero generaban de la nada misma una llama de fuego continua.

Si quería aumentar mis probabilidades de sobrevivir y de adaptarme a este mundo, debía averiguar de qué se trataba. Podía estar ante algo que nunca antes había visto.

Así que eso hice. Estaba al cargo de Alice, quien era técnicamente mi tía, pero siempre me la nombraban como si fuese mi "otra madre", así que a ese término me abstuve. Mientras tanto, Poe y Catelyn se encontraban en el jardín, bajo el pretexto de que iban a entrenar. Vaya uno a saber qué estarían haciendo.

—Ahora vuelvo, cariño. Espérame aquí un segundito, ¿sí?

Alice fue un momento al baño, así que aproveché la oportunidad para investigar. Con el objetivo de saciar mi mayor intriga, acerqué lo más posible a la mesa donde cocinaban una caja de madera, que se encontraba en las cercanías. Una vez establecida, me subí a ella y trepé la mesa como pude.

Fue agotador alcanzar la cima. Hacer todo eso con tan solo un año era complicado. Mi cuerpo aún no estaba lo suficientemente desarrollado, así que cada pequeño movimiento requería una alta cantidad de energía.

Estando arriba de esta, observé hacia todos lados para buscar la causa de la misteriosa ignición espontánea y continúa. No pude ver nada notorio. Logré contemplar un pequeño hueco donde colocaban la olla o la sartén. Me acerqué para analizarlo mejor. Conseguí distinguir que había unos símbolos dibujados en él. No los entendía, pero ahí estaban.

Debe haber algo más. No hay explicación del por qué pueden hacer lo que hacen. Seguí mirando a mí alrededor, en busca de algo más.

Al costado del agujero se asomaba un pequeño palo, como si fuera una palanca. Así que, por curiosidad, tiré de este y del primer hueco se asomó una piedra brillante. A continuación, se iluminaron los símbolos, y de la nada misma surgió una pequeña llama.

Whoa. Me sobresalté y el peso de mi cuerpo hizo que me cayese sobre mis espaldas. 

—Waaah, Al. ¿Estás bien?

Ups, parecía ser que mi "otra madre" había regresado. Tenía un rostro preocupado, y su tono de voz era algo alarmado. 

—Alister, Alister. ¿Estás bien? ¿Cómo has llegado hasta aquí?

Así es, en este mundo se me había dado el nombre de Alister Tresselyan. Era algo particular, pero no me disgustaba en absoluto. Me habían dado nombres peores.

—¡Tu dedo, te quemaste!

Miré mis manos. Era cierto, me había quemado un poco el dedo índice. No era nada muy preocupante. En el pasado, había recibido heridas mucho peores. Aunque, al mirarla a ella, se podía ver claramente que no opinaba lo mismo. Se la notaba ansiosa y angustiada.

—Ay, mi hermana me va a matar si te ve así. ¿Qué hago? ¿Qué hago?

Movía sus manos de un lado a otro con gran velocidad, como tratando de encontrar la respuesta de alguna manera. Luego llevó su mano derecho a su mentón y cerró los ojos, poniendo una cara pensativa. Luego de unos pocos segundos, su expresión cambió rotundamente y exclamó:

—¡Ya sé! ¡Te haré un hechizo de sanación!

¿Huh? ¿De qué está hablando? ¿Acaso se volvió loca? ¿Tanta reflexión para llegar a esa conclusión?

Luz de la vida, sana y consuela, lleva la cura y el dolor… —Mientras pensaba eso, ella ya había puesto una mano sobre mi cabeza y comenzado a decir unas palabras.

Sí, se había vuelto loca. O tal vez era uno de esos rituales que se solían hacer a los niños para que se sintiesen mejor, como el "sana sana". No importaba el espacio-tiempo en el que me encontrase, siempre existían ese tipo de cosas, así que de eso se debía tratar. Aunque nunca había escuchado la que estaba recitando.

—… Ahora elimina cicatrices y heridas, lleva el cuerpo a la luz de la salud… ¡Sanación!

A pesar de todos los pensamientos que rondaban mi mente, cuando terminó de hablar, una luz verde empezó a emanar de su mano y, poco a poco, mi quemadura fue desapareciendo.

—Listo, ahora deberías estar mejor. —Ahora su rostro tenía una sonrisa, y la preocupación que antes se encontraba en ella se desvaneció.

Yo no sabía qué pensar. Mis ojos estaban abiertos de par en par y mi mente confusa por lo que acababa de ocurrir. Había visto muchas cosas a lo largo de toda mi existencia, pero nunca algo como esto.

Con decir unas cuantas palabras me curó la quemadura. ¡Bruja! Eso debía ser, una bruja. No había otra explicación. Ten cuidado, Alice, puede que te busquen para quemarte si alguien se entera de esto. He visto que se lo hacían a muchas personas por simples especulaciones, no me quiero imaginar lo que te harían a ti.

—¿Qué te parece si vamos afuera a ver a tus padres entrenar? Seguro que eso te animará y te hará olvidarte este asunto.

¿Eh? No, no gracias. No quiero verlos hacer sus "cosas". Ya los escucho mucho por las noches, a ti incluida, con eso tengo más que suficiente. Además, ahora mismo estoy pensando en lo que acaba de pasar, no me cambies de tema. 

Sin embargo, como no era capaz de comunicarme todavía, me agarró en sus brazos y me llevó hacia el jardín. ¡Ahhh, ya déjame bruja! ¡No quiero verlos, me niego! Enséñame lo que acabas de hacer. Por más que tratase de forcejear, no pude obtener ningún resultado.

Cuando atravesamos la puerta, no me encontré con ninguna situación que me había imaginado. Por el contrario, estaba frente a un escenario que jamás hubiera previsto.

Un estruendoso choque de espadas de madera llenó el aire. Poe y Catelyn se enfrentaban en un duelo feroz, sus movimientos eran un torbellino de destreza y precisión. Cada golpe era devuelto con una elegancia casi imposible. Cada minúsculo movimiento que realizaban desafiaba toda lógica.

Jamás había presenciado algo semejante. La velocidad con la que se movían escapaba a mi comprensión, sus cuerpos reaccionaban con una sincronía inhumana. Yo conocía la esgrima, la entendía, la dominaba, pero esto… esto era otra cosa. Sus ataques eran fluidos, sus defensas impecables. No era solo habilidad, era como si desafiaran las reglas mismas del combate. En mi vida había visto a alguien moverse de dicha manera.

Cada choque de madera resonaba con un eco vibrante, como si el propio aire se estremeciera ante la intensidad del duelo. Mis ojos intentaban seguir la acción, pero apenas alcanzaban a captar el fulgor de los movimientos. ¿Cómo era posible? ¿Qué clase de técnica utilizaban?

Y entonces, en un instante que pareció eterno, ambos lanzaron el último golpe. Sus espadas se detuvieron a un suspiro de la piel del otro, inmóviles, perfectas. Un empate.

Contuve la respiración.

No podía creer lo que acababa de presenciar.

Cuando se reincorporaron, se percataron de nuestra presencia y se nos acercaron. El sudor cubría sus rostros, goteando sobre sus ropas como testigo del esfuerzo descomunal que habían desplegado. No era para menos, después de semejante demostración.

—Hola, Al. ¿Qué te pareció nuestra pelea? —preguntó mi madre con un brillo de orgullo en los ojos—. Mamá y papá son fuertes, ¿verdad?

Había en su voz una confianza natural, la seguridad de quien conoce su poder y disfruta mostrándolo. Y no la culpaba. Lo que acababa de ver era más que una simple exhibición: era el reflejo de una maestría que desafiaba todo lo que creía posible.

Acto seguido, Poe se me acercó y comenzó a hacer muecas ridículas frente a mí.

—¿Quiénes son fuertes? Sí, tus papis lo son.

Ya déjame. Soy muy grande como para sufrir este tipo de humillaciones.

… 

Luego de quedarme reflexionando lo ocurrido ese día, llegué a una conclusión y comprendí exactamente por qué quiso darme una advertencia White. Este mundo era algo completamente desconocido para mí, uno que sobrepasaba las leyes de mi imaginación y la lógica. Si quería sobrevivir y adaptarme, iba a tener que esforzarme más de lo que ya había hecho.

De todo esto que había presenciado, solo se me ocurría una cosa. Me hallaba en un mundo donde la espada y la magia coexistían, donde la destreza física alcanzaba niveles que bordeaban lo irreal. Aquí, la ficción no era un mero concepto; era la esencia misma de la existencia. Básicamente, me hallaba en un mundo de fantasía. ¿Qué me depararía el futuro en esta nueva vida?

Estabilidad mental: 20%