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Chapter 18 - La playa (Parte 3)

— Kate, aquí estás ¿Quieres bailar? — Pregunta Shawn poniéndose en medio.

— Sí, me gustaría.

Shawn me toma por la cintura para pegarme a él, pareciera que no tiene dotes para el baile a simple vista, pero sabe perfectamente lo que está haciendo. La salsa es uno de los bailes más sensuales y candentes, él me guía con mucha naturalidad para seguir el ritmo, contoneo mis caderas provocativamente para continuar con el juego de la seducción, Shawn me da una vuelta, se aleja brevemente de mi para luego enrollarme en sus brazos, bailo un momento dándole la espalda, el recorre ambos flancos de mi abdomen con sus manos, ejerciendo presión de vez en cuando reprimiendo su deseo de desnudarme allí mismo. Al darme la vuelta él se detiene un segundo para mirarme fijamente a los ojos.

— No quiero que lo tomes a mal, pero estoy muriendo por besarte.

— Entonces hazlo. — Susurro en su oído.

— Por más que quiera prefiero no hacerlo, no quiero que despiertes mañana arrepintiéndote de lo que haya pasado mientras estabas ebria.

— Yo no me arrepentiría, pero respeto esa decisión, eres muy dulce y agradezco el gesto. — Le doy un beso en la mejilla.

— Oye Shawn te estamos esperando para jugar flip cup.

— Que inoportuno, lo siento ¿Vienes a jugar?

— Estoy un poco cansada, creo que iré adentro a descansar un poco del baile y la música.

— Nos vemos luego. — Besa mi mano antes de irse.

Me abro paso entre todas las personas hacia el interior de la casa, adentro por fortuna no hay tantas personas, tan solo hay varios grupos de personas reunidas hablando o jugando. Jen y Marie están sentadas en un sofá jugando con algunas otras personas lo que parece verdad o reto.

— ¡Oye Kate ven aquí, juega con nosotros! — Grita Marie.

— ¿Verdad o reto? — Pregunto.

— Es una mezcla entre verdad o reto y yo nunca nunca. — Aclara Jen.

— Bueno, juego si me explican. — Me siento junto a ellas.

Kane también se sienta con nosotros, hace que otro chico se mueva para quedarse justo en el otro extremo frente a mí.

— ¿Qué no dijiste que no querías jugar? — Pregunta una chica de cabello negro cruzada de brazos.

— Cambié de opinión ¿Tienes algún problema? — Lo observa con una mirada fija y seria.

— Vamos a girar la botella, la persona que señale la boquilla dirá yo nunca nunca y algo que crea que todos hecho, si todos levantan la mano esa persona vuelve a girar la botella y juega verdad o reto con quien señale la botella, si algunos no levantan la mano, el que dijo yo nunca nunca tendrá que decidir si quiere verdad o reto ¿Tiene sentido?

— Sí, creo que entiendo.

— Mientras jugamos vas a entender mejor. — Concluye otro chico.

— Está bien ¿De quién era el turno?

— Creo que le tocaba a Marie. — Aclara Jen.

— Bien, yo nunca nunca he bebido antes de cumplir la mayoría de edad.

Todos en el círculo levantamos la mano, Marie ríe triunfante porque sabe que ganó, gira la botella para ver a quien le toca decidir por verdad o reto, la botella se detiene en un chico bajo, de anteojos.

— Quiero... Verdad. — Responde luego de reflexionar un momento.

— ¿Has probado alguna droga?

— Sí, solo la marihuana, sufro de ansiedad y eso me ayuda.

— ¿Quién lo diría? No pareces alguien que usa drogas. — Dice el chico junto a él.

— Bien, te toca girar la botella.

La botella gira y gira hasta detenerse en la chica de cabello negro.

— A ver. — Medita antes de continuar. — Yo nunca nunca he perdido mi virginidad.

Todos levantan la mano menos yo, me quedo incómodamente con la mano abajo intentando evitar cualquier contacto visual. No sé cómo sentirme, ¿Bien por qué aun soy virgen o mal por ser la única que lo es? ¿Por qué todos me ven con esa mirada de sorpresa? No puedo creer que sea tan difícil creer que alguien no ha querido perder su virginidad aún.

— Bueno, creo que te toca decidir ¿Verdad o reto? — Jen rompe el hielo.

— Reto. — Responde la pelinegra un poco molesta.

— Supongo que Kate debería ser quien ponga el reto. — Propone el chico de lentes.

— Te daré a escoger dos opciones, puedes comer un ajo crudo o escribirle a la persona que te gusta que lo invitas a salir. — Por el exceso de alcohol pienso en puras boberías.

— No pienso comer un ajo. — Se cruza de brazos.

— Bueno, entonces sabes que debes hacer. — Dice la chica junto a ella.

— Bien le enviaré un mensaje.

Toma su celular, abre la aplicación de mensajes para buscar el contacto, escribe durante unos segundos, revisa el mensaje una segunda vez antes de enviar el mensaje. El celular de Kane suena anunciando una nueva notificación, él revisa el mensaje y sin responder guarda el celular de vuelta en su bolsillo. Todos nos miramos porque entendemos lo que está sucediendo, pero nadie quiere opinar nada al respecto, es incómodo.

— Es el turno de Inés. — Jen rompe la tensión.

La pelinegra de mala gana gira la botella. Esta termina señalando a Jen.

— Yo nunca nunca he jugado a yo nunca. — Ni siquiera lo piensa, solo lo dice en automático.

— Eso es trampa. — Digo levantando la mano al igual que el resto de los participantes.

— No pusimos reglas. — Se excusa.

Jen gira la botella, pícaramente sonríe cuando se da cuenta de que la boquilla se detuvo frente a Kane.

— Bueno señor "no voy a jugar juegos tontos" ¿Verdad o reto? — Pregunta Jen en tono burlón.

— Reto. — Responde con un rostro inexpresivo.

— Te reto a pasar siete minutos en el cielo con Kate.

— ¿Por qué yo? — Protesto.

— Al unirte al juego aceptaste las consecuencias. — Se encoge de hombros.

— Yo opino que hay que girar nuevamente la botella para escoger a quien le toca pasar los siete minutos en el cielo con Kane. — Se opone la pelinegra.

— Que aburridos son. — Jen rueda los ojos.

— Supongo que si es más justo que giren la botella. — Concuerda la amiga.

— Ya qué. — Jen gira la botella con todas sus fuerzas.

Vemos a la botella dar una vuelta tras otra, la tensión que se crea solo al esperar a ver dónde para la boquilla es impresionante, nadie más que la pelinegra está deseando con todas sus fuerzas ser ella a quien le toque cumplir el reto con Kane, es como si estuviera a punto de ganar la lotería o una rifa. Incluso yo estoy deseando que le toque a ella para sacarla de esté sufrimiento.

Lentamente la botella deja de girar y para la sorpresa de nadie excepto de la pelinegra la boquilla me señala a mí. Me quedo boquiabierta observando la botella y luego a Kane quien ya me estaba mirando.

— ¡Ja! Es el destino. — Celebra Jen triunfante.

— Bueno, creo que pueden entrar al cuarto de servicio. — Sugiere Marie. — Primero que nada, quiero que me den sus celulares, segundo solo tienen siete minutos y tercero pueden hacer lo que quieran media vez sea de mutuo acuerdo, cuarto y última regla, lo que pase adentro, se queda adentro, no pueden comentar absolutamente nada de lo que pasó o no pasó. ¿Entendido?

— Sí. — Decimos al mismo tiempo.

— Sus celulares. — Jen nos los quita mientras ríe discretamente al saber que logró su cometido.

Respiro profundamente antes de levantarme, el alcohol en mi cuerpo aun me hace sentir muy segura de mí misma, me da valor para hacer cosas que sobria ni siquiera pensaría en hacer.

— Tu primero.

Kane abre la puerta del cuarto de servicio para dejarme entrar primero, antes de que entre Kane Jen mete una vela que será la única luz que tendremos. Al estar solos y con la puerta cerrada escuchamos desde afuera cuando gritan que el tiempo ha iniciado.

— Aprovechando que estamos solos, quiero agradecerte por salvarme la vida.

— Si, bueno. Ya se te está haciendo una mala costumbre que tenga que ayudarte o salvarte. — Se cruza de brazos.

— ¿En serio siempre tienes que ser tan testarudo? Solo estaba diciendo gracias. — Frunzo el ceño.

— ¿Y tú siempre tienes que ser tan torpe? — Dice en tono burlón.

— ¿Sabes qué? Olvida que siquiera dije gracias, tú no fuiste quien me sacó del mar.

— Si no hubieras estado haciendo tonterías con Denver no habrías caído al mar para empezar.

— Eres un idiota Kane, de verdad no te tolero.

— ¿Y crees que yo te tolero a ti?

— Si te caigo tan mal ¿Por qué no rechazaste el reto? — Ahora soy yo quien se cruza de brazos.

Kane se queda en silencio intentando evitar el contacto visual ¿Lo dejé sin palabras? Eso es nuevo.

— Cinco minutos. — Grita alguien desde afuera.

— Cinco minutos, ni que ocho cuartos. Yo me voy, eres un completo tonto.

Me abro paso para llegar a la puerta, cuando estoy a punto de tocar el picaporte, Kane toma mi otra mano para girarme y llevarme hasta él.

— El tiempo no se ha acabado, es contra las reglas salir antes. — Puedo sentir su aliento en mi rostro, él también estuvo bebiendo mucho, eso puedo asegurarlo.

— ¿Podrías soltarme? — Digo un poco molesta.

— Dime que más piensas de mí ahora que me tienes de frente, vamos desahógate.

— Pienso que eres un niño al que tienen muy mimado, que cree que tiene la razón en todo, pero no es verdad, también a alguien que quiere controlar a todos a su antojo, pero adivina que, yo no pienso caer en tus juegos.

Kane simplemente me observa con el ceño fruncido, mira mis ojos y luego mis labios. A pesar de todo lo que dije ¿Está pensando en besarme?

— Tres minutos. — Vuelven a gritar afuera.

— Ahora responde tú ¿Por qué decidiste entrar a pesar de que no me toleras? — Decido confrontarlo.

Kane sigue callado sin decir nada, simplemente continúa mirándome a los ojos y luego a los labios, me da la sensación de que está decidiendo que hacer o que decir.

— ¿Ahora te quedas sin palabras? No hice una pregunta tan difícil ¿Tú me odias acaso? ¿Por qué siempre me tratas de esta forma? ¿Quién te crees que eres? Si no querías besarme no deberías haber entrado aquí ¿No crees?

Una de las manos de Kane recorre mi espalda hasta posarse sobre mi nuca, lentamente me lleva hasta él, mis piernas se sienten como gelatina al siquiera pensar que en serio va a besarme, mi corazón palpita tan rápido que siento que se me va a salir del pecho, siento un nudo en el estómago cuando nuestros labios se encuentran por primera vez, pequeños destellos eléctricos recorren mi cuerpo al profundizar un poco más el beso, ambos cerramos los ojos para dejarnos llevar por las sensaciones del momento. Sus labios saben a whisky, los míos seguramente a vodka, aquel beso es suave al principio, su mano en mi cintura me acerca mucho más a él hasta no tener ningún espacio sobrante. El beso va escalando de a pocos, siento como su lengua busca lentamente abrirse paso a mi boca, nuestras lenguas danzan a un mismo ritmo, es como si se conocieran desde hace mucho tiempo, saben exactamente qué hacer. Kane muerde ligeramente mi labio inferior antes de continuar besándome aún con más ansias, me hace retroceder hasta que topo la puerta con mi espalda, yo rodeo su cuello con mis brazos, mientras tanto él está buscando un poco más al llevar sus manos a mis glúteos para poder cargarme, rodeo su cadera con mis piernas para ayudarme a sostenerme.