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Chapter 2 - Capitulo 2: Intriga En La Corte

Con el sol dorado iluminando las paredes de mármol del Palacio de Cristal, el reino de Auroria se preparaba para despedir a su amado rey y coronar a su nueva emperatriz. Las campanas resonaban en las altas torres mientras los ciudadanos se congregaban en las calles, con rostros solemnemente inclinados hacia el suelo.

En el Salón de Consejos, Helena se sentó en el trono de su padre, rodeada por los nobles más influyentes del reino. Lord Alistair, su consejero más cercano, estaba a su lado, sus ojos oscuros escudriñaban cada movimiento y palabra con una cautela entrenada por décadas de servicio leal.

"Emperatriz Helena", comenzó Lord Alistair con voz solemne, "los ritos funerarios de su padre se llevarán a cabo esta tarde. Es esencial que demuestre fortaleza y dignidad frente al pueblo y a nuestros aliados extranjeros."

Helena asintió con seriedad, aunque su corazón aún se sentía pesado con el dolor de la pérdida. "Entiendo, Lord Alistair. Haré todo lo que esté en mi poder para honrar la memoria de mi padre y asegurar la estabilidad del reino."

Los nobles presentes asintieron con gestos formales, pero detrás de sus miradas serenas, las intrigas de la corte ya estaban en marcha. Lord Thaddeus, un noble de cabello plateado y ojos astutos, se acercó a Helena con una reverencia calculada. "Emperatriz Helena, permitidme expresar mi más profundo pesar por la pérdida de vuestro padre", dijo con una voz suave que ocultaba su ambición.

Helena le devolvió la reverencia con cortesía, consciente de la reputación de Lord Thaddeus como maestro de las intrigas palaciegas. "Gracias, Lord Thaddeus. Vuestras condolencias son muy apreciadas."

Sin embargo, Helena no podía evitar sentir un escalofrío en su espina dorsal mientras los nobles continuaban con sus halagos y promesas de lealtad. Sabía que el poder y la ambición podían ser tan peligrosos como cualquier enemigo externo, y que las alianzas podían romperse con la misma rapidez con la que se formaban.

Esa noche, mientras las antorchas parpadeaban en las murallas del palacio y las estrellas brillaban en el cielo oscuro, Helena se retiró a sus aposentos. Allí, sola en la quietud de la noche, contempló el futuro incierto que se extendía ante ella. Con cada sombra en las paredes y cada susurro en los pasillos, la joven emperatriz sabía que su verdadera prueba estaba por venir: mantenerse firme frente a las intrigas de la corte y proteger a su reino con una sabiduría que solo el tiempo y la experiencia podrían otorgar.