El festival había comenzado hace apenas tres días, y el mundo observaba con curiosidad al príncipe Clei, cuya angustia parecía crecer con cada amanecer. Atormentado por decisiones difíciles, Clei se debatía entre su deber y su corazón, tratando de evitar conflictos que pudieran desencadenar una guerra devastadora entre los reinos.
Un día, mientras Clei vagaba por su propio mundo, una pequeña niña lo sorprendió al jalar su ropa. Agachándose a su altura, Clei aceptó la rosa roja que la niña le ofrecía. "Es hermosa", dijo ella antes de desaparecer corriendo. La ternura del gesto conmovió al príncipe, pero pronto su mente se llenó de inquietud.
Las rosas en el jardín estaban marchitándose, y el recuerdo de su sueño profético se agolpó en su mente. ¿Era este un presagio del futuro? ¿Acaso todo pendía de un hilo frágil? Clei sabía que debía descubrir la verdad detrás de las visiones y proteger a los menores, incluso si eso significaba enfrentar sus propios demonios internos.
El viento sopló, llevando consigo sus dudas y temores. El festival de las estrellas se convertiría en un punto de inflexión, y Clei estaba dispuesto a enfrentarlo, aunque eso significara sacrificar su propia paz. ¿Qué secretos revelaría la noche estrellada? Solo el tiempo lo diría.