El plan era pedir el divorcio y casarse con Gabriel. Pero como cazafortunas, sabía que se enfrentaría a problemas para mantener este extravagante estilo de vida.
—¡Caramba! Si tengo un hijo, me aseguraré de no dejar que su propiedad pase a su esposa. En caso de que ella sea una cazafortunas, sabré cómo manejarla —pensó ella con una sonrisa de suficiencia.
Había empezado a encontrarse con Gabriel de nuevo. Aparte de hacer el amor, también solían planificar su futuro en las habitaciones del hotel.
—Quiero tener bebés contigo —le confió una vez, haciéndolo reír.
—¿Qué? ¿Bebés? Pensé que los odiabas —le dijo él cuando estaba demasiado agotado por las dos veces que habían hecho el amor.
—Me encantaría tener los tuyos —le dijo ella tercamente y esta vez él simplemente asintió.
—¿Qué te parece si nos vamos a algún lugar para unas mini vacaciones? —sugirió él, y Nina pensó seriamente. Salir por unas horas era una cosa, pero pasar unos días con un hombre que no era su esposo era otra.