Las discusiones del evento estaban en pleno apogeo y todo en lo que Marissa podía pensar era en el beso que él le dio en la rodilla y le dijo que se veía bien sentada en su asiento.
La forma en que él se inclinó ante ella como si ella fuera una princesa y él su leal súbdito.
Nadie sabía que hoy había llegado con el presidente de MSin a través de la ruta VIP. Él no solo le mostró el camino, sino que también la hizo sentar en su asiento.
Él insistió en que tomaran café juntos, pero ella no quería quedarse más tiempo ahí. El Rafael que solía colmarla de afecto estaba ciego y este otro. Mirar fijamente a sus ojos verdes era la parte más difícil de este trato.
—Marissa. ¿Qué te parece esta nueva propuesta? —preguntó un hombre que estaba allí para resolver sus problemas técnicos a Marissa, devolviéndola al presente.
—¿Eh? Lo siento. ¿Podrías repetir eso? —pobre de ella, salió de su mundo de ensueño y trató de prestar atención a la discusión en curso.