Marissa se dirigió al jardín donde Rafael corría con Abi en brazos mientras el resto de los niños lo perseguían.
—¡Papá! ¡Esto no es justo! ¡Corre más despacio! —protestó Ariel. Rafael redujo la velocidad pero no esperó a ser atrapado, así que cambió su dirección hacia los columpios.
Marissa sintió satisfacción y gratitud mientras observaba a su familia. Hizo una oración silenciosa para que su familia permaneciera feliz.
Elevó su rostro y sintió el calor del sol en su cara. Abrió los ojos cuando escuchó la risa incontrolable de Abigail en los brazos de su Papá. Después de su corazón, eran sus pulmones los que necesitaban sanar antes de realizar cualquier actividad prolongada.
Todos gritaban de risa mientras perseguían a su padre. Rafael actuaba más como un hermano que como su padre.
Después de un rato, finalmente lograron atrapar a Rafael, quien empezó a reír a carcajadas.