—Mañana le diseccionarán la piel, le abrirán el pecho y trabajarán en su pequeño corazón —susurró Marissa tumbada en el pecho de Rafael.
Ambos estaban aún despiertos y hablando en susurros porque los tres niños dormían cerca.
Rafael deseaba poder decirle a su esposa, él también quería posponer la cirugía. Apenas había conocido a sus hijos y ahora uno de ellos sería ingresado en el hospital dentro de unas horas.
—Descansa un poco, Marissa —la besó en el pelo—. Mañana será un día largo —susurró las palabras suavemente cerca de su oído.
Marissa no quería dormirse, aun así cerró los ojos e intentó sumergirse en un sueño tranquilo que parecía lo menos posible.
Rafael no supo en qué momento se le cerraron los ojos, y siguió soñando con una mujer que corría tras él.
—¡Alex! ¡Alex! ¡Deja de correr! —ella se reía mientras lo seguía y él la esquivaba mientras corría a través del denso bosque.