—Señor Miles... ¡Señor Miles! —Miles frunció el ceño en su sueño cuando sintió que alguien le sacudía suavemente el hombro.
—Hmm? —Se levantó y se puso sus lentes. El mayordomo estaba de pie cerca de su cama y había algo inusual en su rostro.
—Señor. Necesita despertarse y prepararse. Debemos irnos —colocando una mano reconfortante en su hombro, le dijo suavemente.
—¿Irme? —Miles lo miró confundido—. ¿A dónde?
—Al hospital, señor —el pobre mayordomo no quería dar la noticia de esta manera. Miles Sinclair era un hombre de edad avanzada y no sabía cómo podría reaccionar a la noticia.
—Miles tardó un tiempo en levantarse debido a sus músculos rígidos—. ¿Está bien Shane? —preguntó sosteniendo al mayordomo con una mano temblorosa—. ¿A dónde vamos?
—Al hospital. El señor Shane está ingresado allí... él... no se siente bien —El mayordomo cerró los ojos y sostuvo al hombre por la cintura.