La mañana siguiente, Marissa pisó el piso VIP de MSin con una gran sonrisa en su rostro. Todos en el piso pudieron notar el brillo en su cara.
—Algunas personas se vuelven cada día más hermosas —se giró al escuchar la voz divertida de Dean.
—¡Hey! —golpeó su hombro y le regaló una sonrisa.
Esa mañana cuando dejó la suite del hotel, Rafael todavía estaba durmiendo como un bebé. Parecía que él fue quien tuvo múltiples clímax la noche anterior.
—Entonces, espero que todo haya estado bien por tu lado —Dean le ofreció tomar asiento y tomó otro frente a ella.
—¡Todo está perfecto! —entrecerró los ojos y la expresión de Dean se suavizó un poco.
—Eso puedo ver —tomó el bolígrafo de su escritorio y comenzó a hacerlo girar entre sus dedos.
Marissa revisó su teléfono para ver si había algún mensaje de Rafael.
No. No lo había.
Alzó la vista solo para encontrar a Dean mirándola.
Encogió sus hombros.
—¿Qué? —preguntó.