Geena vio a Nina correr atónita a través del vestíbulo del hotel. No podía creer que Nina estuviera en sus sesenta. En este momento, parecía ser bastante activa para su edad.
O tal vez era su ira la que la impulsaba hacia adelante.
—¡Oh, Dios! Valerie debe estar en peligro —Geena no sabía cómo advertir a Valerie. Tampoco estaba al tanto de qué travesura había hecho para enfurecer tanto a Nina.
Nina trataba con todas sus fuerzas de controlar la furia hirviendo dentro de su pecho. Podía sentir a Geena persiguiéndola pero ya no podía esperar más.
Era necesario decirle a la perra lo que pensaba. ¿Qué se creía exactamente?
La pobre Geena no estaba muy acostumbrada a caminar rápido en sus tacones, así que hizo lo que pensó que era correcto. Se los quitó como si estuviera en la playa y los llevó en su mano.
Estar descalza era más conveniente mientras corría tras Nina. Su jefa ni siquiera se dignaba a mirar atrás para reconocer su presencia.