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—¡Ah! ¡Ya veo! —Rafael suspiró con una sonrisa. Sin saludos. Sin formalidades. Sin muestra de amor de mamá.
Ella estaba preocupada por el poder.
Estaba preocupada de que su asistente estuviera dentro de la oficina del Presidente.
Inclinó su cabeza para mirar a Jorge, que estaba a cierta distancia. El guardaespaldas asintió con una sonrisa significativa, que mostraba que todo estaba bien para Marissa, y que estaba segura.
—Hola, Rafael —giró el cuello cuando vio a Valerie tratar de acercarse a él, pero él se limitó a asentir con cortesía y se alejó.
Valerie se sintió insultada. Justo unos momentos antes, estaba contando al personal las historias de sus viajes lujosos y caros.
Y ahora su esposo ni siquiera reconocía su presencia.
Por alguna razón, Nina parecía estar perdiendo la compostura, —Rafael. Déjame mostrarte cómo Dean está ocupando tu habitación. Ven conmigo.