Suspiró mirando a la chica que necesitaba mucho entrenamiento para estar al lado de Rafael. Nina abrió su bolso que estaba en la mesa de café y sacó algunos billetes para pagar la propina al camarero.
—Gracias, señora —él colocó la bandeja en la mesa de café y estaba a punto de irse cuando Nina lo llamó.
—¡Disculpe! —El chico se detuvo y se giró.
—¿Sí, señora?
—¿Puede pedir a alguien que coloque artículos de aseo frescos en el baño? —ella le preguntó mientras daba una calada a su cigarrillo.
—Señora. Si marca el uno dos uno en el intercomunicador, se conectará con la recepción...
Nina no lo dejó completar —¡Tonterías! ¿Qué piensa? ¿Le estoy pidiendo esto sin llamar a recepción? ¡Tráigame los artículos de aseo o devuélvame la maldita propina!
Geena miró a su jefa con la boca abierta de sorpresa mientras el pobre camarero tampoco esperaba esta mezquindad de la dama.
—S…seguro, señora. Le traeré las cosas —él inclinó su cabeza y dejó la habitación. Geena sintió pena por él.