Se miró hacia abajo para ver lo que llevaba puesto.
Rafael la había llevado directamente al hotel donde se duchó y se puso la bata ya que no había ropa para ella allí.
—Nuestra cena sigue en pie... pero —se lamió los labios con una sonrisa nerviosa—, ¡no tengo nada qué ponerme! —extendió los brazos para mostrarle lo que llevaba puesto.
Él la miró de arriba abajo con una mirada seria y luego se encogió de hombros.
—Pero estás perfectamente cubierta. No puedo ver ninguna piel —hizo un puchero de decepción y ella tuvo que golpear su pecho con una risa.
—¡Cállate!
—No, en serio. Estás llevando algo aquí porque si no tienes ropa entonces ¿por qué no puedo ver tu cuerpo desnudo... —ella volvió a golpear su pecho—, deja de ponerme nerviosa y dime qué debo hacer.
Él tomó su mano y empezó a caminar dentro de la habitación, su voz se había reducido a un susurro debido a la presencia de sus niños dormidos.