—¿Así que estás actuando loca porque tuviste esa pesadilla anoche? Vamos, Marissa —Sophie le entregó la lata de Diet Coke y tomó asiento a su lado en el sofá.
Los niños todavía estaban con su papá, dando a las chicas suficiente tiempo para ponerse al día.
—¿Así que crees que estoy loca? —preguntó Marissa y entrecerró un ojo mientras un sonido silbante escapaba de la lata que estaba abriendo.
Flint, leyendo un viejo periódico, lo dobló y lo colocó en su regazo. —Solías tener esas pesadillas cuando dejaste Sangua —le recordó con preocupación y también se quitó sus lentes de leer—. Y continuaron hasta hace un par de semanas atrás…
Marissa asintió y tomó un sorbo de la bebida con gas.
—Esta vez tengo un presentimiento muy fuerte, Flint —se agarró el cabello en un puño—. Creo que Nina y Valerie están tramando algo. En este momento, mi prioridad son mis hijos.
—¿Por eso dijiste que no a esta cita? —Sophie le preguntó, pero fue Flint quien respondió.