La tensión en Selene Prime era palpable, como una tormenta lunar a punto de desatarse. Los líderes de los clanes se reunieron en la Gran Sala del Consejo, cada mirada cargada de desconfianza y resentimiento. La profecía del eclipse rojo sangre había actuado como un catalizador de las emociones reprimidas, alimentando rivalidades ancestrales y diferencias irreconciliables entre los selenitas.
La escalada de tensiones se hizo evidente cuando Mirella, líder del Clan de los Cristales Lunares, acusó a Arianth y a los Estrellas Nocturnas de conspirar para apoderarse de la energía de la Lágrima de Selene. Sus palabras resonaron en la sala, generando murmullos y miradas acusatorias entre los presentes. Arianth, en un gesto de indignación, rechazó las acusaciones, desencadenando una confrontación directa entre los clanes.
El catalizador de la pelea llegó inesperadamente cuando un artefacto ancestral, custodiado por generaciones en el Clan de los Cristales Lunares, desapareció misteriosamente de su santuario durante la reunión. Las acusaciones de traición se elevaron en un crescendo de desconfianza y furia, polarizando a los líderes y miembros de los clanes en bandos opuestos.
La acción y confrontación que siguió fue frenética y caótica. Los selenitas se vieron envueltos en una batalla traumática, donde las emociones reprimidas salieron a la superficie en un estallido de violencia. Espadas de cristal chocaron, poderes lunares se desataron y gritos de ira resonaron en la Gran Sala del Consejo mientras los clanes se enfrentaban en una lucha desesperada por el control de Selene Prime.
El impacto en los personajes fue profundo y devastador. Zara, atrapada en medio de la pelea, se vio obligada a elegir entre la lealtad a su clan y su deseo de paz. Arianth, en su afán de proteger el legado de los Estrellas Nocturnas, se enfrentó a decisiones difíciles que pusieron a prueba su liderazgo y su moral. Mirella, consumida por la ira y la desconfianza, sacrificó lazos de amistad y alianzas en busca de justicia para su clan.
Las consecuencias devastadoras de la pelea resonaron en toda Selene Prime. Pérdidas irreparables, heridas tanto físicas como emocionales, y alianzas quebradas dejaron un rastro destrucción en la ciudad lunar. El ambiente de desconfianza generalizada y la división entre los clanes amenazaban con sumir a Selene Prime en un ciclo interminable de conflicto y dolor.
La Batalla de las Lunas había llegado a su fin, pero las cicatrices emocionales y las consecuencias devastadoras perdurarían en Selene Prime mucho después de que las espadas se hubieran embotado y el polvo de la pelea se hubiera asentado.
¿Podrían los selenitas encontrar la manera de sanar las heridas del pasado y forjar un nuevo futuro juntos, o estarían condenados a repetir los errores que los habían llevado a la destrucción?