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Chapter 73 - Capítulo 38: Pasado, presente y futuro – Memorias del pasado IV  

Remia, Ajax, Residencia Allen - 1 de Julio - Año 526

 

Esa mañana despertó igual que todas las anteriores mañanas hacía un año. En silencio. En soledad. Sin embargo, el tiempo fue sosegando la amargura de las primeras semanas, o meses. Hasta que un día sólo despertó y sintió que el duelo ya había sido suficiente. Que tanta pena y tristeza comenzaba a consumirle la vida, y había llevado su alma hasta una lúgubre y fría oscuridad... No era lo que se había prometido vivir ese día. Cuando también se despidió de él... Cuando él prometió volver por ella. Y ella, esperarlo. Al mismo tiempo... Ese fue el primer día que visitó la tumba de su hermana desde su funeral.

 Ella y sus padres habían estado viviendo entre Crystel y Basil por meses. Luego de lo sucedido con Zenda tuvieron una reunión entre los tres, y sus padres tomaron la decisión de retirarse de su puesto en el Parlamento y volver a Basil. Después de todo, ese era el único lugar en el cual tenían familia.

 Ese día iba a ser el último día en Ajax. Una semana antes habían vuelto a la casa en la cual los cuatro habían vivido por diez años, luego de trasladar todas las cosas que tenían en Crystel a Basil. Sólo restaba lo que quedaba en Ajax. Las cosas de Zenda.

 Esa habitación se había vuelto una odisea para ella. Todos los días se paraba horas frente a ese puerta, intentando llenarse de fortaleza. Intentando que su corazón le permitiera pasar sin quebrarse en mil pedazos. Aun así, siempre se acongojaba, y retrocedía en sus pasos.

Aun así, tenía pensado acabar con eso ese día. Iba a volver a Basil en no más de veinticuatro horas. No consideraba tal decisión volver atrás, era algo así como un renacer, volver a encontrarse luego de perderse. Mucho tiempo atrás creyó que la única forma de lograr tal hazaña era con Zenda a su lado. Una suposición errada, porque Zenda se fue, y ella tuvo que verse obligada a seguir sin su hermana. Por lo tanto, la única forma de volver a encontrarse, era esa, mirar al pasado, ver qué fue lo que la hizo llegar hasta ese punto... Entender los motivos por los cuales eligió el camino que eligió. Y aunque sabía que esos motivos habían sido Zenda... Tal vez era momento de replanteárselos. Tal vez era momento de cumplirle esa promesa.

Se paró frente al espejo del baño luego de varios minutos intentando desperezarse en su cama. Estuvo ordenando cajas casi toda la madrugada, había dormido poco, y el vuelo saldría en la tarde. Podría dormir en el avión.

 Su mirada se mantuvo en su rostro reflejado en el espejo. Hacía tiempo no se miraba en uno. Tal acto siempre le recordaba a Zenda, la veía a ella en sí misma, como una parte perdida irrecuperable, pero que no podía despegar de ella misma. Ella siempre vio su parecido con Zenda como una bendición, podía verse a ella en su hermana, y a su hermana en ella, era una unión que nadie más tenía con ella. Ni sus padres, ni Vlas. Pero tal bendición, con su muerte, se convirtió en lo más cercano a una maldición, y llorar cada vez que se miraba al espejo hizo que dejara de hacerlo, le dolía ver todos los días de su vida el rostro de su hermana y recordar que la había perdido.

 Un año era bastante tiempo, el tiempo suficiente para lograr apreciar el cambio de una persona. No haberse visto al espejo por meses ayudó a que casi le fuera complicado asumir que esa persona frente al espejo era ella y no su hermana. «Tus ojos siguen siendo azules, un poco más apagados que de costumbre... Tu cabello ha crecido... Ya no... Ya no eres tan parecida a lo que ella fue»¸ pensó. 

 Mirar al futuro a través de los ojos que compartía con su hermana fue una promesa. Mirar al futuro, imaginando que su cambio físico era el reflejo de lo que ella hubiese deseado también. Como si Zenda viviera en ella, como si nunca se fuera de su lado. Tal vez, haberse parecido tanto a ella nunca fue un bendición, pero tampoco una maldición. Era sólo un sutil detalle que la vida les regaló a ambas, y todo lo que Zenda dejó en vida, se unió a lo que ella era. Tal vez, sólo ella guardaba una parte del alma de su hermana en la suya. Tal vez, todo lo que le dijo en esa carta se iba a hacer realidad. O tal vez no... Pero iba a cambiar, el espejo en algún momento dejaría de reflejar a Zenda, y reflejaría a Kora... Porque había pasado un año y ya comenzaba a notarse, siendo este el resultado de las decisiones que tomó... Que iba a seguir tomando... Dos, cinco, diez, o hasta veinte años en el futuro... Tales decisiones dejarían de ser parte de sí misma si sólo se arraigaba a lo que Zenda le dejó. Amaría a su hermana por la eternidad, como lo tenía asumido, viviría en ella su recuerdo también. Pero dejar atrás ese dolor era el primer paso para que Kora siguiera adelante.

 —Cariño, ¿Estás lista? —preguntó su madre luego de golpear la puerta de su habitación.

 —Ya voy, mamá, me estoy vistiendo —respondió.

 Se lavó rápidamente el rostro y los dientes. Tomó toda la ropa que estaba repartida por el cuarto y la metió en su maleta lo más apretada posible. Cuando llegara a Basil podía preocuparse por el orden.

 Salió de su habitación con lo último que le quedaba de esta. Su maleta, y la caja de madera que llevaba el regalo de Vlas... Eso era lo único que iba a necesitar... Lo único que no iba a dejar atrás.

 —¿Lista? —preguntó su padre. Junto a él estaba su madre. Ambos parados en la puerta de la habitación de Zenda.

 —Lista —ella asintió.

 Habían entrado a la habitación la noche anterior. El recuerdo de Zenda les cayó como un balde de agua helada. Su madre no logró contener su llanto, y ella y su padre tuvieron que consolarla. No quiso llorar, aunque no podía parar de pensar que quizás no podía, sólo sintió una sensación estremecedora al inicio, que duró no más de algunos segundos luego de ver a su madre llorar, para que luego sólo desapareciera cuando comenzaron a guardar todas las cosas en las cajas, mientras reían recordando a Zenda... Lo que fue su vida.

 Luego de sacar caja por caja de la habitación de Zenda esta quedó vacía. Su padre fue el primero en salir bajo la excusa de que iba a ayudar a los hombres del camión de mudanzas con las cosas. Su madre se quedó en silencio en el medio de la habitación, con su mirada recorriendo de un lado al otro el color rosa de la pared... Desgastado.

 —Mamá... Se nos hará tarde —le dijo. Ella no se encontraba dentro de la habitación, no del todo, tenía un pie afuera de esta, apoyada en el borde de la puerta.

 —Ya pasó un año, todavía la extraño —respondió su madre. Una suave y quebrada voz dejó en claro que estaba bajo la influencia de las lágrimas.

 —Todos la extrañamos, mamá —Kora aseguró.

 —Sí, lo sé... Supongo que junto con ella se me fue una parte de la vida, por eso no puedo superarla —dijo la señora Allen.

 —Fuiste la mejor madre que ella pudo tener, mamá... No debes sentirse triste, ella... No lo hubiese querido así, habría entrado a esta habitación entre risas, nos hubiese animado a todos con su personalidad... Con su felicidad... ¿Por qué no vivimos de la forma que ella lo hizo? Nos enseñó mucho.

 Kora no quiso dejar a su madre sola con su pena. Entró a la habitación, despacio, y mientras decía todo eso, se permitía darle un abrazo. Su madre soltó el llanto. Fueron minutos. Su padre volvió un rato después y sonrió cuando la vio consolándola... Luego se les unió. Cuando su madre se calmó la ayudaron a salir de la habitación.

 Los tres dieron una última mirada... El rosado se desvaneció de sus ojos luego de que Kora apagara la luz... Y por último; el recuerdo de Zenda quedó dentro de la habitación al cerrar la puerta.

 —Adiós... Mi amor —dijo Georgia, al final.

 

Más tarde...

 

Remia, Crystel, Cementerio Privado - 1 de Julio - Año 526

 —Hablamos con la funeraria, trasladaran el ataúd en un lapso de diez a quince días —comentó Dexter.

 —Entonces no podremos ir a visitarla por varios días —asumió Georgia.

 —Así será —confirmó Dexter.

 —Por lo menos estará en su hogar —dijo Kora.

Todavía quedaban bastante flores en la lápida de su hermana. Las juntó a todas en un solo florero. Se iba a asegurar de guardarlo bien en el viaje, lo dejaría en su nuevo lugar cuando hubiesen trasladado su ataúd a Basil.

—Esa es la de Vlas —señaló su padre cuando ella tomó la única flor que no pareció haberse afectado por el paso del tiempo.

—Una rosa blanca. —Kora reconoció el detalle del lazo con el nombre de Zenda alrededor del tallo al instante. Esa flor había sido creada por Rhys a pedido de Vlas. No se marchitaba. Y era la única flor de todas las que había que no estaba en un florero. Ella sabía que esa no era la misma que él había dejado el día del funeral, ni en su cumpleaños. Porque siempre las cambiaba cuando volvía a visitarla.

—Él estuvo aquí —aseguró Georgia.

—Sí —asintió Kora, esbozó una sonrisa al instante—. Era el único que no podía faltar.

—Mi amor, deberíamos apurarnos, el avión saldrá en una hora, y tenemos quince minutos de camino al aeropuerto —avisó Dexter.

—Cierto... Vamos, ya podremos volver a visitarla cuando todo esté hecho en Basil —declaró Georgia.

«Descubrir quién quiero ser, sin retroceder, sin atarme al pasado... Dejando atrás ese dolor que me permitirá, sin mirar atrás... Ella caminará a mi lado... Ella nunca me dejará sola», Kora se convenció. Tocó el nombre de su hermana grabado en la lápida una última vez. Regalándole a su vez una última sonrisa.

—Adiós, Zenda... Nos volveremos a ver, hermana.

La caída de la tarde selló su despedida. Y luego de alejarse de ese lugar. Alzó su mirada al cielo. Y pensó: «Qué bonito día... No se volverá a repetir».

 

Mientras tanto...

 

Fons, Ash, Residencia Harch - 1 de Julio - Año 526

 

 Una. Dos. Tres. Mil. Millones. Tantas estrellas en el cielo. Aunque su mirada estaba concentrada sólo en una. La misma de siempre. La estrella que había elegido para recordar a Zenda Allen... La más brillante.

 Había pasado un año desde ese día. Pareció una eternidad. Ni siquiera recordaba la mitad de cosas que sucedieron en ese lapso de tiempo, entre tanto, aunque asumió que eso era así porque prácticamente estuvo seis meses estancado luego de ese día. Y podía ponerse a pensar muchas cosas; ¿Cómo lo hizo? ¿Cuándo lo hizo? ¿Por qué lo hizo? Muchas cosas que con el paso del tiempo fueron cada vez más y más insignificantes, por que hacerlo no se basaba únicamente en un momento o en un motivo que podía responder directamente en dos o tres preguntas. Fue mucho tiempo, fueron meses, donde nunca se había sentido tan solo desde aquellas noches luego de la muerte de Demian. Tan solo aun estando acompañado, por su hermano y por Lara, por el recuerdo de Kora y su madre a la lejanía... Y aun con alguien que lo amaba en silencio, esperando por él.

 Esa mañana le pidió a Rhys que lo llevara a Remia, casi no había dormido en toda la madrugada luego de que se hiciera el día del aniversario de la muerte de Zenda. No estaba ansioso, no estaba decaído tampoco, pero de todas formas la necesidad de visitarla era inmensa, no podía siquiera ocultarla. Se sintió mal luego de que Leah le preguntara por qué estaba tan distraído, no quiso responderle que era porque estaba pensando en Zenda; «Sólo estoy cansado», respondió en su lugar. No era una mentira, porque lo estaba, pero él sabía que lo que sentía en ese momento era suyo propio, y aunque Leah llegara a comprenderlo, iba a seguir sintiéndose igual, y ella era buena con él, lo iba a hacer por amor, pero no quería tampoco hacerla sentir que despreciaba su consuelo... Sólo era eso... Ella no podría entenderlo, por mucho amor que sostuviera sus intenciones.

 Estuvo poco tiempo en Remia, no más de cuarenta minutos. «Hola, he venido a visitarte... Te extraño, sabes... Espero estés descansando en paz». Usó pocas palabras, el resto del tiempo sólo fue silencio mientras apreciaba su tumba con algo de placidez en sí. Estaba seguro que ella sí estaba descansando en paz, esperando por él. En la eternidad, un poco de tiempo era un instante, ella no iba a tener que esperar mucho para poder reencontrarse con él, no tanto como él con ella.

 Dejó esa flor que reemplazó la anterior que había dejado la vez pasada, y con un último toqué en su nombre. Se fue. Al llegar a su casa sólo estaba Lara en la sala, ella se había tomado la licencia maternal algunas semanas atrás, mientras dejaba a su vicepresidente como reemplazo en la empresa, y pasaba casi todo el día en la casa. Cuando le preguntó por Leah ella respondió que se encontraba en clase. Rhys se quedó con ella, él sólo fue a descansar. Al despertarse en la tarde Leah ya se encontraba en la casa. Sin embargo, apenas unas miradas lograron cruzarse. No quería actuar como un extraño con ella, no quería que pensara que le pasaba algo más allá que simple melancolía, pero no hizo nada para siquiera darle alguna explicación. Ella quiso decir algo, pero él siguió de largo, y salió al patio trasero, a ver las estrellas. Y desde ese momento, dos horas atrás, seguía parado en ese lugar.

 —¿Es entretenido mirarlo? —preguntó Rhys, acercándose a su hija por su espalda.

 Ella se encontraba recostada en la ventana del pasillo trasero del segundo piso, estaba daba de lleno al patio trasero, más específicamente a la parte del jardín de rosas y los juegos infantiles que Rhys había construido algunos meses atrás cuando se enteraron que el bebé que Lara y él esperaban iba a ser una niña.

 —Ha estado en ese lugar por horas... Él, y su melancolía —respondió Leah, sin quitar la mirada de Vlas.

 —Hoy hace un año de ese suceso, Leah... Debes entenderlo, él sabe que estamos para él, pero no quiere tampoco agobiarnos con su nostalgia, mañana estará mejor, volverá a ser el mismo de siempre... Créeme.

 —Eso espero, yo... No quiero sentirme inútil con todo este tema —declaró la chica, apenas frunció un poco sus labios.

 —¿A qué te refieres? —Rhys no lo comprendió muy bien. ¿Inútil? Tal vez creía que no podía a ver nada por él. Eso era mentira, claro que podía.

 —El recuerdo de Zenda, es... No lo sé, algo que haga lo que haga no podré asimilar jamás, sólo él entiende lo que siente con eso, él fue quien la amó a ella, y yo no soy nadie para decirle lo que debe sentir con eso, y eso me hace sentir un poco fuera de lugar también, no lo sé... No quiero ser invasiva con él, no quiero que piense que soy egoísta y quiero que me ame sólo a mí... Pero... Es algo inevitable —explicó la chica.

 —Sí, te entiendo... El recuerdo de ella a veces se opone a los sentimientos que él tiene por ti, pero eso es algo que sucederá siempre, porque el pasado no se olvida, y el amor menos, sin embargo, él te va a seguir amando a pesar de todo, y un día al año donde priorice su pasado a su presente no significa que te dejará atrás, Leah... Es necesario para él, es incluso sanador... Tal actitud fue la que hizo que volviera a amar, y que se enamorara de ti, él sabe lo que significas para su vida, jamás pensaría que eres egoísta, agradecerá que tengas tal pensamiento, él también quiere sentirse sólo amado por ti.

 —Un amor como el de mamá y tú... Eso es lo que quiero —ella reveló. Enredó sus dedos con los de su otra mano, ser tan sincera con sus sentimientos siempre le causaba alguna que otra sensación de nervios.

 —Y lo tendrás, chica... Él te lo dará, estoy seguro, pero antes que eso, deben entender que hay tiempo para todo, y que todavía son jóvenes, él más que tú, imagínate —dijo Rhys, entre risas. Leah respondió igual—. Algún día estarán en la posición que estamos Lara y yo, tal vez esperando un niño, o casados, o sólo juntos, como quieran, pero en muchos años... Y mirarán al pasado, agradecerán haber pasado por esto, agradecerán haber aprendido a caminar por la cornisa, arriesgarse es de lo que se trata la vida, ya que es un camino incierto... Agradecerán haberse tenido el uno al otro a pesar de todo... Y agradecerán que al final, nada los pudo separar... Serán felices con ese recuerdo, y con todos los que crearán, todavía falta camino, mucho camino por recorrer... Todo a su tiempo.

 —¿Cuándo te diste cuenta de todo eso? —preguntó la chica.

 —Cuando me enteré que iba a ser padre —respondió Rhys, al instante.

 —Aún falta camino por recorrer entonces.

 —Ciertamente, Isla nacerá pronto, y deberé cuidar de ella tanto como a Lara, y a ustedes... Lo demás, es sólo secundario, desde el problema con mi padre hasta la situación del resto del mundo, sólo eso.

 —Estaremos a tu lado en todo momento, papá, lo sabes... Así que, no importa lo que priorices, ni el tiempo que esperes, no importa nada, no te dejaremos solo —aseguró Leah, posando su mirada en el rostro de su padre. Este sonriente.

 —Lo sé, cariño... Gracias por eso. —Rhys se alejó de la ventana lentamente—. Nos vemos en la cena, iré con Lara, ella está un poco ansiosa últimamente, no me gusta dejarla sola por mucho tiempo —comentó.

 —Está bien, ve entonces, nos vemos luego —Leah apenas logró despedirse cuando Rhys ya se encontraba lo suficientemente alejado suyo, casi al final del pasillo.

 Ella volvió su mirada a la ventana. Vlas se había movido en ese momento en el cual ella le prestó atención a Rhys. El rostro del chico apuntaba a la ventana, sus miradas se cruzaron. Ella había percibido melancolía en su rostro esa mañana, lo más cercano a un poco de tristeza. Pero en ese momento, tal sensación se desvaneció del rostro de Vlas al apreciarla a ella mirándolo desde lo alto. Luego de unos segundos concentrados el uno en el otro, él le regaló una sonrisa. Ella se vio aliviada, él seguía siendo el mismo, fue tonta al pensar que la ignoraba a ella... Y así, respondió la sonrisa de su novio con otra sonrisa.

 

Más tarde...

 

Fons, Ash, Residencia Harch - 2 de Julio - Año 526

 

 La nítida luz de una lampara apenas colorida caía sobre el rostro de esa hermosa mujer de cabello escarlata que se encontraba leyendo un libro, o una revista, en el lado derecho de la cama que compartía con él. Concentrada en su lectura no se percató de que él había entrado a la habitación un poco más a hurtadillas, intentando hacer el menor ruido posible, con el pensamiento de que ella estaba ya dormida.

 —¿Qué lees? —le preguntó, sentándose en su lado de la cama.

 —Es una revista de maternidad, ¿Sabías que en realidad no existe ese llamado «instinto de maternidad»? —preguntó ella.

 —Emm, sí, lo sabía, es un mito, eso es algo que se ha confirmado en base a muchos estudios, sin ir más lejos, es más razonable asumir que nadie está preparado para ser padre, y que se aprende a través del crecimiento del niño, es lo más normal del mundo.

 —Es extraño si lo ves de cierta forma, o sea, no voy a negar que realmente no sé nada de esto, pero, tengo un poco de autonomía en ese sentido, ¿No? —Lara lo miró con algo de confusión en su rostro, más que nada una forma de buscarle respuesta.

 —Claro, pero porque tú ya sabes cómo funciona ser madre, no criaste a Leah desde pequeña, pero si desde una edad temprana, y complicada al mismo tiempo, tal vez un bebé no será lo mismo y estamos subestimando el trabajo que llevaría cuidarlo desde pequeño, pero como dije, supongo que es lo normal, todos fuimos bebés en algún momento, y nuestros padres sobrevivieron —respondió Rhys, con gracia.

 —Cuando hablamos por llamada con tu madre el otro día quise preguntarle cómo se sintió encargarse de un niño pequeño, y al mismo tiempo de un recién nacido, todo eso mientras dejaba tiempo para su trabajo y su propia vida, no lo sé, parece hasta un superpoder, ¿Cierto? —dijo Lara, aun sorprendida.

 —Ya lo dijo ella: «Con amarlos era suficiente, el resto nacía de mi» —Rhys citó las palabras de su madre. Hacerlo lo hacía sentirse orgulloso de ella, no pudo haber tenido una mejor mujer como madre.

 —Rhys, ¿Cómo te sientes? —Lara dejó la revista sobre la mesa de luz en la que también se encontraba la lámpara que funcionaba como única iluminación de la habitación.

 —¿A qué te refieres? —preguntó él. Se encontraba sentado en la cama, pero rápidamente subió sus pies cuando su esposa le hizo un poco de lugar a su lado.

 —A todo, ¿Estás bien? Sólo quiero saberlo, desde ese día que me dijiste que te sentías vacío no hemos vuelto a hablar sobre nuestros sentimientos, te he tenido tan concentrado en mí y todo eso que, no lo sé, siento que nos olvidamos un poco de lo que sientes.

 —Está bien, amor... Me siento bien, claro que lo hago, últimamente estoy sintiendo mucha placidez, me encuentro en paz, no lo sé, ¿Lo has notado? ¿Alguna vez estuvimos tan tranquilos?

 —No lo sé, tal vez no, siempre pensando en una que otra cosa, casi nunca coincidíamos en cuanto a preocupaciones, estamos unidos ahora, en una misma causa —dijo Lara, entre risas. Acarició suavemente su barriga, ya demasiado notoria.

 —Será hermosa, como su mamá —aseguró Rhys, acompañando la mano de su esposa en el movimiento sobre su barriga.

 —Tú dices eso, pero te mueres de ganas que sea igual a ti —replicó Lara, riendo.

 —Tal vez. —Rhys sacudió su cabeza—. Pero no importa, ¿Entiendes que tendremos una niña? Es muy bonito pensarlo, ya me la imagino corriendo por toda la casa al grito de «papá» y «mamá»... Es hermoso.

 —Rhys... Hay algo que quiero pedirte en todo esto, algo... Tal vez demasiado atrevido de mi parte, tal vez, demasiado optimista, tal vez... Sólo no puede suceder... Pero no puedo seguir ocultándote lo que de verdad siento, aun sabiendo que es algo que tú tienes arraigado a tu alma, a pesar de todo. —Lara comenzó entrelazando sus dedos con los de la mano de Rhys. Él le había prestado atención al ella comenzar a hablar, y cuando alzó su mirada hacia su rostro. Vio una sonrisa. Obviamente él ya sabía lo que ella tenía pensado decirle, era demasiado perspicaz.

 —Dime —permitió.

 —¿Cuántos años necesitas? ¿Cinco? ¿Diez? ¿Cuántos? Quiero un tiempo lejos de todo, el suficiente para que ella esté alejada del peligro que nos rodea todos los días de nuestras vidas... El peligro de ser quienes somos, de sólo tener un apellido y un poder maldito... No traeré un bebé a este mundo a sufrir, tampoco quiero sufrir yo... No quiero llevar la vida de Clio, no quiero terminar como mamá... No quiero... No quiero que ella corra con nuestro destino, Rhys... Quiero dejar todo atrás... Tal vez suene irresponsable, porque luego de todo lo que he peleado, ceder en este momento, dejarte solo en tu lucha, es egoísta, es cobarde, lo sé... Pero no quiero seguir, Rhys, ya no quiero arriesgar mi vida, o pagar mis pecados con más pecados... Dejar de lado tanto por algo que es sólo simbólico, es una justicia invisible que, para mí... Ya se acabó... Mis padres no volverán, el culpable de la desgracia de mi vida ya no está, ahora, mirar atrás, ya no tiene el mismo significado, así como mi lucha... No lo haré si para eso debo abandonar el amor de ellas, o el tuyo... Y espero me entiendas, Rhys, espero sepas que no voy a dejarte solo, te prometí acompañarte hasta el fin del mundo inclusive, pero no seguiré luchando... Sólo seré tu apoyo, una voz, o un motivo... Pero no más que eso... Volver al pasado, es inadmisible para mí.

 —Te lo dije una vez, Lara... Una de tantas, creo... «Es mi lucha, no te quiero perder, es mejor que no sigas a mi lado en ese sentido»... Nunca quise decirte que no quería estar contigo, o que en algún momento nos tendríamos que separar, sólo quería que no te vieras involucrada en el arriesgado camino que debo recorrer, la promesa del futuro es de mi parte, a todos ustedes, y no necesito que me acompañen en la lucha, sólo necesito que estén ahí, que formen parte de mi mente en cada instante, que no me hagan olvidar el motivo por el que lo hago... El resto, depende sólo de mí, y es algo de lo que me haré cargo tarde o temprano... Algo de lo que me haré cargo cuando tú, mis hijas, mi hermano, mi madre, y mis chicos estén a salvo... Algo que me haré cargo solo, y a mi manera... A la manera de Rhys Windsor. —El verde de sus ojos relució ante tal seguridad.

 —No mueras, Rhys Windsor... Por favor... Cuando sea el momento de luchar, de enfrentar ese destino, recuerda que te estaré esperando, te estaremos esperando. —Lara volvió a posar su mano en su barriga, llevando la de su esposo con la de ella.

 —Cuando el pasado sea pasado, el futuro estará a la vuelta de la esquina, y mi promesa se cumplirá, y con esa promesa, todo lo que prometa desde este momento... Volveré Lara, volveré las veces que sean necesarias al único lugar en el mundo en el cual soy feliz. —Ligeramente inclinó su cabeza hacia la dirección de su esposa, y poco a poco, logró posar sobre su pecho—. A tu lado.

 —Y yo siempre estaré con los brazos abiertos a tu espera, mi amor... Te amo, Rhys.

 —Te amo, Lara.

 Al apagar la lámpara, la habitación se tornó de un tono azulado que envolvió el ambiente con sosiego, apenas con el reflejo de la brillante luna queriendo entrar por los huecos de la persiana. Entre pausas de silencios y suspiros. Cuando la madrugada hizo presencia, Rhys Windsor y Lara Harch ya se encontraban en un profundo sueño. Con sus manos unidas sobre esa unión que ella llevaba en sí. Inseparables. Amándose el uno al otro.

En un sueño que consolidó una promesa casi por la eternidad. 

 

Tiempo después...

 

Remia, Isla Rem, Palacio Real - 13 de Septiembre - Año 526

 

 —Carajo, siempre odié el chocolate.

 Apenas consiguió tragar el pequeño cuadrado que había mordido de esa tableta de chocolate que le había dejado un empleado del palacio junto con su cena. La dejó sobre la mesa que estaba su lado luego de desistir, y siguió con las papas fritas. Lo salado siempre fue más de su gusto.

 Pink-Girl aún era transmitido en la televisión de Remia, pero no era una programación constante, debía encontrar los días específicos ya que el canal únicamente transmitía los episodios en los aniversarios o algún día al azar donde la programación no estuviera completa y pudiera rellenarse con una serie especifica, aunque eso sólo pasaba con los programas de la madrugada.

 —¿Sigues mirando eso? Creí que habías crecido lo suficiente como para dejar las caricaturas atrás. —Cole había entrado a la habitación casi en silencio. Se quedó parado en la puerta entreabierta.

 —Tenemos la misma edad, Vernom, además, no me puedes venir a decir eso cuando te he visto un montón de veces ver esa película extraña de los animales antropomórficos que hablan o no sé... Una basura prácticamente —replicó el joven.

 —Es una obra maestra, pero no serías capaz de comprenderla, debes entender que lo que te gusta a ti no es lo que le gusta a todo el mundo —se defendió Cole.

 —Estás afirmando mi punto, seguramente hay muchas personas como yo que aún miran Pink-Girl, tú la subestimas, pero si la vieras sabrías de lo que hablo —aseguró el joven.

 —Sí, sí, lo que digas —Cole rápidamente concluyó la discusión—. Por cierto, venía a avisarte que Rygal nos quiere en la oficina de la planta baja en unos diez minutos.

 —¿Qué quiere tu padre? —preguntó el joven, aunque un poco desinteresado.

 —No lo sé, sólo hazle caso, sabes cómo se pone si no lo haces.

 —Sí, lo sé, luego tengo que oírlo darme un sermón. —El joven dejó el paquete de papas fritas sobre la mesa y se puso de pie—. ¿Vamos? —preguntó, mientras caminaba en dirección hacia la puerta.

 —Vamos —asintió Cole, y ambos abandonaron la habitación.

 Luego de bajar dos pisos desde la habitación hasta la planta baja, por las escaleras ya que el ascensor estaba en remodelación, ambos llegaron a la oficina que Rygal usaba en el palacio. No era la del rey, esa se encontraba en el cuarto piso, casi en la punta de la torre más alta del palacio. Al otro lado de ese lugar al cual sólo podían entrar Rygal y ellos dos.

 Cole abrió la puerta de la oficina despacio, su padre estaba hablando por teléfono, recostado en la silla que había juego con su escritorio. Cortó apenas los vio llegar.

 —Los necesitaba —dijo, poniéndose de pie.

 —Lo llamé, como me pediste —avisó Cole, dejándole paso al joven a su lado.

 —¿Qué tal? No te he visto hace días... Windsor —preguntó Rygal. Justo se cruzó con esos ojos plateados.

 —Alejado del mundo, Rygal... Tú sabes, no es que aprecie demasiado a Rudd y Ben, además de que Ryder me parece bastante insípido, pasar todo el día en mi habitación es lo único entretenido en este inmenso castillo —declaró Demian. Al desinterés que antes poseía se le agregó algo de disgusto.

 —No deberías hablar así del rey —señaló Rygal, esbozando una sagaz sonrisa.

 —El rey con menos autoridad de la historia, además, sólo habla de los Windsor y de algún tema que tiene con William... ¿Sabes algo de eso? —preguntó Demian, poco a poco el interés volvió a él.

 —Nada importante, sabes que a Ryder le encanta exagerar las cosas. —Rygal le quitó importancia. 

 —Si involucra a mi familia debe de ser algo importante, ¿No es así? ¿No tendrá que ver con Rhys Windsor? —Demian preguntó, quiso sonar sutil, sin embargo, su pregunta más que ser una pregunta era una aseveración. Era obvio que el problema tenía que ver con Rhys Windsor. Todo tenía que ver con su hermano.

 —Parece que se ha estado haciendo de un ejército, así que cada vez falta menos para que se aparezca por Remia e intente tomar el control del reino —explicó Rygal.

 —¿Y para eso nos necesitabas? —Cole se permitió unirse a la discusión.

 —Sí, ¿Para eso? ¿Para que paremos a mi hermano? —preguntó Demian.

 —Nunca dije que Rhys Windsor fuera tu hermano. —Rygal se cruzó de brazos, y se apoyó en el borde de su escritorio.

 —Si Clio Windsor es mi madre, Rhys Windsor es mi hermano, no necesito una prueba de ADN para saberlo... Es simple lógica —respondió el joven, con obviedad.

 —Te conté lo de tu madre porque insistías, no era para que sacaras conclusiones precipitadas... ¿Qué dirás ahora que has pensado tanto? —Rygal sonrió. Esperaba con ansías una respuesta con actitud.

 —Que tú eres mi padre... Aunque eso es algo que no me convendría de mucho —respondió Demian, y la sonrisa que su rostro esbozó se complementó con su sarcástico tono de voz.

 —Tu mente ha trabajado, Windsor... Eres perspicaz —indicó Rygal.

 —Supongo que lo heredé de ti —Demian replicó.

 —Creo que podríamos hablar de Rhys Windsor, ¿No? Podemos tratar el tema del origen de Demian en otro momento —Cole intervino en el intercambio.

 —Ciertamente —asintió Rygal, volviendo a su antigua posición—. Veamos, hay un plan que quise seguir al pie de la letra... Pero que no tendrá mucha eficiencia tratándose de Rhys Windsor —explicó. 

 —¿Tan bueno es? —preguntó Demian.

 —El mejor —respondió Cole, al instante.

 —Vaya, tengo un hermano bastante interesante —declaró Demian, sorprendido.

 —No lo digas como si tu fueras un cero a la izquierda... Has entrenado bastantes años, ¿Cierto? Se podría decir que incluso puede que estés a su altura —recordó Rygal.

 —Tal vez —Demian osciló—. Entonces, ¿Qué debemos hacer?

 —No... Qué debes hacer... Demian Windsor... Deberás volver —respondió Rygal.

 —¿Qué? —preguntó Demian, con confusión.

 —Así es... Debes encargarte de ser el desestabilizador de Rhys Windsor... Eres el único con esa capacidad... Si tú estás ahí, Rhys Windsor caerá —aseguró Rygal.

 —¿Me estás pidiendo que te ayude a derrotar a mi hermano? ¿Y eso en qué me beneficia? No me has dado muchos motivos como para que acate tus órdenes de tal manera —inquirió Demian.

 —Tampoco has ayudado mucho, no has querido relacionarte con ningún miembro tu familia desde que despertaste, y te he tenido viviendo en este lugar alejado del mundo por años, sin contar el poder que te otorgué... Algo me tienes que dar a cambio —dijo Rygal, tornándose un poco serio.

 —Claro, entiendo... Mi familia. —Demian asintió con su cabeza—. O sea que si te digo que quiero ver a mi madre, ¿No deberé estar ahí cuando Rhys Windsor llegue? Porque si te soy sincero, y con todo lo que han dicho de él, no quisiera ver a la cara a alguien con tal poder, si me llegara a ver como su enemigo sería el fin para mí, y no tendrían mucho sentido todas las precauciones que he tomado para lograr vivir en paz.

 —No tomaste esa opción cuando te la ofrecí... Ahora sólo queda eso —respondió Rygal.

 —Maldita sea... Igualmente, lo de ver a mi madre, ¿Aun puedo hacerlo, no es así? —preguntó Demian.

 —¿Quieres hacerlo? —Rygal lo miró con confusión.

 —En realidad, no lo sé... Hace algunos días vengo soñando cosas extrañas, inclusive soñé con su rostro varias veces, pero es extraño, porque no tengo un recuerdo de haberla visto en persona —explicó el joven.

 —Probablemente tus recuerdos estén volviendo —indicó Rygal.

 —Tú me dijiste que iba a ser una amnesia permanente —recordó Demian.

 —Eso era lo que tu alma indicaba, no me pidas explicaciones demasiado concretas, cada alma es distinta, eso lo sabes muy bien —manifestó Rygal.

 —Más o menos, aunque, volviendo al tema de Clio, ¿Es sensato que quiera verla? —preguntó el joven.

 —No sé como te afectará a ti y a tu mente hacerlo... Ni a ella —respondió Rygal.

 —Probablemente a ella le afecte mucho más, ¿No me dijiste que para ellos estoy muerto? Sería como ver un fantasma —supuso Demian.

 —Si ella te volviera a ver podría suceder algo inesperado, con tal precaución, dime tú; ¿Es sensato? —Rygal inclinó un poco su cabeza.

 —Para nada. —Demian bajó su rostro, algo resignado.

 —Entonces no creo que quieras hacerlo —asumió Rygal.

 —Está bien, te haré caso esta vez, pero si sigo soñando con ella... Iré bajo mi propia consideración —aseguró Windsor, alzando su rostro de nuevo. Con decisión.

 —Lo que digas, Windsor, tú sabes lo que haces... Pero hasta que eso pase, deberás estar bajo mis órdenes, y eso incluye que me ayudes con lo de Rhys Windsor —aclaró Rygal. Mientras volvía a tomar asiento al borde de su escritorio. Se permitió encenderse un cigarrillo.

 —Lo haré —accedió Demian—. Aunque, tengo una condición.

 —Por Sun, qué pesado —dijo Cole. Su queja lo hizo carraspear.

 —Cole, has silencio, esto no te involucra a ti —ordenó Rygal, alzando su dedo índice en dirección a su hijo. Cole tragó saliva y le hizo caso—. ¿Qué condición, Windsor? —le preguntó a Demian al volver a él.

 —Quiero que me permitas ver a alguien más aparte de Clio... Quiero ver a Ashley Crown —solicitó el joven.

 —¿Ashley Crown? —Cole lo miró confundido. Sabía que había escuchado ese nombre algunas veces, aunque no sabía de donde.

 —Sí, ella es a la única persona aparte de mi madre que recuerdo en su totalidad, sin visiones difusas... Supongo que debes de saber a quien me refiero, ¿Cierto, Rygal? —preguntó, lanzándole una mirada a su padre.

 Rygal soltó una risa, y tuvo que volver a ponerse de pie para lograr rodear el escritorio. Emprendió camino hacia la salida luego de pasar al lado de los chicos, y les hizo una señal para que lo siguieran en dirección a la salida.

 —Asi que Ashley Crown... De hecho, ese es su antiguo nombre, Demian... Ahora ella es Ashley Ex Fons... La princesa de Fons —corrigió Rygal, todavía algunos metros más adelante que ellos.

 «Cierto, Ashley Ex Fons, de ahí la conocía», recordó Cole.

 —Hmm, ¿Princesa de Fons? ¿Es la misma? —preguntó Demian.

 —Es la misma... ¿Esa es tu condición? —Rygal se dio la vuelta al llegar a la puerta.

 —Sí, quisiera verla —asintió Demian.

 —Bien, pero debe pasar luego de lo de Rhys Windsor —Rygal determinó.

 —Ahora sí, acepto. —Demian asintió con un movimiento de cabeza.

 —Mejor así, pueden retirarse entonces. —Rygal abrió la puerta y les permitió el paso—. Los llamaré cuando tenga nuevas noticias.

 —Con su permiso. —Demian cruzó la salida primero, y comenzó a caminar por el pasillo. 

 —Por cierto, Windsor —Rygal lo interrumpió, antes de que doblara en la esquina del pasillo y lo dejara de ver—. Tal vez Clio sí quiera verte... Eres su hijo —declaró.

 «Y ella es mi madre», pensó el joven.

 Seguramente ese rostro que apareció en sus sueños noches atrás significaba mucho más que un simple recuerdo aislado que volvía efímeramente a su cabeza como consecuencia de su amnesia. Supo que esa mujer era Clio Windsor al instante, casi como instintivo. Algo de ella existía en él, y era innegable. Verla no era sensato, ni para él, ni para ella, o para los sentimientos de ambos. Hacerlo no le hacía perder ni ganar nada tampoco, por lo que no hacerlo era exactamente el mismo camino, podía esperar... Podía pensar en eso luego... Cuando Clio apareciera otra vez en su mente.

 «Una bella mujer, sonriente y cálida... Si esa eres tú, mamá... No creo que espere mucho tiempo».

 —Tal vez... Pero primero quiero volver a soñar con ella —dijo Demian, y su figura se perdió en el pasillo.

 En el camino de regreso a su habitación por uno de los pasillos del tercer piso del castillo repitió ese nombre varias veces en su cabeza: «Clio Windsor». Incesante. Era extraño pensar que diez años atrás ella asumió que él había muerto, y sólo aceptó una explicación vaga sin peros. No quería sentirse abandonado o la victima de la situación, era estúpido hacerlo, porque ni siquiera tenía el sentimiento de despojo en sí, no tenía un sentimiento de nada. Pero si el pensamiento persistente de su madre estaba ahí había un motivo... Tal vez el suyo también en su mente, o tal vez no... Tal vez ella lo había superado. Aunque, una madre no debería superar la muerte de su hijo, ¿Cierto? Y si lo hizo, ¿El amor que alguna vez le profesó seguía siendo tan inmenso? Tan inmenso como ese que le dio la vida en primer lugar.

 Su pasado era un espejo sin reflejo en su mente. Pero no cabía dudas que existió, y que si existió, la figura de su madre tuvo mucha importancia en este, y en su corazón, por algo su alma no quería ceder al olvido. Eso era un poco irónico en sí mismo, porque si Clio había superado a su hijo aún recordando ese pasado, mientras él no podía olvidarla ni siquiera luego de olvidarlo todo; ¿Quién amaba a quién? ¿Podía asumir que no tenía ningún tipo de sentimiento por ella? ¿O en serio tal amor era tan fuerte como para llegar a ese momento y calar tan hondo en su inconsciente? Tanto... Como para no olvidarla jamás.

 Colocó su mano en su bolsillo y consiguió tantear algo. ¿Esa foto? Tan pequeña como una estampa, pero lo suficientemente grande como para que ambos entraran en ella... Ya estaba algo desgastada. Tenía sentido. Esa foto seguramente tenía más de diez años de antigüedad. Esta tenía otro rostro que no borraba de su mente. Una brillante sonrisa acompañada de cabello y ojos plateados. Ella parecía mucho más grande que él, unos seis o siete años... Pero seguía ahí, y aunque no tanto como a su madre, la recordaba de todas maneras, y no sólo a ella... Algo más... Por eso, con el recuerdo de ese momento, no podía parar de preguntarse: ¿Qué tan importante fue Ashley Crown en su vida?

 —Vaya... Ni a mi padre, ni a mis hermanos, ni a mi familia y amigo... Sólo las recuerdo a ustedes... A Clio Windsor, a su preciosa sonrisa y dulce voz... Y a Ashley Crown, a ti y a ese beso que me diste esa noche... Estoy seguro que pronto las volveré a ver... A ambas.

 Alzó su mirada por una de las ventanas del palacio que llegaba a lo lejos. La altura de este era suficiente para que los muros que rodeaban la Isla Rem fueran claramente visibles. En ese lugar justo se lograba apreciar la compuerta principal, por donde entraban todos los barcos que recorrían el río que dividía la ciudad a la mitad.

 Por ese lugar Rhys Windsor entraría en un futuro próximo. Rhys Windsor y todo ese pasado que no recordaba, pero que, según Rygal, estaba íntimamente unido al de él. Al de todos. Seguramente también al de su madre, y al de esa chica... Rhys Windsor era el centro de un campo de recuerdos invisibles... Que se iban convirtiendo en claridad con el paso del tiempo. No iba a pasar mucho tiempo para que su pasado volviera en su totalidad, y más, si su Energía del Alma todavía subsistía en base a su mente.

 «Mi pasado, ustedes... Todos ustedes... ¿Seguirán viviendo en mi memoria? Ahí... En lo más profundo de mi alma».

 —Parece que a ti también te volveré a ver, hermano... Tal vez, poseas la respuesta a mi pasado.

 

Parte II: Revelaciones del Alma – Fin.