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Chapter 43 - Capítulo 9: Celebración – La gala del nuevo rey I

Fons, Ash, Residencia Harch - 29 de Marzo - Año 526

 

Había pasado una semana desde la charla que cambió el rumbo del camino de Vlas... Y en parte el de Rhys de la igual manera. Y así, con un camino claro, Vlas comenzó a entrenar con un régimen más extremo y agotador que el anterior. Kit, Dean y Mya tenían razón cuando le dijeron que el método de Rhys no era nada comparado a lo que había sido su entrenamiento con Leah, no les quiso creer en ese momento a pesar de que él lo había abandonado en el medio de la nada y obligado a pelear con marionetas indestructibles, pero ahí estaba la muestra, terminaba todos los días con un daño nuevo, desde alguna que otra costilla fracturada hasta moretones y contusiones. Rhys era monstruosamente fuerte y agresivo, no dejaba paso a la liviandad, y aunque tal trato se estaba volviendo una tortura, lo aceptaba. Lo veía necesario, él sólo debía hacerse fuerte... Y ese era el camino que había elegido en primer lugar.

 El entrenamiento se había suspendido ese día a causa del trabajo que tenían en la noche. La gala de sucesión se llevaría a cabo ese día, no era tan esperado como la coronación que sería la siguiente semana pero de todas formas una gran importancia radicaba en el evento. Y para Rhys, quien tenía en sus manos la seguridad de tantas personas se volvió importante también, ya que ese día sería solo una introducción a lo que iba a ser la semana más importante del año, de la década y hasta del siglo, en la nación de Fons.

—Creo que debería usar traje más seguido, me queda demasiado bien —dijo Rhys, mientras se apreciaba en el espejo al mismo tiempo que prendía su camisa.

Él no adoraba mucho usar traje, era más de lo básico en cuanto a vestirse, su guardarropa se basaba mayormente en sudaderas y pantalones que hacían juego con estas, haciendo de cada uno de sus atuendos algo monocromático. Pero ese día debía estar elegante, y por eso vestía un traje de color negro, básico, a este lo acompañaba un chaleco del mismo color, abotonado, y una camisa blanca. Complementando todo su traje estaba esa corbata fina de color negro que Lara ajustó para él. Él nunca aprendió a hacerlo.

—Realmente quedas muy guapo —respondió Lara. Ella por su lado peinaba su largo cabello escarlata, este era naturalmente ondulado, así que intentaba alisarlo utilizando su energía—. Rhys, ¿Puedes ayudarme con el vestido? —preguntó, al ponerse de pie, señalando su espalda.

—Claro. —Rhys se acercó, y con cuidado enlazó los ganchos plateados que sostenían el vestido desde el cuello de Lara—. Me gusta mucho este vestido... A ti te queda hermoso, pareces una modelo —añadió, dándole un beso en la nuca.

—¿Tú crees? Yo pienso que el color no me queda. —Lara se dio la vuelta y señaló el vestido que estaba luciendo.

La prenda era negra, pero con una tela brillante y suave que se deslizaba por los dedos con una delicadeza exquisita. Este llegaba hasta los talones y era ajustado, se abría en un costado donde Lara podía sacar su pierna y lucir sus tacones plateados. Este color también formaba parte del vestido, tenía unos tirantes que salían del final de su escote y pasaban por sus hombros para unirse de nuevos en los ganchos sobre la nuca que Rhys había ajustado, dejando su espalda abierta, mostrando su piel desnuda.

—Todo te queda bien —Rhys la halagó, con una sonrisa, mientras acariciaba su espalda.

—Gracias amor. —Sonrió ella, dándose la vuelta otra vez—. Ey, ¿En serio no irás con nosotras?

—No, tú ve con Leah, Vlas y yo llegaremos más tarde, tengo que encontrarme con Lee antes de ir hacia el palacio, me pidió que nos juntemos, y que lleve a mi hermano conmigo —respondió Rhys, acercándose a su mesa de luz. Estiró su mano hasta llegar a tomar un reloj de platino y correa negra de cuero que luego procedió a colocarse en su muñeca izquierda.

—Okey, entonces ya debería irme si no quiero llegar tarde... Ten cuidado —dijo, dándole un beso de despedida a medias, se verían más tarde.

—Tú también, nos vemos en un rato —él se despidió, antes de abandonar la habitación.

 

Mientras tanto...

 

 «Sólo es golpear... Sólo es golpear. —Vlas intentaba persuadirse, mientras estaba parado frente a la puerta de la habitación de Leah—. Es sólo eso, que el destino decida lo siguiente —se decidió».

—¿Quién es? —preguntó Leah desde dentro de la habitación, luego de escuchar algunos toques en la puerta.

—Emm... Leah, soy Vlas, ¿Podemos hablar? —preguntó Vlas, percatándose de la manera que temblaba su voz. ¿Por qué estaba tan nervioso?

—Claro, pasa, está abierto —ella permitió.

—Permiso. —Vlas giró el picaporte, mientras poco a poco sus nervios se desvanecían, dio algunos pasos adentro y cerró la puerta detrás de él—. ¿Dónde estás? —preguntó, notando que la habitación estaba vacía.

—Aquí —respondió ella, saliendo del baño.

Tal aparición deslumbró a Vlas. «Tan hermosa», él pensó.

Ella vestía una falda ajustada, color dorado, que combinaba con sus zapatos de taco alto, y que a su vez complementaba con una camisa negra con detalles de gemas en los bordes, que se encontraba por dentro de la prenda inferior. Sumado a eso, también acompañó esa vestimenta con joyas, más específicamente unos pendientes de diamante que intentaba colocarse.

—Wow... Estás radiante —soltó Vlas, boquiabierto.

—Gracias —respondió ella, algo sonrojada—. ¿Qué era lo que necesitabas? —preguntó, con curiosidad.

—Ah, sí... Mira, te seré sincero, sé que no es el mejor momento para hacerlo, y quizás creas que estoy siendo algo pesado, pero quería hablar sobre el beso del otro día, creo que no deberíamos sólo dejarlo pasar, como si no hubiera significado nada —dijo, sorpresivamente, sin trabarse en ningún momento.

Levantó su mirada y vislumbró como los ojos de Leah se veían comprensivos ante sus palabras. Quizás de acuerdo a lo que decía.

—Ya veo... Te contaré algo antes de que hablemos sobre eso —dijo ella, acercándose lentamente a él. El ruido de los tacones resonó por toda la habitación—. Ese fue mi primer beso, así que sí significo mucho para mí —susurró en su oído, otra vez con su suave y calmada voz.

«Ámala».

—Leah —se preparó para decirlo, no sin antes tragar saliva una última vez—. Tú me gustas, Leah... Quería que lo supieras porque me decidí a tomar paso por un nuevo camino, así que no puedo ocultar algo que es obvio... Algo que es obvio desde hace mucho tiempo, y también creo que hacerlo es un progreso personal. —Vlas se llenó de valor para poder hablar cuando ella se alejó de él luego de ese intercambio—. Te quiero, Leah... Tú me has ayudado mucho, y también debo agradecerte por eso, creo que eres una chica extraordinaria, y piensas mucho en las demás personas, eso es de admirar, también eso fue lo primero que me encantó de ti, si sigues siendo tú misma seguramente llegues muy lejos... Eso también es lo que anhelo para ti, no cambies por favor... Nunca lo hagas —finalizó, con una sonrisa.

—Vlas —Leah suspiró su nombre, y permaneció en pausa, mirando a Vlas, ciertamente encantada con todo lo que él le acababa de decir. No pudo seguir.

—Era sólo eso, lo siento por haber robado tú tiempo, disfruta el resto de la noche —terminó su discurso y se dio la vuelta.

Antes de mover el picaporte para abrir la puerta y salir de la habitación, se volteó hacia ella, y le lanzó una última sonrisa. Al salir de la habitación, el sonido de la puerta cerrándose confirmó la soledad de Leah en ella, con sus sentimientos ahora confundidos... Y con todo eso que quiso suponer, tirado abajo... Las respuestas estaban hechas, y esos sentimientos, confirmados... Del todo.

«Te voy a amar, Vlas... Ya no quiero dudar más».

 

Unas horas después...

 

Fons, Ash, Distrito Central - 29 de Marzo - Año 526

 

—¿A dónde vamos, Rhys? Pensé que iríamos junto con Lara y Leah a la ceremonia —preguntó Vlas, notando que Rhys tomaba un camino distinto en la carretera.

—Tengo que pasar por un lugar antes, nos encontraremos con ellas en el palacio —respondió Rhys, con sus manos apoyadas en el volante, y su firme mirada concentrada en el camino.

—Entiendo —dijo Vlas, quedándose en silencio unos momentos—. Hablé con Leah —añadió, de la nada.

—Oh, ¿Y qué te dijo? —Un tono de interés se hizo auscultar en Rhys—. Por favor, dime que al menos se besaron de nuevo —bromeó, soltando unas risas.

—De hecho no fue «hablar», fui yo quien acaparó la mayor parte de la conversación, sólo le dije que me gustaba y le agradecí por haberme ayudado últimamente, después de eso me fui de la habitación sin esperar respuesta, creo que ahora mismo no es algo que necesite, sólo quería desahogarme, porque creo que debo comenzar a ser más sincero conmigo mismo. 

—Claro, aunque tú sabes que las cosas no quedaran así, ¿No? Leah no es ese tipo de chica, querrá respuestas, probablemente la confundida ahora es ella —dijo Rhys.

—Sí, lo sé... Pero es necesario, sólo ella sabe de sus sentimientos... Yo ya le hice saber de los míos y di de mi parte, lo que suceda desde ahora está en ella.

—Y te lo reconozco, al menos pudiste serle sincero.

—Sí —asintió Vlas, cuando sintió el movimiento en seco que delataba la detención del auto, y al mirar por la ventana, vio cómo se alzaba un luminoso e inmenso hotel frente a él.

Era un lugar muy elegante, y gigante, se encontraba en el Distrito Central de Ash... La zona más poblada, concurrida, famosa e importante de la nación. Desde ahí se podía partir hacia todos los lugares de Fons, todos los caminos desembocaban en el centro de la misma manera. El Distrito Central albergaba la mayoría de lugares que radicaban importancia en Fons, entre ellos: El Palacio Real, la Torre Light, la Estación Central, y la Plaza de la Ciudad; ubicada en el centro de esta, a pocas calles del palacio, ahí estaba ubicada la estatua más grande de Delta Ex Fons, y recibe su nombre en su honor. 

El Hotel Froyd, el lugar donde Rhys y Vlas habían sido convocados, también formaba parte de todos esos lugares importantes y comerciales del Distrito Central, el hotel más grande y lujoso de la cadena de hoteles de la familia Froyd. La segunda cadena de hoteles más grande del mundo, sólo por detrás de la de la familia Windsor y su compañía hotelera derivada del conglomerado WindsorCo.

—Aquí es, vamos a entrar —avisó Rhys, abriendo la puerta de su auto para luego cerrarla al bajar. Vlas lo acompañó cuando se adentraron en el edificio—. Mira, aquí dentro está Lee, él es el príncipe de Fons, ¿Recuerdas que hablé de él? —añadió, mientras caminaban por los extensos y esplendorosos pasillos del lugar.

—Sí, lo recuerdo... ¿Él es anfitrión de la ceremonia de hoy, cierto? El próximo rey.

—Así es, me pidió que viniera, quizás es importante, también pidió que vinieras tú, así que tendrá que ver con nosotros... Por cierto, estoy igual que tú, no sé nada sobre lo que hablaremos, por lo que por favor no me hagas preguntas —dijo Rhys, riendo.

—Qué extraño, Rhys Windsor no tiene idea de cuál será el próximo paso de una persona, eso sí es nuevo —dijo Vlas, sarcásticamente.

—De hecho, creo saber de qué podemos hablar, pero no quiero sacar conclusiones precipitadas, mejor entremos y nos enteraremos pronto.

Doblaron en un pasillo y se encontraron con decenas de escaleras que subían hasta el último piso. Comenzaron a subir paso a paso. Horas antes, Lee le había recomendado a Rhys no usar el ascensor por motivos de seguridad. Rhys comprendía su pedido, él conocía varias formas de anular la energía de un usuario atrapándolo en espacios cerrados, y si eso sucedía con Vlas y él, se tornaría agobiante tener que encargarse de un problema antes de la gala. 

 Después de llegar hasta el último piso caminaron por un pasillo distinto al de plantas bajas, era no solo más ancho y alto, estaba decorado más elegantemente, paredes de cerámica con cientos de pinturas colgadas en ella, y una larga alfombra roja que se extendía hasta el final del pasillo. Se pararon frente a una habitación que incluso sin entrar pudieron darse cuenta de que era inmensa, dos puertas gigantes de robles, quizás de tres metros de alto, con el detalle de una corona de oro en cada una. Era la suite del rey.

 Rhys golpeó tres veces, y se escuchó seco, no tardó mucho en escucharse movimiento adentro de la habitación, hasta que las inmensas puertas se abrieron y un guardia hizo presencia.

—¿Está aquí? —le preguntó Rhys al guardia, moviendo sus cejas.

—Así es, señor Windsor, su majestad se está alistando, pronto vendrá, si puede esperar, por favor —respondió el guardia, haciéndose a un costado, permitiendo el paso dentro de la habitación.

—Entiendo, esperaré aquí entonces —dijo Rhys, y apenas entrar se lanzó al cómodo sillón revestido de cuero. Era blanco.

Vlas miró alrededor de la habitación y quedó maravillado. Era alta, quizás unos cuatro metros, había un candelabro de cristal en el medio de esta que brillaba como el sol, las paredes eran blancas como la nieve y parecían estar hechas del mismo material que el pasillo. El lugar estaba decorado con muchos objetos de valor, vasijas y cuadros de pinturas antiguas. Toda la vajilla era de oro, vio vasos sobre la mesa llenos de vino, botellas de whisky y champaña en un mini bar que se encontraba en una esquina.

—Es impresionante, ¿Cierto? —preguntó Rhys, notando la admiración enmarcada en el rostro de su hermano—. Pasar una noche en este lugar cuesta cerca de quinientos mil Exs... Yo ya me he dado ese lujo.

—¿Has dormido ahí? —preguntó Vlas, señalando la cama.

Grande y alta, parecía muy cómoda, el respaldar era de madera de roble y la flanqueaban dos mesas de luz de un cristal color oscuro.

—Hemos dormido ahí... Vine con Lara, fue luego de nuestra noche de bodas. —Rhys sonrió.

—Oh, ya veo... Mejor ni pregunto lo que sucedió después —Vlas soltó, con una mansa risa.

—No, ni lo preguntes... No lo querrás saber. —Rhys se unió a la broma y acompañó a su hermano en las risas.

—Veo que la diversión es lo que sobra entre ustedes.

Una voz se logró oír en la habitación, y llamó la atención de Rhys y Vlas, quienes voltearon para ver parado en la puerta a un joven alto y esbelto. No pasaba los veinticinco años, su cabello plateado era medianamente largo y algo ondulado, llegaba hasta debajo de sus orejas. Era atractivo, rasgos finos propios de una persona con aspecto delicado. En su rostro resaltaban unos redondos ojos color gris claro, que se asemejaban a la plata, similar al color de su cabello. Vestía un traje blanco, con sus hombreras y botones dorados, arriba de este llevaba un sobretodo negro con el emblema de su reino en los bolsillos delanteros: Dos espadas plateadas cruzadas detrás de una corona dorada.

«¿Por qué se parece tanto a Ashley Crown?», pensó Vlas. El aspecto de ese chico automáticamente trajo el rostro de ella a su mente.

—Así que viniste, Rhys Windsor. —Lee se inclinó hacia adelante, y dio unos pasos dentro de la habitación—. Y supongo que tú eres Vlas, ¿Cierto? —preguntó, parándose ante el chico.

—Así es... Su majestad —respondió Vlas, haciendo una breve reverencia.

Intentó ser lo más formal posible, pero no pudo evitar preguntarse si eso realmente era necesario, él era un príncipe de otro reino después de todo. ¿Un apretón de manos no sería más acorde?

—No tienes que ser tan formal chico, puedes llamarme Lee... Lee Ex Fons —dijo, estirando su mano—. Un gusto conocerte, Vlas Windsor.

—El gusto es mío, Lee. —Vlas sonrió al apretar su mano. Al parecer sus sospechas eran ciertas.

—Bien, ahora que se presentaron, ¿Nos dirás para que nos pediste que viniéramos, Lee? —preguntó Rhys, todavía recostado en el sillón.

—Oh sí, pero primero quiero saber que tal vas con la organización sobre la seguridad del evento —preguntó Lee.

—Todos aceptaron —respondió Rhys, dejando unos contratos en la mesa—. Hasta Vlas —añadió, mirando a su hermano con una sonrisa.

—Bien... Entonces deberé de informarle a mi hermana sobre tu decisión, ella iba a comenzar a organizar por su cuenta si tú no respondías hoy —explicó Lee levantando los contratos. Se los dio a unos de sus guardias luego de acomodarlos en un sobre—. Guárdalos en la guantera de mi auto y cuando lleguemos al palacio dáselos a la princesa —ordenó, y su guardia asintió.

—Ella puede ayudar también, un despliegue de la Guardia Real no será tan mal visto después de todo —dijo Rhys, con cierta sensatez.

—Sí, claro... De eso ni discutir, pero ella quería ser quien estuviera junto a mí en el altar al lado del trono.

—Claro... Ella es muy desconfiada en ese tipo de situaciones, pero puedes decirle que se quede tranquila, conmigo las cosas no se saldrán de control —aseguró Rhys.

—Se lo puedes decir tú... Organicé una reunión para el lunes en la mañana, ya le informé a todo mi Consejo sobre mi decisión de elegirte a ti como principal guardia de la coronación... Y todos estuvieron de acuerdo conmigo, de hecho lo vieron como la opción más razonable para tomar.

—Hmm... Ya veo... Como hace seis años, espero que en esta no haya tanta tensión como aquella vez. —El tono sarcástico de Rhys apareció de nuevo.

—Vamos Rhys... Ha pasado mucho tiempo, las aguas ya se calmaron y el Consejo es uno totalmente distinto... Además de que estaremos mi hermana y yo.

—Lo decía como una curiosidad, Lee... Tampoco es que me importe demasiado el ambiente de una reunión con el Consejo del rey siendo yo Rhys Windsor, yo sólo haré mi trabajo, trabajo que acepté con mi propia consideración, además fueron ustedes quienes vinieron a mí por esta situación... No tengo ningún tipo de problema contra la Corona —dijo, Rhys, levantando sus hombros en señal de omisión.

—Mejor así, entonces te daré libertad de que organices a tu manera —aseguró Lee—. Pero cambiando de tema, con respecto a lo de hoy, quería que vieras esto que recibí. —Metió una mano en su bolsillo y escarbó en este hasta que sacó un sobre, parecía ser una carta—. No lo entendí muy bien, pero creo que es una amenaza. —Se la dio a Rhys

—«La noche blanca se verá manchada por el rojo de la sangre» —leyó Rhys, para luego levantar la mirada encontrando los rostros Vlas y Lee, ciertamente los miró con gracia—. Vaya, parece que nos enfrentamos a un poeta —bromeó, lanzándose hacia atrás de nuevo.

—Pensé lo mismo, no era tan difícil decir que intentaría asesinar a alguien hoy, el problema es que no sabemos a quién —indicó Lee.

—Yoh Tales... Sabía que era él —dijo Rhys, esta vez se concentró un poco más al darle una segunda lectura a la carta.

—¿Eh? ¿Cómo sabes que es él? —preguntó Lee, confundido.

—La tinta, es de Energía del Alma... Energía que le pertenece a Yoh Tales, ¿No has intentado leerla utilizando Energía del Alma en tus ojos? Puedes ver los vestigios de esta en ella —respondió, dejando la carta en las manos de Lee.

 —Tienes razón —dijo Lee, sin quitar la vista del papel—. Así que no mentía aquella vez —agregó.

 

Un mes atrás...

 

Fons, Raven, Distrito Oeste - 18 de Febrero - Año 526

 

—Vengo siguiendo esta presencia por más de cinco horas... Y sabía que serías tú, Yoh Tales —dijo Rhys, luego pararse ante un extraño que había estado siguiendo, hasta que este frenó en un callejón.

—Rhys Windsor, hace años no nos encontrábamos, ¿Qué tal has estado? —preguntó Yoh, dándose la vuelta, algunos rayos del sol que pasaban por los espacios de los edificios asediaron el lugar. Su rostro se vio un poco.

Un chico joven, alto y delgado, con la apariencia de un extranjero, tenía la cara alargada, ojos color marrón oscuro, y su cabello era lacio, de color negro, este se encontraba peinado hacia atrás, pero de todas maneras caía un poco por su rostro.

—Bien, hasta que te encontré, debería preguntar qué haces en Fons, tú no deberías estar aquí —dijo Rhys, con firmeza, la actitud irónica de Yoh le molestaba. 

—Lo dice Rhys Windsor... El Demonio de Remia, el Niño Maravilla, el Humano más Fuerte, o el Prodigio Divino... Yo nunca fui una persona que tenga vastos conocimientos en historia, pero puedo asegurar que cada uno de esos apodos te los ganaste luego de que en la guerra te enfrentaras a toda la nación... Viendo eso, ¿No es hipócrita que me lo digas a mí? —preguntó.

Esa sonrisa odiosa que dibujo en su rostro hizo molestar aún más a Rhys.

—Yo no me enfrenté por egoísmo, tenía mis propios motivos que involucraban a muchas personas.

—Yo también lucho por otras personas, Rhys, por mi nación, por Zardie... Fons es un parasito, deberías saberlo, no quiero que el lugar donde nací desaparezca por la ambición de otros.

—¿Y Filii Dei también lo era?

—Ja... ¿Sabes por qué quise invadir Filii Dei?

—El Scire de Artemisa, ¿No es así? —preguntó Rhys.

—Tienes razón, si yo mismo te lo dije, pero que imbécil —dijo, soltando unas fuertes carcajadas—. Pretendiendo que ella era la poseedora más débil creí que sería capaz de ganarle y robárselo, pero no consideré la situación de que tú estuvieras ahí en ese momento... Mis conocimientos eran limitados, yo pensaba que sólo existía un Di Rem con Scire... No dos —agregó, refiriéndose a Rhys y a Rygal. 

—¿Qué quieres ahora entonces? ¿Seguir intentando algo que sabes que es imposible?

—Quiero el lugar que me merezco, ¿Acaso tú vas a impedírmelo? —preguntó, cambiando su rostro a uno de seriedad, y lentamente sacó su mano de su bolsillo, esto permitió que su sello se dejara ver.

—Lo conseguiste... Sabía que lo harías tarde o temprano... Vaya insistencia tienes —rio Rhys.

—¿Es un halago o una burla?

—Supongo que un poco de ambos, pudiste controlarlo, así que algo para halagar tienes.

—¿Sabes, Rhys? Cuando te convertiste en mi mayor obstáculo supe que debía hacer algo para eliminarte de mí camino, no me halagues por haberlo conseguido, mejor asústate —dijo, con gran seguridad.

Rhys no pudo evitar soltar fuertes carcajadas que resonaron por todo el callejón, el ruido se hizo eco.

—Yoh... Te seré lo más claro posible para que no intentes una locura, aunque ahora tengas un Scire no hay forma de que puedas acercarte a mi e intentar atacarme sin que arranque tu cabeza en un instante... Incluso no te darías cuenta de que sucedió antes de verte muerto en el suelo —soltó Rhys, entre dientes, e impactó una fría y seria mirada en Yoh.

Yoh activó su sello y Rhys dejó ver una sonrisa.

—Suerte... Rhys Windsor.

Un único movimiento de Yoh apenas al levantar su mano fue suficiente para que se dé cuenta de la notable superioridad de Rhys... Quedó paralizado cuando sintió el frío del metal apoyado en su frente.

—¿Qué decías? Yoh Tales —preguntó Rhys, sosteniendo la empuñadura de su arma con soltura.

Ni siquiera era una postura amenazante, pero Yoh lo sabía... Sabía que si Rhys sólo estiraba su mano un poco más no podría llegar a sobrevivir.

La tensión de la situación se dispersó cuando una mano se apoyó sobre la de Rhys, y la empujó despacio, obligándolo a bajar su espada.

—No quiero peleas en mi nación —intervino Lee, con un tono serio, mirándolos a ambos al comprender que la situación llegaría más lejos de lo que creía si los dejaba continuar.

—Llegó el príncipe, parece que estamos completos. —Se esparció un poco de sarcasmo en las palabras Yoh. De todas formas, algunos vestigios de su miedo se vieron reflejados en su todavía temblorosa voz.

—Lee... Tanto tiempo —lo saludó Rhys, al esconder su espada en el sello.

—¿Qué tal, Rhys Windsor? No creí que nos reencontraríamos de nuevo después de la guerra, ¿Acaso no le habías bloqueado su energía? —preguntó Lee, señalando a Yoh.

—Lo hice, pero no sé si notaste que tiene un Scire, alguien no sólo deshizo mi bloqueo, sino que le otorgó aún más poder.

—Ahora es el líder de Zardie, parece que la guerra civil ya terminó, se mataron entre ellos para ver quien tomaría el mando, están todos locos —soltó Lee.

—No hables así de mi gente —gruñó Yoh, con su enojo brotando.

—¿Y cómo quieres que hable de personas que se asesinan entre ellas siendo de la misma nación?

«Justo esas palabras», pensó Rhys, recordando la guerra.

—Emm... Lee, ¿Te olvidas lo que pasó hace seis años? No le ganaras en una discusión —aconsejó Rhys.

—Esta vez Windsor tiene razón, justamente él es el único que saldría airoso de un debate así... Pero quería que supieran que no me quedaré con los brazos cruzados, todavía tengo en mente quitarle a Fons lo que es mío —Yoh amenazó, de nuevo.

—¿Otra vez? Cada que has intentado invadir una nación sale algo mal, no lo haría por tercera vez Yoh, yo no me iré de aquí. —La afirmación de Rhys dejó ver su agotamiento.

—¿Y quién me lo puede impedir? ¿Tú? —preguntó, cuando en un parpadeo, de nuevo sintió el filo de la espada en su cuello, y al ver esa mirada fría, con esos ojos verdes que parecían atraparlo en un vacío infinito, supo que se encontraba frente a Rhys Windsor, a punto de morir... Otra vez.

—Sí... Yo te lo puedo impedir... ¿Quieres intentarlo? —preguntó, con serenidad, pero con el tono de voz más implacable posible al mismo tiempo.

—No lo hagas, Rhys... Lo último que necesito es que toda la Republica de Zardie se nos venga encima porque su líder murió en mi territorio... Déjalo, ahora sabe que no debe intentar una locura —dijo Lee, sacando su espada otra vez—. Vete Yoh... Este es el último aviso.

—No... Nada de último aviso, ustedes saben que esto no acabará aquí, ten cuidado cuando asumas el trono Lee... Serás el primer rey bañado en la sangre de tu gente. —Impotente y humillado, Lee se dio la vuelta, y saltó al techo de uno de los depósitos vacíos que daban salida al callejón—. Nos volveremos a ver, Rhys Windsor —añadió, y su figura se desvaneció en un instante.

—¿Cuándo «asumas»? No me digas que tu padre abdicará el título y tú serás el siguiente rey —preguntó Rhys. 

—Así es... Que extraño no lo sabías, tú eres el primero que debía haberse enterado.

—He estado algo alejado de los problemas, mi esposa no me permite meterme en los temas políticos de la nación, por lo que no sabía —dijo Rhys, riendo.

En realidad Lara no le había impedido nada, más bien, su pedido fue algo así como: «Te estresas con facilidad, Rhys, ¿De qué te sirve estar involucrado en todo eso si al final no ganas nada? Ni siquiera eres ciudadano fonsés... Ni yo que soy parte de una casa real y tengo un lugar en el consejo me involucro... No es necesario». Y ciertamente ella tenía razón, Rhys se había alejado de Remia por tales motivos, y seguir haciendo lo mismo en Fons era en vano, más cuando él quería estar un poco en tranquilidad, con ella, dedicándose a su familia... Fue algo que dejó atrás por él mismo, hacía mucho tiempo no tomaba decisiones pensando en él, o al menos, en base a su propio juicio.

Agradeció hacerlo, porque estuvo seis años sin tener un ataque de pánico, viviendo sólo por y para ellas, involucrado más que nada en su vida hogareña, tan tranquilo como agradecido, esa era la vida que siempre anheló, la que no quería perder... Aun así, cuando volvió a Remia, y sucedió todo eso con Vlas, volvió a tener otro ataque de pánico, aunque fue una situación aislada, ya que desde que había regresado a Fons, con su hermano a salvo a su lado, y su madre a salvo en su hogar... No había sucedido de nuevo.

—Oh, ya la llamas tu esposa, así que te casaste con Lara Harch —señaló Lee—. Ella es una gran mujer, y también es muy hermosa —agregó.

—Sí, ni que lo digas, me casé con ella luego de la guerra... De hecho Ash asistió a la boda, es extraño que tú tampoco lo supieras.

—En realidad tenía algo de conocimiento, Ashley me lo dijo una vez, pero no me lo explicó bien... De todas formas, ¿Qué más da? Felicidades Rhys —dijo Lee, abriendo sus brazos en señal de cortesía.

—Gracias Lee... Por cierto, también tenemos una hija, se llama Leah, y también es una chica hermosa —contó Rhys, orgulloso.

—¡Wow! Por Sun, avanzaste muy rápido, Rhys... Quién diría que ya eres todo un padre de familia —bromeó, dejando salir algunas carcajadas.

—He cambiado demasiado gracias a ella... Así que no debería ser una sorpresa. —Rhys bajó su cabeza, con una sonrisa.

—Sí... He escuchado ese discurso varias veces, Rhys: «Si ella no hubiera estado a mi lado ya estaría muerto», y bla, bla, bla... Todos sabemos que eso es mentira, ya que tú no puedes morir, eres la persona más fuerte del mundo.

—¿Y si sabes de lo que soy capaz por qué no me dejaste acabar con Yoh?

—Como te lo acabo de decir... Estoy a punto de asumir, no puedo empezar una guerra contra una nación fronteriza antes de la coronación... Por cierto, necesito tu ayuda con eso. —Lee cambió el ritmo de la conversación—. Es algo demasiado importante y creo que tú eres la mejor opción.

—¿Quieres que organice la seguridad del evento? —preguntó Rhys, inclinando su cabeza a su izquierda... Lo dijo con evidencia.

—Eres perceptivo, pero sí, necesito que estés ahí, Rhys... Mas ahora. —Elevó levemente sus cejas.

Con ese movimiento Rhys supo que estaba refiriéndose a Yoh.

—Deberé hablarlo con Lara.

—Supongo que ella también estará ahí... Después de todo es parte del clan Harch, es una de la casas reales más importantes del reino, por ley será invitada.

—Bien, ya veo. —Rhys dudó unos minutos, acariciando su barbilla al analizar la situación—. Puedo llevar a mi equipo, ¿Cierto?

—Mientras más seguro sea, mejor... De hecho —paró, al sacar unos papeles de su chaqueta—. Si lo haces, les pediría que firmen esto antes si es que van a participar... No es nada importante, sólo diplomacia, necesito tener la certificación de que es algo legítimo, para que el Consejo me permita usar ese dinero en la ceremonia —añadió, dándoselos a Rhys.

—Contratos... ¿Para cuándo los quieres? 

—Dentro de un mes... Una semana antes de la gala enviaré las invitaciones así que podrás decirle a todos, no lo hagas antes por favor... Arruinarías la sorpresa —bromeó.

—Entiendo... ¿Sólo era eso? —preguntó Rhys, guardando los papeles en su bolsillo.

—Sí... Y gracias, Rhys... Ahí en los contratos dice perfectamente todo lo que se les pagará por participar, y las condiciones... Fue un gusto hacer negocios contigo —rio Lee, al estirar su mano.

—Ja... Si tú lo dices —Rhys chistó, irónicamente, al apretar la mano del príncipe, sellando el acuerdo—. Mándale saludos a tu hermana, dile que la extraño —añadió, Lee ya se estaba comenzando a alejar él.

—No creo que a Lara le guste que hagas ese tipo de bromas —dijo Lee al darse la vuelta. En su caminata hacia el final del callejón negó algunas veces con su cabeza, mientras reía—. Nos vemos luego, Rhys Windsor. —Levantó su mano de espaldas y desapareció entre la multitud que pasaba por la calle apenas visible al final del callejón.

—Nos vemos, Lee Ex Fons.

 

Presente...

 

Fons, Ash, Hotel Froyd - 29 de Marzo - Año 526

 

 —Puedes quedarte tranquilo Lee, me encargaré de eso... Los chicos ya están en el palacio, haré que me avisen si ocurre algo extraño... Además, en un rato ya estaré ahí yo también, no puedo dejar a Lara mucho tiempo sola —dijo Rhys, dejando la carta en la mesa, y al apoyarse con fuerza en los apoyabrazos del sillón se impulsó para ponerse de pie

—Bien, lo que tú digas... Yo iré dentro de una hora, mi hermana me dijo que llegaría en quince minutos, supongo que está cerca —explicó Lee, acompañando a Vlas y Rhys hacia la puerta.

—Entiendo... Antes de entrar revisaré el perímetro del palacio, si hay algo sospechoso no dudaré en actuar y luego le avisaré a tu hermana.

—Mejor así —asintió Lee, y se dirigió a Vlas—. Un gusto conocerte, Vlas Windsor, nos vamos a volver a ver —aseguró, tocando su hombro.

—Claro... Suerte en tu fiesta esta noche, Lee —respondió Vlas, con gentileza.

—Gracias Vlas, aunque todo esto queda en tu hermano —bromeó Lee, mirando a Rhys.

—No se me irá de las manos, lo aseguro... Nos vemos en un rato, Lee —se despidió Rhys, y comenzó a caminar por el pasillo en dirección a la puerta de las escaleras. Vlas lo seguía.

—Nos vemos en un rato, Rhys. 

 

Treinta minutos después...

 

Fons, Ash, Palacio Real - 29 de Marzo - Año 526

 

 El salón donde la gala se llevaba a cabo era hermoso, gigante, aproximadamente entraban cinco mil personas, todas vestidas de gala entre vestidos brillantes de lentejuelas y trajes oscuros. Los candelabros de cristal colgaban del inmenso techo del mismo material que se alzaba como una cúpula. La brillante luz blanca de la luna reflejaba en el techo y cientos de estrellas adornaban el inigualable cielo nocturno. Esto se podía apreciar mejor subiendo la escalera con forma caracol que rodeaba el pilar más grueso del salón que llevaba a una torre por fuera del techo.

Era la torre más alta en el ala este del castillo, cuatrocientos años atrás fue usada como punto estratégico en la Primera Guerra Mundial, antes de ser destruida, para luego ser remodelada junto con el salón, y ambos pasaran a formar parte del nuevo renombrado salón de actos del palacio... El más grande de la nación.

Las pinturas colgadas en la pared eran rodeadas por brillantes escayolas con incrustaciones de piedras preciosas. Estas pinturas que acompañaban los diseños de los pisos y pilares de mármol eran gigantes, del mismo tamaño también eran los ventanales de cristal con marco de oro que daban a los balcones, desde donde se veía la ciudad entera, era una inmensidad.

—Hola hermosa mujer, ¿Estás sola? —preguntó Rhys, apareciéndose detrás de Lara.

—Lo siento, estoy casada, mi esposo se va a enojar. —Ella se dio la vuelta y le siguió el juego al intercambiar algunas sonrisas.

—Perdón, no puedo mantener el personaje. —Rhys negó con su cabeza y comenzó a reír.

—Lo sabía. —Sonrió Lara, con dulzura—. Veo que no llegaste tan tarde... Fue rápido —dijo, ajustando la corbata de su esposo, esta ya estaba torcida—. Creí que tardarías más —agregó, pasando su mano entre los mechones del cabello de Rhys, para acomodar también su peinado.

—Sólo me contó algo, luego cuando estemos a solas te lo puedo decir, y nada más... ¿Tú te has sentido bien? —preguntó, colocando su mano en la mejilla de ella, al sentirla en su tacto, le dio una suave caricia.

—Rhys, estoy bien, ya te dije que debes dejar de preocuparte demasiado, soy una mujer que puede cuidarse sola... Aunque no me desagrada tu preocupación... Gracias de todas formas —respondió, tomando apretando la mano de él cuando esta bajó hasta la suya. Al subir su mirada, le sonrió.

—De nada cariño, sé que soy sobreprotector, pero es porque te amo y no quisiera que nada malo te suceda —dijo él, y al pasar su mano por la cintura de su esposa con un ligero movimiento la llevó más hacia él—. Veo que estás en compañía —añadió, al notar algunos de los familiares de Lara alrededor suyo.

—Oh, sí... Les estaba contando sobre lo del embarazo —respondió ella, emocionada.

—Ya veo, que bien... Tanto tiempo... A todos. —Rhys alzó su mano y los saludó con una sonrisa.

«Que suerte que no está él», pensó, advirtiendo la ausencia de esa persona en particular. Aunque con la presencia de Lisa y Serina supuso que él no iba a estar en ese lugar.

—Hola Rhys... Felicitaciones por el bebé que esperan, ya se lo dijimos a Lara pero tú también las mereces —respondió Lisa Harch, la tía de Lara.

—Gracias Lisa... Sin dudas esto que estoy viviendo junto a Lara en este momento es un sueño... Siempre quisimos formar una familia juntos. —Su ilusión y alegría se dejaron vislumbrar juntas en sus palabras.

—¿Ya saben que nombre le pondrán? —preguntó una chica joven que se encontraba del lado contrario a Rhys, al lado de Lara.

Si mal no recordaba, ella era una de las primas menores de Lara. Sophie o Anna, no sabía cuál, ellas eran las hijas de Lisa. Su mente todavía seguía analizando esa posibilidad de poder deducir su nombre, después de seis años ellas habían crecido y ya no eran niñas, y ni siquiera cuando lo eran podía hacerlo.

—Apenas voy un mes y medio... Ni siquiera sabemos si será niño o niña, cariño —respondió Lara, mirando a su prima con agrado. 

—Ya te dije que no me digas cariño... Ya no soy una niña —protestó la chica, cruzándose de brazos.

 —Oh, lo siento Anna... Igualmente tengo recuerdos hermosos contigo... Para mí siempre serás una niña hermosa. —Sonrió Lara, acariciando el cabello de Anna. Ella se dio la vuelta y le dio un abrazo con cariño.

Todos sonrieron viendo la tierna escena. Rhys no fue la excepción, siempre admiró el hecho de la hermosa capacidad que Lara poseía cuando para relacionarse con los chicos se trataba. Ella avanzó muy rápido en su relación con Leah después de esos percances, también se llevaba muy bien con sus primas incluso siendo más de diez años mayor que la más grande de ellas. Era dulce y tierna, siempre tuvo una gran figura de madre, Rhys sintió que se trataba de un don natural que sólo ella poseía.

Mientras sonreía mirando a su esposa ahogado en sus pensamientos, todos ellos desaparecieron de su mente y una sensación extraña invadió su cuerpo al hacer que toda su piel se erizara cuando detrás de él sintió la voz de alguien que justamente no quería cruzarse.

—Tanto tiempo... Rhys Windsor —pronunciaron esas palabras a sus espaldas.

 Rhys se dio vuelta para ver a Michael Harch, el tío de Lara y actual líder del clan Harch... Pero más que todo eso, la persona que le había hecho la vida imposible tanto tiempo atrás.

 Luego de la muerte de Thomas, el clan Harch tuvo un vacío de poder. Thomas no había sido claro con su petición en su testamento, donde se dejaba en claro que la persona que se encargaría del negocio familiar sería Lara, más no del clan, por lo tanto, el líder se terminaría decidiendo por votación entre los miembros que quedaban, y luego de que Lisa, Serina y Vince rechazaran el puesto, el único que quedaba era Michael, el segundo hijo varón de Richard Harch, el anterior líder del clan antes que Thomas, y su padre.

 Michael tomó el mando del clan semanas antes del comienzo de la guerra, por lo tanto, aprovechó tal poder para hacer lo que quisiera dentro de la familia en el transcurso de esta, y entre la muerte de Marie; la madre de Lara, y la propia inexperiencia ante tales situaciones y depresión que Lara tuvo que vivir, fue cuando más él se dejó llevar, y pasó por arriba cualquier tipo de autoridad dentro del clan, y hasta de la nación. Aliándose con Rygal Di Rem en la guerra inclusive, hasta que Rhys tuvo que parar su engrandecimiento en aquella batalla que aún perduraba en la mente de ambos... Y desde ese momento, como líder del clan, Michael siempre estuvo en contra de Lara, colocándole así varias trabas en las decisiones que ella quería tomar en su vida personal; como cuando decidió casarse con Rhys, o cuando adoptó a Leah y la unió al clan legalmente. Sin contar cada uno de esos impedimentos en todas las decisiones que ella quería tomar en torno a la empresa, que ella misma dirigía. Sumándole también la negación de tomar postura política en el Consejo, haciendo así que el clan Harch perdiera influencia en este, y que el clan Relty se convirtiera en la casa número uno del reino luego de tantos años en los cuales el clan Harch estuvo en la cima.

 Rhys sabía que Michael era un problema, y no sólo para Lara y su familia, sino que para la nación y el nuevo mandato de Lee también, sin embargo, él intentaba no arraigarse a la idea de tener que acabar con su vida para parar sus extrañas motivaciones, aquellas que obviamente estaban enlazadas con lo que fuera que Rygal tuviera en mente... Sabía que si seguía así, aquello que sucedió en la guerra volvería a suceder, y quizás no debería tener tanta piedad como si la tuvo en el pasado, y de una vez por todas, para honrar la memoria de Thomas, así como la de Marie, y los padres de Leah... Acabar con Michael Harch.

 Rhys miro a Lara con un rostro de disgusto, y ella, sabiendo lo que significaba tal gesto, lo tomó de la mano y le susurró al odio:

—No hagas una locura, Rhys, está toda la elite de la nación aquí, por favor, sólo quédate tranquilo.

No lo soltó de la mano mientras hacia su pedido, y luego de este tampoco, se quedó parada a su lado con firmeza.

 «Quédate tranquila Lara, si tengo que romperle la cara a este tipo será en un combate uno contra uno», pensó él, con una sonrisa arrogante.

—Michael Harch... ¿Qué tal? —lo saludó, con simpleza.

—¿No crees que puedes hacer el saludo un poco más animado? —Michael osó usar algo de sarcasmo, dejando ver en su rostro el cinismo de la pregunta.

—Bueno... Si lo vemos de esa forma, tampoco hay algo que me diga que debo hacerle una fiesta a cada persona que salude, irónicamente me lo pide la última persona que quería cruzarme hoy —respondió Rhys, haciendo lucir su ser sarcástico también, ya que sabiendo que Michael no estaba siendo serio... Él tampoco lo sería.

—Sigues con esa actitud altanera de siempre, Rhys Windsor... Bueno, yo sólo quería felicitarte por lo de tu hijo, es bueno saber que pronto tendremos otro miembro en el clan.

Esas palabras cambiaron la actitud de Rhys y le clavó una fría mirada que vino acompañada de una gran arrogancia.

—No... Estás equivocado, mi hijo no será parte de tu clan, mi hijo será un Windsor, como mi hermano y como yo... Lo lamento por todos los miembros de la familia, pero la única Harch que respeto y aprecio es a mi esposa... Y años atrás lo fue Thomas... Pero todos aquí sabemos que sucedió con él.

Cuando dijo eso, todos a su alrededor se quedaron mirándolo sorprendidos de la situación. Lara apretó más fuerte su mano y la jaló intentando llamarle la atención, pero no funcionó.

—Ja... ¿En serio estás despreciando un clan como el Harch por ese clan de asesinos del cual vienes? Me sorprende viniendo de alguien tan inteligente y sensato como tú, Rhys Windsor —soltó, ampliando aún más su voz cínica y burlona, haciendo también hincapié en su apellido por sobre todo lo que había dicho antes.

—Repite lo que has dicho... Michael Harch. —Lo enfrentó, entre dientes. Esas palabras hicieron hervir su sangre, pero todavía había más, lo que Michael dijo a continuación sólo fue la gota que colmó el vaso.

—Dije: «Ese clan de asesinos del cual vienes», ¿Acaso tienes cera en los oídos? ¿O es que tanta sangre ya te ha dejado sordo?

 Rhys sin poder aguantar más, sacó la mano de su bolsillo, preparado para darle un fuerte puñetazo, pero su ira disminuyó y la tensión desapareció cuando sintió su muñeca siendo apretada con demasiada fuerza. Cayó en cuenta de quién era cuando miró hacia su costado y vio el rostro de Lara, enojado, ella era muy intimidante cuando estaba en ese estado, sus brillantes ojos azules ya no relucían, parecían glaciares de la frialdad que reflejaban. Echó un vistazo alrededor y notó que había hecho un número, todos los invitados los estaban mirando en silencio.

—Ven conmigo —dijo ella, en voz baja—. Ya —ordenó, al levantar su mirada y clavar sus ojos en él.

Rhys sabía que ella nunca había estado tan enojada como en ese momento, así que asintió, y ambos abandonaron el lugar.

 Al otro lado del salón Vlas miraba la escena entre risas, estas cesaron cuando sintió algo de movimiento detrás suyo. Conocía esa voz que se venía acercando.

—Se nota desde aquí la furia de Lara —aseguró la chica que se había parado a su lado.

Vlas giró su cabeza y un rostro conocido acaparó su vista.

—¿Mya? ¿Qué haces aquí? —preguntó, sin poder creerlo, ella estaba usando un esmoquin y llevaba su cabello atado... También cargaba una bandeja con copas.

—Trabajando, ¿No ves? —respondió Mya, con obviedad—. Aunque hubiese preferido estar en la gala como invitada, tenía varios hermosos vestidos que podía usar... Ay, me quedaban tan bien —protestó, desilusionada.

Aunque para Vlas eso no parecía ser del todo cierto, ella seguía viéndose muy bien con esa vestimenta. Su belleza era notable en cualquier estilo.

—Oh, claro, Rhys dijo algo de que ustedes ya estaban aquí, no pensé que eran los sirvientes.

—Sólo es una máscara, en realidad estamos aquí para ver que no haya ningún intruso, ¿Tú sabes lo de la carta? 

—Sí... Estaba ahí cuando Rhys la leyó, es una locura.

—Exacto, pero aquí estamos... Me tocó esta zona, Kit y Dean están por allá. —Ella señaló otras partes del inmenso salón—. ¿Quieres algo de tomar? —preguntó, ofreciéndole una bebida al levantar un poco la bandeja por encima del rostro del chico.

—¿Tiene alcohol?

—Obviamente, Vlas... Es champaña.

—Oh... He escuchado de ella pero nunca probé, igual no importa, hay una primera vez para todo, quizás me guste —dijo, tomando una copa. Tomó un poco al inicio, y le gustó tanto que vacío el resto de un trago—. Es muy buena —añadió, agarrando otra.

—Ey, ey... Ve lento, chico, me dejarás sin bebidas por el resto de la noche... —rio Mya, alejando la bandeja de su vista—. Vi a Leah hace un rato, debe de estar por ahí, nos vemos luego —se despidió, siguiendo su recorrido hasta perderse de vista entre los invitados.

—Nos vemos después, Mya —dijo Vlas, con su mirada dando un largo vistazo por los alrededores—. Hmm... ¿Dónde estará Leah? 

 

Mientras tanto...

 

—Te lo dije... No hagas escándalo, pero no, tú siempre tienes que sobresalir sobre todos y dejarme en ridículo frente a cinco mil personas, ¿Qué sucede contigo, Rhys? —declaró Lara, alzando la voz, dejando salir todo su enojo, mientras Rhys la miraba sabiendo que realmente lo había arruinado.

—Te dije cientos de veces que no quería ver a tu familia... Y menos al imbécil de Michael, ¿Cómo va a tener el ímpetu de decir que mi hijo será parte de su clan? Ese clan murió junto con Thomas, no quiero que nada una a mi familia con él —respondió Rhys, de brazos cruzados.

Él no recordaba cuándo fue la última vez que ellos discutieron, pero juraba que había sido al menos hacía seis o más años. Lara no era una persona que acostumbrara a enojarse, no era una persona a la que le gustara pelear tampoco, luego de varios altercados que incluyeron esas dos acciones en su vida ella cambió, y desde tales situaciones sólo peleaba cuando el contexto lo requería, y no por gusto o capricho, menos aún si se trataba de ira... Una persona enojada no sabría controlar el resultado de una pelea como si alguien sereno, ella lo sabía, por eso cuando Rhys actuaba de esa manera intentaba hacer lo imposible para revertir la situación, estando a su lado para controlarlo y que no cometiera una locura... Ya lo había visto hacer muchas, y sabía que si él seguía así eso nunca acabaría, pero no podía dejar de pensar que aunque Rhys se lo propusiera, eso estaba en su ser y no cambiaría por nada del mundo... Quizás ni siquiera por ella.

—Pero era sólo una noche Rhys, te dije que quería pasarla bien, sin problemas, te lo repetí toda la semana y todas las veces me dijiste que lo harías, ¿Ahora qué? ¿Eres un niño pequeño que tiene que hacer berrinche por todo? ¿Cuándo vas a entender que el mundo no gira a tu alrededor? Por favor, Rhys, sabes que sólo lo hizo para provocarte, me sorprende que siendo tú, la persona más inteligente que conozco, no te dieras cuenta —soltó, disminuyendo su alteración poco a poco. Luego de su descargo procedió a quedarse en silencio, mirando a su esposo con una leve decepción.

—Lo siento —se disculpó Rhys, rompiendo ese silencio que ella había formado.

Antes de hacerlo miró a Lara, y ella negó con la cabeza, para luego bajar la mirada cuando escuchó sus disculpas.

—Esta vez no, Rhys... No funcionará esta noche —dijo, con su tono más sereno. Se acercó despacio a él y le dio un beso—. Me olvidé de saludarte hoy por cierto... Volveré a la fiesta, únete cuando estés más tranquilo —añadió, caminando hacia la puerta—. Piensa en lo que quieres para ti, Rhys... No puedes seguir así —dijo a lo último, antes de abandonar la habitación por completo.

Rhys no comprendió sus últimas palabras, pero un mal presentimiento vino a él, angustia e impotencia se mezclaron con algunos sentimientos de ira que todavía tenía, haciéndolo sentir demasiado confundido, con él, con Lara, con la situación... Y llegando al punto de que la confusión se hizo tan grande como para perturbar sus propias creencias que habían crecido con él en el correr de unos largos veintiocho años.

Lara estaba enojada por su nulo control de la ira. Él comenzó a tener esas reacciones luego de la muerte de Demian. No lo recordaba muy bien como para asegurar que fuera así, pero tampoco podía asegurar que antes de ese día alguna vez actuó con tanta impulsividad como lo venía haciendo por más de diez años. Cuando era joven le gustaba pelear, pero no para dañar a los demás, no porque estuviera enojado, no por cualquier otra razón que se asemejara a la violencia... Sólo lo hacía por la misma razón que hacía todo lo demás... Era muy bueno, le gustaba hacerlo, y no iba a parar hasta ser el mejor en eso... No podía sólo rechazar su naturaleza ambiciosa, él vio la cima por mucho tiempo, se acercó a ella tanto que perdió su apoyo en la tierra, y tal como una vez Demian le dijo... Cuando ya no tuvo límites, la cima no fue suficiente, la ambición lo atrapó, y se perdió en un instante... En ese instante vio a su padre en la misma cima que él había intentado llegar, pero los años ayudaban a crecer también, no todo era talento y genialidad... Más sabía el diablo por viejo que por diablo, y él lo supo en ese momento, ser el hombre más poderoso del mundo no era para cualquiera, la debilidad era lo único que él poseía y que su padre no, por eso no lo pudo vencer, y cayó al abismo.

Sin todavía poder asegurar si aquella vez fue cuando se convirtió en el Demonio de Remia sólo pensó si alguna vez tuvo la oportunidad de no hacerlo, si alguna vez tuvo la oportunidad de no caer, de dejar de apuntar a la cima y de sólo haberse conformado con lo que había conseguido, si alguna vez tuvo la oportunidad de acabar con su ambición... Su más grande perdición.

Él no sabía muy bien con qué estaba enojado. Alguna vez pensó que era con el mundo, pero no... También colocó al destino en la balanza, pero era aún más estúpido... Quizás el Scire, para nada... ¿Rygal? Esa era su mayor sospecha, pero también la descartó... ¿Por qué? Porque con lo único que estaba enojado era con él mismo... Aceptó y comprendió la idea de que no todo lo que pasó en su vida era su culpa, lo sabía, él sabía que no podría haber hecho demasiado en contra del mundo, en contra del destino, en contra del Scire o en contra de su padre, pero no podía estar enojados con ellos tampoco, porque la razón de que ellos tuvieran la culpa siempre fue él también... Al final todo se reducía a él, a su debilidad, a sus decisiones, a su camino; a su mente oscura, traumada y asesina que lo llevó al peor lugar posible. Él tenía esos genes y no podía hacer nada para borrarlos de él... Esa era su maldición, aquella con la que siempre iba a tener que cargar.

Por eso siempre intentaba mostrarse fuerte, por eso siempre vencía a sus rivales con soberbia y superioridad, por eso mataba todo lo que llegaba a atentar con su vida y la de sus seres queridos, por eso resolvía todo con violencia... Porque no quería demostrar debilidad, todo lo perdió por culpa de ser débil, todo lo perdió por culpa de no dejarse llevar por sus emociones... De intentar ser razonable con personas que no lo eran.

Él no podía seguir caminando por la cuerda floja de la inconsistencia, porque el destino de todo lo que amaba estaba en sus manos, porque Rygal jamás se rendiría y si él era débil otra vez este le quitaría todo... Siempre le pidió perdón a Lara por las decisiones que tomó en el correr de su vida, también estaba al tanto de todo lo que ella sufría en consecuencia a su actuar, la había lastimado tantas veces que tenía la idea de que ella algún día se iba a cansar de él, y lo iba a dejar. En cualquier caso, si eso sucedía, lo iba a aceptar, porque, aunque la amara como a nada en el mundo, aunque ella fuera la razón de su poder, y por más de que ella se lo pidiera mil veces, él no lo iba a hacer... No iba a cambiar.

Ya que cambiar significaría perderla para siempre. 

—Es una chica dura, ¿No? —preguntó Lee, quien se encontraba detrás de una pared.

—Ja... ¿Escuchaste todo?

Rhys, quien todavía estaba sofocado por sus pensamientos, lo vio moverse hasta la puerta que se encontraba frente a él.

—No... Sólo la mitad, pero debo decirte que tiene razón, sólo como la opinión de alguien externo, no conozco mucho de su relación, por no decir nada —explicó Lee, levantando sus hombros.

—Sí, sé que tiene razón... Pero ese imbécil me desespera, no te diré nada sobre la invitación, porque puedes hacer lo que quieras, pero igual, me molesta demasiado su presencia —aseguró Rhys, apretando su puño con fuerza.

—Lo sé... Igual no vine para hablar sobre eso, tienes que ver algo —dijo Lee, señalando hacia el suelo.

—¿Qué pasó ahora? —preguntó Rhys, mirando hacia abajo—. No hay nada.

—Aquí no, imbécil —rio Lee—. Ven... Está en el sótano —dijo, comenzando a caminar.

—Oh, claro... Vamos hasta ahí —respondió Rhys, siguiendo a Lee por una escalera caracol que bajaba hacia el sótano.

Repleto de oscuridad.