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Chapter 12 - Capítulo 10: Regresar, y no arrepentirse – El «Niño Maravilla» I

Remia, Crystel, Residencia del Clan Windsor - 5 de Junio - Año 525

—Su nacimiento no fue una casualidad, nada de lo que Rygal proponga es una casualidad... Podemos asegurarlo, aunque más que su nacimiento, que lo veo como una consecuencia al amor de Rygal hacia Clio, siento que su crianza es lo que define la importancia de Rhys en el plan de Rygal.

Su hermano quedó mirándolo, algo pensativo, intentando sostener tal hipótesis con los conocimientos que su mente había albergado en sus charlas con Rygal Di Rem, como todas sus menciones a Rhys y Clio, o aquellas indirectas entre tragos, agradecía que Rygal siempre haya sido sincero con él, porque podía asumir muchas cosas sobre él que nadie podía... Posiblemente ni siquiera su hermana tampoco.

—Archie, somos el centro de Remia en este momento, los únicos aliados de Rhys Windsor... No quiero decir que nos encontremos en el ojo de la tormenta por ser el clan Windsor, sólo digo que deberíamos apoyar lo que él quiera, a pesar de todo, ya que somos la familia más poderosa del reino, y ahora que Rhys volvió... Quizás la del mundo —aseguró William.

—¿Más que el clan Harch? —cuestionó Archie.

—Más que el clan Harch, o la Familia Real fonsesa, y la Familia Imperial filideiense —confirmó.

—Debimos hablar esto con Clio, ella es su madre, sabe lo que su hijo piensa más que nadie, y seguramente también sabrá por qué volvió... No creo que busque una guerra, aunque si lo hace... Deberíamos estar preparados.

—Una guerra podría ganarla él solo, no sería capaz de poner en peligro a su propia familia frente a la crueldad de Rygal Di Rem —supuso William, su hermano casi le dio la razón con una movimiento de cabeza, asintiendo en silencio.

—Vino por Vlas —manifestó Archie, la seguridad se apoderó de su frase y los intensos ojos verdes de la familia Windsor relucieron.

—Es obvio, él no quiere hacer la guerra, quiere evitarla, conoce las consecuencias de estas luego de su experiencia luchando en la Guerra de Fons... Vlas es un detonante para que Rygal Di Rem pretenda enfrentarse a él, pero antes de que eso suceda, Rhys actuará... Es muy inteligente, y sabe cómo evitar los problemas.

—El mismo genio que vi años atrás... Clio no se equivocó con ese presagio en su nombre: «El rey que se eleva por encima de todo», logró lo imposible.

Archie había descubierto ese talento cuando era su tutor, en la niñez del heredero al trono, antes de que Rhys Windsor siquiera fuera conocido como ese Chico Prodigio que tanto prometía. Pero un niño tan frío como arrogante, consciente de sus propias capacidades, de su propio augurio, mirando con altura a todo el mundo, bajo el peso de las expectativas de ese mismo mundo, que se volvía su obstáculo en sus peores momentos, no podía ser sólo una promesa, debía volverse realidad, aunque, entre tantos extremos, no supo del cual aferrarse, y cayó... Muy profundo. El pequeño Windsor era los ojos de su madre, era la ambición de su padre, era la figura de sus hermanos, era la lejanía de sus amistades. Era todo eso que nadie tenía, y que nadie quería tener, porque era peligroso, e insufrible. Era dolor, era tristeza... Era soledad.

No le hizo bien ser tan talentoso, ser un prodigio, y el hijo de las personas más importantes del país. No le hizo bien llevar tal apellido, tal legado. No le hizo bien su mirada de hielo, ni su personalidad de fuego. No le hizo bien ser tan adulado, o tan despreciado al mismo tiempo. No le hizo bien ser quien era, aun sin conocer su propia identidad, aquella de la cual se dio cuenta muy tarde, cuando el infierno ya lo rodeaba, y las fauces del diablo lo atraparon.

—El príncipe de Remia ya no es lo que era, Archie... Ahora es la persona más fuerte del mundo, y el único que posee ese poder para poder mantener a Rygal Di Rem a raya... Realmente estoy aliviado de que haya vuelto, porque aunque el clan Windsor hiciera lo posible para proteger a Vlas y Clio cuando todo ocurra, no podríamos contra alguien como él, aunque con Rhys... Todavía hay esperanza.

William recordó las palabras de su hermana ese día cuando volvió a su casa luego de Rhys haber abandonado Remia: «Algún día volverá, porque en el coloqué cada una de mis expectativas, y nunca lo obligué a nada, sólo lo dejé que siguiera su camino, ese camino que él anhelaba seguir... Él volverá porque ese es su destino, el que elegirá... No me equivoqué con él... No lo haré jamás... Rhys nos salvará a todos... Él es la última esperanza».

—Hablas como Clio —rio Archie, notando que ellos eran más parecidos de lo que pensaba.

—Confiar en ella nunca fue un error, sabes... Ella no mintió —replicó William, la figura de su hermana rápidamente vino a su mente—. Cuando se trata de las personas que ama, ella sabe muy bien de lo que habla.

—Es su hijo, probablemente al que más llegó a conocer, más que a Demian, o a Vlas... Rhys no es fácil de comprender, pero si ella logró ver más allá en él, tendría confianza ciega toda mi vida en lo que ella asegure sobre el príncipe... En realidad, sobre los príncipes... Conoce a los dos hombres más importantes del mundo como la palma de su mano... —Archie bajó su mirada, pero una media sonrisa casi satisfactoria se hizo ver en su rostro cuando algo tan iluso como audaz llegó a su mente—. Siento que, a pesar de lo que ella dice, la última esperanza realmente es ella.

—Lo era, antes de que Rhys naciera, pero luego de conocer la verdadera naturaleza de Rygal supo que no podía hacer nada contra él, aunque ella fuera su única debilidad, y de esta manera, dejó tal favor en Rhys... Y así como sus sentimientos lo fueron en el pasado, sabe más que nadie que los de Rhys son inquebrantables, y por eso es tan determinada cada que habla de su hijo.

La puerta rechinó apenas William acabó de hablar. Archie alzó su mirada a esta, William tuvo que darse la vuelta para lograr el mismo campo de visión que su hermano ya que estaba de espaldas a la puerta, y en ese momento ambos apreciaron a Theresa, la esposa de Archie, darse paso en la habitación.

—Tessie, ¿Pasa algo? —preguntó su esposo.

—Mi amor... Alguien los busca afuera —avisó ella, sosteniendo la puerta entreabierta.

Los hermanos se miraron, aunque confundidos, también seguros de saber quién era su invitado.

—Hazlo pasar —permitió Archie.

Theresa se dio la vuelta, sacando su cabeza hacia afuera. Dijo algo, ninguno de los dos logró oírla, pero eso no importó cuando al volver adentro, lo hizo acompañada de alguien a quien ambos no veían desde hacía casi diez años.

«Habla del diablo... Y este aparecerá», pensó William, encontrándose con ese rostro tan conocido en el camino de su mirada a la puerta. Este los miraba a ambos con una sonrisa altanera, típica de él, y sus ojos verdes, como los de ellos también, estaban repletos de intrepidez.

—Hola tíos... —saludó... Y el ruido de su pasos resonó en la habitación silenciosa, luego de que Archie y William cesaran su charla, sólo para apreciar a su sobrino entrar—. ¿Me extrañaron?

—Vaya... Volviste... Rhys Windsor.

 

Mientras tanto...

 

Remia, Crystel, Residencia Windsor - 5 de Junio - Año 525 

 

—Hola Leah.

Ella estaba juntando los platos de la mesa, Vlas se había quedado unos segundos parado en el último escalón de la escalera que daba a la cocina, intentando descifrar lo que ella hacía.

—Oh, Vlas. —Ella se dio la vuelta luego de oír su voz, le regaló una simpática sonrisa.

—¿Sabes? No es necesario que hagas eso, probablemente en unas horas venga alguien del personal, viene una vez por semana —explicó él, entrando a la cocina.

—Oh, es que, en casa normalmente nos turnamos, aunque la mayoría de veces Rhys lo hace todo solo —dijo ella, estuvo a punto de mencionar sus poderes, pero casi al instante se percató de que probablemente Vlas no supiera nada de eso, e iba a meter la pata.

—Así que Rhys se convierte en un amo de casa cuando está con ustedes... ¿Quién lo diría? —A Vlas se le escapó una carcajada—. Por cierto, hablando de él, ¿Dónde está? —preguntó, notando que si Leah estaba levantando los platos del desayuno significaba que; ella, Rhys y Lara ya lo habían hecho, pero estaban ellos dos solos en la casa.

—Rhys dijo que debía juntarse con alguien, no recuerdo muy bien su nombre, aunque creo que dijo dos... Archie y William, ¿Puede ser? —Ella intentó encontrar respuesta en la mirada confundida de Vlas, quizás él tampoco sabía de qué hablaba. Aunque, apenas dijo esos nombres, su rostro cambió.

—Mis tíos —musitó.

—Entonces sí, hablaba de ellos. —Leah se convenció.

«Espera, ¿De qué tendría que hablar Rhys con William y Archie?», se preguntó Vlas. Probablemente eran muchas cosas que se remontaban a la época en la que Rhys era activo e influyente en el clan, antes de su partida, cuando su figura política era la central en la familia gracias a su estatus como príncipe, y heredero al trono. En esos tiempos, él no entendía casi nada de lo que pasaba externo a su familia, no comprendía por qué un adolescente como Rhys era capaz de mover un país entero sólo con algunas palabras, nunca comprendió lo que eso significaba tampoco, y lo extraordinario que era.

A pesar de ser parte de una familia con tales influencias, nunca le importó la política, o su posición de noble, ni siquiera aprovechaba demasiado su poder, o su dinero, vivía bajo perfil, entre una satisfactoria vida académica y social, con Zenda y Kora como amigas, con su madre a su lado, un poco de reconocimiento, aunque no tanto, lo suficiente para sentir que lo merecía, y desde el regreso de su hermano, también lo tenía a él. Podía sentirse completo, casi feliz, en plenitud... Si tan sólo Demian siguiera a su lado.

 —¿Vas a desayunar? —la chica preguntó.

Vlas rápidamente alivió su mente al oír su voz, no pudo concluir con nada, ni con el recuerdo de su hermano, ni con la duda de su otro hermano.

—Sí, seguramente todavía quede algo en la cocina —dijo, algo modesto.

—Mamá dejó comida... Dijo que era para ti, Rhys dijo que era demasiado, que no te comenzara a malcriar —ella contó, con cierta gracia.

—Oh, que linda... Supongo que Rhys se puso celoso —comentó Vlas, siguiendo con el hecho de que era una situación divertida.

—Si, lo hace siempre —ella mencionó casualmente, como si fuera una costumbre—. Te dejo comer tranquilo entonces —dijo, al ver como Vlas se sentaba en la mesa destapando el plato de comida que Lara le había dejado—. Buen provecho.

—Gracias Leah, ¿Nos vemos luego? —preguntó él, un poco sonriendo.

—Claro que sí —ella asintió. Y se fue de la habitación rápidamente.

Vlas oyó el sonido de sus botas con fuerza en los escalones, hasta que se fue desvaneciendo lentamente en el segundo piso. Concluyó con el ruido de la puerta de su habitación cerrándose, dejándolo solo a él, que siguió con su desayuno en silencio.

«Es simpática», pensó, con su mente rememorando la sonrisa de Leah, un poco casi inconscientemente. «Es casi tan linda como Zenda».

—¿Qué? —preguntó en voz alta, dándose cuenta de lo que había pensado—. Zenda... No he hablado con ella desde lo sucedido con Kora —recordó.

«Que bien que ahora sean más amigos que antes, me siento feliz por ambos», le dijo ella cuando él le contó lo que habló con su hermana. Sabiendo que Kora se lo iba a contar todo más tarde, omitió algunos detalles que le daban algo de vergüenza recordar, como el abrazo, o el hecho de que Kora haya asegurado que él era el amor de la vida de su hermana.

Si Zenda lo amaba, él amaría tal sentimiento, toda esa vida que había formado desde que ella estaba a su lado daría sentido, merecer el amor de Zenda era para lo que vivía, para lo que quería seguir adelante, por tanto.

Si no tienes nada, no buscas nada, no conoces la sensación de arraigo a la vida, ni la de sentir que esta merece la pena, él lo supo años atrás, cuando quiso caer, y no sentir la caída, dormir eternamente bajo un amargo recuerdo del cual nunca iba a poder escapar. Si no tienes nada, esa nada no vale nada, por lo tanto, cada pequeña cosa que se logre conseguir, tendrá un valor infinito, como el valor de la vida que comienzas a apreciar al sentirte salvado, y con ese valor infinito, el merecimiento se vuelve una base, le da más valor a la vida, al camino, a cada persona que pasa por esta... Al mismo tiempo, dándole el mismo valor a las vida de ellos también.

No amaba a Zenda porque era un niño que prefería las chicas de ojos azules, o porque ella le hablaba bonito, pasaba tiempo con él, o algunas situaciones y características de las que muchas otras personas también podrían formar parte. No amaba a Zenda por simples razones triviales, ni por interés más allá de lo sentimental, ni por inocente, ni por tantas cosas que muchas personas pensarían... Amaba a Zenda porque sentía que ella se merecía que la amara, ella se merecía ese valor que ella misma le otorgó a su vida luego de salvarlo, muchas veces. Amaba a Zenda porque no amarla significaría no darle valor a sus sentimientos, a sus acciones, a todo lo que ella hizo por él, sería no entender la profundidad del amor, sería despreciar su empatía, dejarle ver su equivocación al salvarlo a él, cosa que era mentira, ella no estaba equivocada... Ella le salvó la vida... ¿Cómo podría estarlo? Él tenía que hacerlo, devolverle ese valor, dejarle ver ese camino que eligió para su vida, ese camino que ella le mostró... Y si la situación lo ameritaba... Compartirlo con ella... Él veía el amor así, como merecimiento mutuo, con el valor de la vida, de los sentimientos, de la empatía... No lo veía como una obligación, por eso no quería empujarla a nada, y sólo quería esperar a que ella estuviera lo suficientemente segura de sus sentimientos para poder corresponderlo... Y así, sentir que él también lo merecía.

—Vaya... Ahora la extraño, quiero verla —dijo, esbozando una sonrisa solitaria en su rostro, como él en ese momento, tal vez, queriendo que ella lo estuviera acompañando. Aunque: «Quiero verla» no fue un deseo, fue una decisión, una decisión hecha realidad al tomar su celular y marcar su número... Y luego del segundo tono, alguien atendió—. Hola Zenda... Quiero verte. 

 

Por otro lado...

 

Remia, Crystel, Residencia del Clan Windsor - 5 de Junio - Año 525

 

—Vaya... —William se recostó en su silla, estar mucho tiempo casi encorvado le hizo doler un poco la espalda—. Es demasiado —soltó, luego de estar unos segundos tomando aire, intentando digerir todo lo que Rhys les dijo a su hermano y a él.

—Demasiado... Demasiado es muy poco, es casi descomunal, no creí que eso pasaría algún día en nuestra familia. —Archie siguió con su consternación.

—Le dije a mamá que no sería fácil, pero que si estamos juntos, podríamos afrontarlo, intenté tranquilizarla, pero aquí vine a ser honesto... Y no es tan así —dijo Rhys, negando con su cabeza, con ligereza, resignado.

—Y dentro de todo esto, ¿El clan Windsor dónde queda? —inquirió William.

—En fuego cruzado —Rhys respondió al instante, dudar era una tontería cuando la respuesta era más que obvia—. De un lado tenemos a la Familia Real, a Rygal, a los clanes aliados, y las naciones que le sigan el paso, y del otro lado tenemos a Fons, Filii Dei, y los clanes que los apoyen... Habrá posturas neutrales, claro que sí, pero en algún momento deberán tomar partido, y no somos la excepción —se explayó.

—Pero todavía falta tiempo para eso, ¿Cierto? —preguntó Archie esta vez, del otro lado de la habitación.

—Volví lo suficientemente temprano, si me hago cargo podré alargar la situación un tiempo más, pero nada es para siempre, y en algún momento eso dejará de servir... Mientras tanto, debemos esperar su decisión, en base a eso, saldrán muchas posibilidades, la que menos peligro le traiga a mis seres queridos y al clan será la prioridad... Pero es algo demasiado impredecible, no quiero influenciar nada, no me siento con el derecho de hacerlo... Lo amo mucho, sé lo que se siente ser presionado, y no quiero eso para él.

William y Archie intercambiaron miradas, convencidos de estar ambos igual de sorprendidos ante el brutal cambio que Rhys había presentado en diez años, ni siquiera parecer la misma persona que hablaba con ellos cuando era un adolescente. Los años de experiencia lo habían forjado, la madurez y vista en frio de la situación ya formaba parte de sí, tanto como el hecho de dejar de lado su ego para procurar un bien mayor, aunque aún reflejado por sus intereses, no tanto como cuando se creía el centro del mundo, pero sí para seguir pensando que sus seres queridos eran su prioridad.

—Remia no será lugar seguro para ustedes en el futuro, sin importar su decisión... ¿Volverás a Fons? —Archie lo miró con cierto rostro de averiguación.

—Es mi hogar, el lugar donde mejor me puedo encontrar, ahí puedo tomar decisiones más meditadas, puedo dar con mejores escenarios en mi mente, y si ellos están a mi lado sé que van a estar seguros y tampoco debo preocuparme por eso, mi mente calmada funciona mucho mejor de lo que funciona cuando es sometida a situaciones que me llevan al límite, a pesar de que ese sea mi mayor fuerte —aseguró Rhys.

—Ya veo, es una decisión, Rygal tampoco tiene mucha influencia en ese lugar, al menos no tanta como en Remia, y escuché por ahí que parece que está comenzando a resurgir la fuerza y autoridad de la dinastía Ex Fons con este nuevo chico como heredero al trono —comentó William.

—Lo conozco, y puedo confirmarlo, también conozco a su hermana: Ashley... Ambos saben cómo funciona esto y el lugar que ocupan, ambos están seguros de lo que quieren también, son buenos aliados, y ocupando el lugar que ocupan puedo asegurarme de que Rygal no hará de las suyas mientras intento estabilizar las consecuencias que el acontecimiento pronto a ocurrir suceda —indicó Rhys—. Por cierto... Mamá es un punto clave en todo esto, no quiero involucrarla, pero ella ya lo está, incluso antes de que yo naciera, antes de que nacieran Demian y Vlas, antes de todo... Y Rygal lo sabe —añadió, su voz se volvió apagada, la seriedad lo invadió.

—No creo que lo haga —dijo William, cuando cierta conjetura vino a su mente al interpretar las palabras de Rhys de esa manera.

—No, no me refería a eso... Me refería a lo mucho que saldrá afectada, y a sus propias decisiones, pase lo que pase, porque los tres conocemos todos los caminos a los que llevará esto... Quiero que ella esté segura, y quiero que ustedes sean su apoyo en todo momento cuando tenga que volver a Fons... Son su familia después de todo, ¿No es así? —Rhys los miró con intensidad. Él conocía los antecedentes de su madre con su familia, y como eso la tuvo en vilo al sufrimiento por tantos años, las consecuencias que eso acarreó, y las debilidades que le dieron... No quería que volviera a sucederle algo así, y menos de las mismas personas.

—No somos nuestro padre, Rhys... Clio es nuestra hermana, y la amamos más de lo que parece, nuestras esposas la aprecian y admiran demasiado también, y nuestros hijos ven a su tía como una mujer encantadora... Ella siempre tendrá un lugar en nuestra familia.

William no habló sólo por él, a pesar de que realmente tuviera a Clio tan presente en su mente, casi siempre, porque era la hermana que más amaba, y la persona de la cual más sufrimiento había logrado apreciar. Cuidarla no era su deber, claro que no, pero sí que era su deseo, dejar de ver a su hermana sufrir, por culpa de muchas cosas que fueron resultado del trato de su padre en el pasado. No se sentía culpable por lo hecho por Mark, no se sentía orgulloso tampoco, aunque sí se sentía responsable, como líder de la familia, a unirlos de nuevo, y eso incluía a Clio, a Archie y a su madre también... Aunque Clio era la más importante, porque compartían madre, compartían padre, compartían pasado... Y compartían, más que nada, el dolor de la pérdida, y el deseo de anhelar ser felices... Sin poder serlo jamás, nunca completos... Siempre mirando atrás.

—Confío en ustedes —sonrió Rhys.

Archie y William le respondieron de la misma manera.

—Debo retirarme... Aunque todavía hay cosas que quedaron en el aire, y de las que iré informándoles a medida que los días pasen, y todo comience a ser más claro para las personas involucradas... Él, más que nadie. —Se levantó de su silla, y siguiendo el mismo camino que hizo para entrar, casi sale de la habitación—. Algo más... —Se paró en la puerta—. «No lo olvides...» —pronunció el lema de su familia.

—«No lo olvides...» —replicaron sus tíos, al unísono.

Esbozó una sonrisa ante ese gesto, y luego de darse la vuelta, abandonó la habitación de una vez por todas.

—Sabes lo que tienes que hacer... Niño Maravilla —musitó William... Y la habitación se hizo al silencio, por última vez.