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Chapter 11 - Solo mantente alerta

Horas después se encuentra en el restaurante del hotel con su jefe. Sarah lo escanea de arriba abajo.

—Sarah, deja de mirarme como si fuese un bicho raro —le dice Patricio al sentir la forma en que lo mira de arriba a abajo.

—Es que no queda nada del langaruto, insípido, que vi hace más de seis meses… ¡Ay, sí, como diría mi abuelita, quien pidió pollo! ¡Es que definitivamente no tiene presa mala! — Lukas, quien se encuentra a unos cuantos pasos, de espaldas a Patricio, está a punto de acercarse para marcar su territorio. «Ella no puede decirle eso a otro hombre». —Pero jefe, no crea que quiero algo con usted… Soy una mujer con un prospecto de posible novio —pronuncia haciendo comillas con sus dedos—.Y usted … —Muerde su lengua para no decir que es un hombre prohibido.

Patricio no le coloca mucha atención a lo que dice, solo se acerca y la abraza, siente que tiene mucha afinidad con ella, los dos son huérfanos y cuando lo vio le dijo lo que pensaba de él. Después de saber quién era, no se retractó de sus palabras, por eso siente que en ella puede confiar y quizá por esa razón la ve como la hermana que nunca tuvo.

—Gracias, Sarah, por tu sinceridad… siento que nunca me vas a fallar —habla Patricio, sintiendo que necesita una amiga, alguien que sea sus ojos en la Editorial.

Ella pasa saliva, se siente peor que Judas, pero sabe que es por una buena causa y era la única manera de protegerlo, además los resultados hablan por sí solos.

El escritor la invita al restaurante del hotel para poder charlar más cómodamente. Ingresan, uno de los meseros los lleva a la zona Vip, les pasa la carta. Piden comida ligera.

—Señor Reimann…—es interrumpida.

—El señor Reimann era mi padre, solo dime Patricio. Asiente.

—Patricio, ¿dime cuáles son las órdenes?

— Primero, el Contrato de Batichica, segundo quiero que te mantengas alerta con todo lo referente a mi socia. No es una persona de confianza, es una arpía disfrazada.

—La señorita Walton es una … —No la deja terminar cuando vuelve a tomar la palabra.

—Solo mantente alerta. Quiero que abras una cuenta personal a tu nombre con el dinero que traes y me des la tarjeta para poderlo mover —. Las palabras de Patricio suenan seguras, se nota lo que ha despertado en esos seis meses.

—Lo haré, seré sus ojos allí —Sarah sonríe, tiene que hacer un esfuerzo sobrehumano para no hablar más de lo necesario, ella quisiera decirle lo equivocado que está, pero él es tan obstinado, realmente se parece a su amiga.

—Gracias, siento que eres la única persona con la que en este momento puedo contar. Necesito que me envíes un informe sobre las finanzas de la Editorial, también que vayas a mi casa y verifiques que todo esté en orden.

—Jefe, como usted diga —Sarah parece una muñeca sonriendo mientras por dentro se dice «muérdete la sin huesos, no digas nada».

—¿Trajiste el poder que te solicité? —interroga Patricio.

—Aquí está —dice la castaña, sacándolo de su maletín.

El escritor lo toma y lo lee detenidamente, mira a su asistente y decide dar un salto de fe, firma el documento donde le entrega el poder absoluto de sus bienes. Está poniendo el legado de su familia en manos de su asistente, le ha quitado el poder a su padrino y con ello también frenará a su socia.

Podría regresarse a Alemania en ese instante, pero siente que aún no es el momento, desea aprender más de la vida fuera de las cuatro paredes en las que siempre estuvo. Además, quiere entrevistar y reclutar a las escritoras que eligió.

—Sarah, confío en ti —dice entregándole el folio y observándola directamente a los ojos. Ella asiente y por dentro le pide a la virgen, a la que su abuela le reza que la proteja y no la vaya a enviar al infierno, por mentirosa.

Luego de terminar de comer, se dirigen al hall del hotel donde está Lukas esperándola.

—¡Patricio Reimann! —exclama el Piloto, dudando si es él, ya que recuerda a un chico escuálido, con gafas y siempre metido en los libros.

—¡Lukas Scott Martín! — responde con asombro. Fueron compañeros de la Universidad, compartieron algunas materias. Realmente el mundo es pequeño al encontrar a una de las pocas personas que nunca lo juzgó por preferir una pluma a una charla o un libro a una fiesta.

—¿Qué haces por aquí, tan lejos de tu país y con mi novia? —indaga mientras le brinda un cálido abrazo.

—¿Sarah es tu novia? ¿Acaso no te habías casado con Raisa?

—Esta señorita que ves aquí me sedujo y debe hacerse responsable de sus actos si no desea una demanda millonaria por mi honra —menciona Lukas con una sonrisa ladina mientras la abraza.

—¡Hey! Sí que eres mentiroso y esas son cosas que no se dicen. ¿Qué pensará mi jefe? —dice la castaña rodando sus ojos y cruzándose de brazos. Adora a ese hombre; sin embargo, él no le ha pedido que sean novios.

—Pequeña, no te disgustes que te ves fea —menciona el Piloto buscando que sonría y robándole un besito.

—¡Fea yo! —exclama, poniendo sus ojos en blanco. Si Lukas quiere jugar, lo hará arrastrarse. Así que se aleja con una sonrisa socarrona.

—Amigo, vas a estar aquí por más tiempo —le pregunta Lukas, viendo cómo la castaña sube al ascensor.

—Mañana salgo para Ecuador y siento dañarte la luna de miel, ya que necesito a Sarah —manifiesta el Escritor.

—Creo que yo te puedo ayudar con eso, nos vemos esta noche y charlamos, necesito ir detrás de mi mujer.

—Nos vemos a las 8 en el restaurante —concluye Patricio.

Minutos después en la habitación.

— ¡Sarah!…