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El retroceso temporal y no corpóreo, visto en la psique de la señorita Madonna, puso sobre la mesa una increíble semejanza entre las eventualidades de su ayer, y las circunstancias que hoy la posicionan en los brazos de su amado repostero; quien fiel a su postura, y con aún demasiadas ganas de controlar el auge de un posible colapso emocional en la muchachita (a causa de la extensa acumulación de estrés), volvería a reiterar la propuesta de dividir mutuamente el arrendado; con la única intención de mostrarle una vez más, el inmenso aprecio que año tras año fue construyendo a la par de su chiquilla.
Esta avalancha de emociones, palpables sobre el cálido ambiente del establecimiento, fruto del amable gesto por parte del pastelero, provocarían la completa rendición del orgullo y la vergüenza que hasta estos momentos presentaba la joven educadora; y nos mostraría un escenario en donde la vulnerabilidad yacente en los adentros de su dulce corazón, sin algún tipo de pena, exteriorizaría una genuina expresión de cariño hacia su mentor. Antes de tomar el dinero para continuar con su destino;
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-- Lo quiero demasiado, Sr. Gustavo. Créame que esto lo recordaré siempre. --
- Madd
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Con esto, y ya sin otro peso a cargar en su vida (por el momento); la dulce señorita retomaría el transcurso por sobre las veredas del poblado; sitio en donde fascinada, encontraría entre el aglomerado de personas, a un muy inesperado espectáculo musical; lleno de decenas y decenas de pueblerinos, tocando y cantando al ritmo del regocijo melódico.
Al parecer; tal actividad social se debía a la inaguración de una nueva ley en la villa; la tan esperada «Ley de Gueto»; misma que abriría por primera vez en más de cincuenta años, el comercio entre el pueblo de Mape, y las demás comunidades alrededor de toda Monterrica; ayudando a los comerciantes, y beneficiando al excursionismo.
Dicha celebridad fue de tal magnitud, que incluso incorporó bebidas alcohólicas de todo tipo; desde la típica Hidro-miel, hasta el peligroso jarabe de frambuesa; la bebida predilecta de la profesora; misma que por mera curiosidad, detuvo su recorrido para indagar a detalle, las maravillas dentro del espectáculo interpretado por la orquestina del ayuntamiento; quienes tras reconocerla, se decidieron en sonar la tonadita de una canción escrita específicamente para la ocasión. Todo esto para demostrarle el respeto y el estima que, a lo largo de estos años, la tutora más querida en el pueblo de Mape se fue ganando con su esfuerzo y dedicación.
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[Lady Madonna]
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El ritmo comenzó con unas sutiles palmadas de panderos alrededor de suya; los cuales fingieron como el puente entre su atención, y el intermitente retumbar del compas; mismo que fue elevándose de manera progresiva, hasta topar con el inicio de un redoble en la caja percusia. Dando así inicio a el armonioso chillido de voces, previo al descanso sonoro, fruto de las últimas notas de un saxofón.
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- Mira cómo corren - Expresaron los músicos antes de proseguir con un arreglo de piano. Seguido de las primeras estrofas.
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Cada una de ellas fue representando la exhaustivo labor que día con día, la pequeña muchachita tiene que realizar para desempeñar sus tareas. Empleando en cada una de ellas, una explicación casi que detallada, de cada una de las veces en las que ha sido captada atendiendo a sus pupilos en pleno horario escolar. Admirando a su vez las formas en las que logra tales hazañas.
Entre estrofas y estrofas, el cúmulo de lugareños fue incrementando. Al parecer, todos parecieron contagiarse de la energía en el ambiente. Todos menos el comisario de la plazuela; quien indignado por la atrevida puesta en escena que plantaba Monh Melon y Poll Mascarney con la joven deudora, decidiría tomar cartas sobre el asunto; saliendo de sus aposentos para hacerle frente a la dueña de sus corajes; Madd. Antes de que huyera de sus deberes como en el pasado.
Para desgracia del viejo delegado, y para fortuna de la siempre astuta educadora; dicha circunstancia sería por undécima vez repetida. Madd escaparía con sus críos a una rapidez nunca antes vista. Dejando anonadados al público presente.
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- No puede ser; sabía que no tenía que acercarme al lugar - Expresó agotada por el enorme maratón que tuvo que recorrer para perder de vista a la guardia del comisario.
- Al menos pude tomar un poco de jarabe para el camino - Agregó con triunfo. Antes de anunciarles a sus críos el fin del descanso.
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El trayecto que tuvieron que atravesar, fue ciertamente mejor al visto en el comienzo. No hubo ningún tipo de interrupciones hasta el tan esperado arribo al bosque azul; al cual sin algún tipo de temor, el inquieto alumnado se decidió en aventurar para documentar la extensa flora y fauna en el ecosistema. Apartándose ligeramente de la vista de su mentora; quien viéndose aliviada por la naturaleza a su alrededor, sin dudárselo ni un segundo, desemvolsaría el pequeño recipiente de vidrio con jarabe de frambuesa para consumirlo. Sin percatarse de la presencia de un sujeto a sus espaldas.
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- ¿Es usted la Señorita Madonna? - Cuestionó el hombre misterioso; alarmando severamente a la desprevenida muchacha.
- Siento la molestia; he seguido sus pasos esta última hora para informarle sobre una invitación que el rey ha hecho para usted - Agregó cortésmente.
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°°°°°°°°°°°°° •𝐿𝑎𝑑𝑦 𝑀𝑎𝑑𝑜𝑛𝑛𝑎• °°°°°°°°°°°°°