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Una pareja sangrienta

Sofia_Restrepo
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Synopsis
En la Inglaterra de 1931, dos almas oscuras se encuentran en el opulento y decadente mundo de la alta sociedad. James Cooper, un asesino en serie elegante y educado, lucha por controlar los impulsos sádicos que han marcado su vida desde la infancia. Su fachada de hombre de mundo, conocido por sus viajes y fiestas, oculta una mente perturbada y una necesidad insaciable de causar dolor. Por otro lado, Anthony Mancini, un chef aclamado y filántropo de origen italiano, esconde una adicción monstruosa a la carne humana. Marcado por su participación en una secta satánica y años de tortura en un manicomio, Anthony lleva una vida de aparente normalidad, organizando lujosas cenas de caridad mientras satisface en secreto su oscura necesidad.
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Chapter 1 - Capítulo 1: Encuentros en la Oscuridad

El frío carcomía la piel como un millón de agujas mientras la luna llena iluminaba el oscuro bosque en alguna parte de Inglaterra en el invierno de 1931. Los árboles, altos y retorcidos, proyectaban sombras amenazantes que parecían cobrar vida. El comisario Herring, con su habitual cigarrillo a medio consumir colgando de los labios, avanzaba decidido. A su alrededor, sus hombres y los perros rastreadores, alertas y tensos, seguían la búsqueda.

—¡Quiero la cabeza de ese bastardo! —gritaba Herring, su voz resonando a través de la maleza, enardeciendo la atmósfera de la cacería.

James Cooper, el infame asesino sanguinario, se tambaleaba entre los árboles. Una bala se alojaba en su abdomen, y cada paso que daba le costaba un esfuerzo sobrehumano. Había sido descuidado, y ahora pagaba el precio. Su elegante traje negro, ahora manchado de sangre, era un testimonio silencioso de sus crímenes y de su propio sufrimiento.

Tropezó con una raíz y apenas logró sostenerse de un árbol cercano, presionando la herida con una mano temblorosa. El dolor era intenso, pero el miedo a ser capturado lo impulsaba a seguir adelante. Maldecía en voz baja, sintiendo cómo su vida se deslizaba entre sus dedos ensangrentados.

—No puede terminar así —susurró, pasando su mano ensangrentada por su cabello desordenado.

Detrás de él, los perros ladraban más cerca, los oficiales gritaban órdenes. El comisario Herring, con su cigarrillo brillando en la oscuridad, avanzaba implacable. La caza estaba llegando a su fin, y ambos cazador y presa lo sabían.

La última víctima, una mujer de clase alta, fue un error. Su desaparición había desencadenado una cacería sin precedentes.

Tropezando con las raíces de los árboles y sangrando profusamente, James era consciente de que sus opciones para escapar estaban disminuyendo rápidamente. El dolor punzante y constante en su abdomen convertía cada paso en una tortura, y la debilidad se apoderaba de él. Mientras corría, se maldijo a sí mismo por haber permitido que la situación llegara a este extremo. En un giro cruel del destino, sus piernas cedieron y cayó al suelo, su cuerpo exhausto no podía soportar más el esfuerzo. Los ladridos de los perros se acercaban cada vez más y la luz intermitente de las linternas de los policías atravesaba la oscuridad del bosque, anunciando su inminente destino.

Fue entonces cuando una figura emergió de entre los árboles. Vestida con un elegante abrigo de lana y sosteniendo una linterna, se acercó al asesino en serie que tenía la vista borrosa y se encontraba al borde de la inconsciencia. La figura susurraba algo que James no lograba entender. A medida que sus fuerzas lo abandonaban y su mundo se oscurecía, sintió unas manos alrededor de su cuerpo arrastrándolo más adentro del bosque antes de perder la conciencia.

──•─•──•✦•──•─•──•

Londres, enero 18 de 1931

El aire frío de una noche inglesa se filtraba por las ventanas del gran salón, donde una multitud elegante se congregaba para la última fiesta de caridad organizada por Anthony Mancini. En una esquina de la habitación, cerca del bar, James Cooper observaba a la multitud con ojos calculadores, su elegante figura destacando en su impecable traje negro. James, era un hombre conocido por ser una persona de viajes y fiestas, alguien educado y reservado que siempre estaba abierto a una conversación. Pero había algo más detrás de esa fachada pulida, algo oscuro y peligroso que él mantenía cuidadosamente oculto.

Anthony Mancini, el anfitrión de la noche, se movía con gracia entre los invitados, su figura más baja y rubia contrastando con la mayoría presente. Con ojos verdes que irradiaban una aparente inocencia, Anthony sonreía y saludaba a todos con una calidez que sin duda era genuina, o eso creía la mayoría. Nadie en la habitación podía imaginar la tormenta que se escondía detrás de esos ojos. A excepción de James, quien no pudo quitarle la mirada de encima desde el inicio de la velada; había algo en esa mirada que lo dejaba completamente intrigado y expectante.

James había escuchado rumores sobre Anthony y sus fiestas, y aunque no había deseado llamar mucho la atención sobre su llegada a la ciudad, algo en esta invitación había capturado su atención. Quizás era la curiosidad profesional del periodista que había sido, o tal vez era su curiosidad hacia el mismo Anthony y la razón del porqué le intrigaba tanto, una razón que aún no descubría. Mientras tomaba un sorbo de su whisky, notó que Anthony se acercaba a él, con una copa de vino tinto en la mano.

—Buenas noches, señor Cooper —dijo Anthony con una sonrisa encantadora—. Espero que esté disfrutando de la velada.

James inclinó la cabeza ligeramente en señal de respeto mientras veía cómo Carol Johnson y su esposo se acercaban a ellos a la distancia. —Buenas noches, señor Mancini. La fiesta es maravillosa. Se nota que ha puesto mucho esfuerzo en ella.

Anthony rió suavemente. —Gracias, pero la verdadera magia está en los invitados. Gente interesante hace que cualquier evento sea memorable.

James sonrió, aunque sus ojos permanecieron fríos. —Interesante, sin duda. Londres siempre ha sido un hervidero de personalidades fascinantes.

Anthony inclinó su cabeza hacia un lado, como evaluando a James. —Me permito preguntar, señor Cooper, ha pasado mucho tiempo desde su última visita a la ciudad. ¿Qué le trae a una de mis modestas reuniones?

—La curiosidad, supongo —respondió James, en un tono serio—. Siempre es interesante ver quién asiste a estas fiestas.

Anthony asintió sonriendo y levantó su copa con una gran sonrisa. —Por la curiosidad, entonces. Que siempre nos lleve a lugares inesperados.

James chocó su vaso de whisky contra la copa de vino de Anthony. —Por la curiosidad.

En ese momento los señores Johnson interrumpieron su conversación, entre risas se notaba que la señora Johnson estaba un poco pasada de copas. —James Cooper, ¡qué sorpresa verte, querido! —saludó, y James sonrió levemente. —Ha pasado un tiempo, señor Johnson, señora Johnson —inclinó ligeramente la cabeza ante ellos y Carol estuvo encantada, soltando risitas.

—Espero que estén disfrutando de la noche —Anthony sonrió ante ellos después de tomar vino de su copa. El señor Johnson asintió con ganas. —Es raro ver a dos personas tan conocidas socialmente conocerse por primera vez, ¿no crees querido? —Totalmente, Carol, y nada más ni nada menos que los mejores partidos de Inglaterra, los dos solteros y con tantas señoritas bonitas. —No los presiones, cariño, he oído que James tiene una pareja un poco escondida jajajaja —James rio sin gracia con un brillo asesino en sus ojos que pareció pasar desapercibido, pero para Anthony fue muy notorio, haciendo que lo mirara con curiosidad detrás de su copa. —Son solo chismes, una pareja tan distinguida no debería dejarse llevar por rumores, ¿no lo cree señora Johnson? —un silencio incómodo se instaló en la conversación antes de que Carol Johnson soltara una risita forzada. —Era solo una broma, James, debes dejar de tomarte todo tan personal, ¿quieres? jajaja —y con eso dieron por terminada la conversación. Anthony mandó una botella de vino a la mesa de James luego de que los señores Johnson se retiraran.

—Me encantaría seguir conversando con usted, señor Cooper, —mirando con atención a James, sonrió con genuino interés—. Podríamos conversar otro día, ¿no lo cree? Conozco buenos lugares. Aunque no haya nacido aquí, he pasado gran parte de mi vida visitando lugares increíbles y elegantes en Londres y otras partes de Inglaterra. Apuesto que incluso puedo sorprenderlo. —Su invitación suena tentadora. Lamento no contar con más tiempo, señor Mancini —se disculpó sirviéndole una copa a Anthony—. Mañana a primera hora saldré de Inglaterra, viajes de negocios, usted lo entiende. Me encargaré de avisarle cuando vuelva a Londres, la próxima vez —tomo un trago de vino y le sonrió a Anthony—. Se lo prometo. —Bien, entonces esperaré su carta, señor Cooper —sonrió con amabilidad tomando la copa.

La noche continuó con risas y conversaciones, pero tanto James como Anthony no pudieron evitar robarse miradas furtivas. Había una conexión oscura y profunda que ambos sentían, aunque ninguno de los dos estaba dispuesto a admitirlo en ese momento.

──•─•──•✦•──•─•──•

En una pequeña cabaña dentro del bosque de Chiltern Hills, una figura rubia cocinaba tranquilamente un delicioso cordero, un poco más grande de lo habitual para su repentina e inesperada visita. Dentro de la cabaña, había un ambiente cálido y seguro, una extraña contradicción con la frialdad del exterior. Anthony subió las escaleras con algunas vendas limpias a la habitación donde el asesino en serie, James Cooper, dormía. Con una lámpara de aceite en una mano y las vendas en la otra, Anthony miró al hombre que estaba en la cama, cubierto con sábanas de seda y más seco y limpio que antes, aún desmayado por la pérdida de sangre.

—Esto va a necesitar más que una simple venda—susurró para sí mismo con miedo de que la herida se infectara. James se removió incómodo mientras abría los ojos por el dolor. —No se mueva, señor Cooper. Una herida de bala no es cualquier cosa.

James miró a su alrededor sin comprender lo que estaba sucediendo, miró a Anthony nuevamente y este le sonrió.

—¿Dónde estoy?

—En mi cabaña,— contestó con simpleza y James no quiso hacer más preguntas— Quédate aquí y no te muevas. Volveré con lo necesario.

Mientras Anthony salía a buscar suministros, James se recostó, respirando con dificultad. En medio del dolor y el miedo, sintió una extraña sensación de alivio. Había algo en Anthony, algo oscuro y familiar que lo atraía. Quizás, en este hombre, había encontrado a alguien que realmente podía comprenderlo.

Cuando Anthony regresó con vendas y un botiquín, comenzó a trabajar en la herida de James con una habilidad sorprendente.

—Eres bueno en esto —murmuró James, sus ojos fijos en los de Anthony.

—He tenido que aprender muchas cosas en mi vida —respondió Anthony sin mirar hacia arriba—. Cosas que nunca imaginarías.

James dejó escapar una risa suave y dolorida. —Creo que te sorprendería lo que puedo imaginar.

Anthony lo miró entonces, con una expresión que mezclaba curiosidad y reconocimiento. —Quizás sí, James. Quizás sí.

──•─•──•✦•──•─•──•

La cabaña en el corazón del bosque se convirtió en un refugio temporal, un lugar donde las heridas podían ser tratadas y las mentes, aunque solo por un momento, encontrar un respiro de la constante batalla que ambos hombres libraban. Anthony terminó de vendar la herida de James, y se sentó frente a él, sus ojos verdes reflejando la luz de la pequeña lámpara de aceite.

—Necesitas descansar —dijo Anthony con un tono autoritario, pero no sin una nota de preocupación—. Esta herida podría infectarse si no tienes cuidado.

James asintió, sus fuerzas flaqueando. —Lo sé. Gracias, señor Mancini.

—Anthony —corrigió—, dime Anthony.

—Bien, Anthony—sonrió sinceramente—. No sé cómo habrías llegado en el momento justo.

Anthony sonrió ligeramente, una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. —La curiosidad me llevó a explorar el bosque esta noche. No esperaba encontrar a alguien en tu situación, pero supongo que ambos compartimos un destino peculiar.

James cerró los ojos, dejando que el silencio se asentara entre ellos. A pesar del dolor, había algo tranquilizador en la presencia de Anthony, una conexión tácita que ninguno de los dos podía negar.

A la mañana siguiente, James despertó con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas desgastadas de la cabaña. El dolor en su abdomen era un recordatorio constante de su situación, pero al menos estaba vivo. Anthony se encontraba en la pequeña cocina, preparando algo que olía deliciosamente reconfortante.

—Buenos días —dijo Anthony, notando que James se había despertado—. ¿Cómo te sientes?

James se incorporó lentamente, tratando de no agravar su herida. —Mejor, creo. Aunque sigue doliendo como el infierno.

—Eso es normal —respondió Anthony—. Te he preparado algo de comida. Necesitas recuperar fuerzas.

James aceptó la comida, agradecido. Mientras comía, observó a Anthony moverse por la cabaña con una gracia natural. Era evidente que, a pesar de su apariencia frágil, había una fortaleza en él, una resiliencia nacida de experiencias difíciles.

—Cuéntame más sobre ti, Anthony —dijo James después de un rato—. Siento que apenas te conozco, pero que ya sé demasiado.

Anthony lo miró, sus ojos revelando una mezcla de emociones. —Hay muchas cosas de mi pasado que prefiero no recordar. Pero considero que quizás… pueda satisfacer tu curiosidad si satisfaces la mía, ¿qué dices?

—Me parece justo ese trato, Anthony —dijo con diversión—. ¿Qué quieres saber de mí? Prometo decirte la verdad.

—¿Cuál es tu comida favorita? —soltó con tranquilidad y James no se esperaba esa pregunta, su cara tuvo que expresarlo porque Anthony soltó una risa fuerte.

—¿Qué? ¿De verdad esa es tu pregunta?

—Sé muchas cosas sobre ti, James, nacido en una familia acomodada, mejor alumno de su generación, ex periodista reconocido, tuviste una prometida y decidiste cancelar el compromiso un mes antes de la boda… umm ¿qué más quieres que te cuente de ti? —dijo con diversión, y James lo miró escéptico.

—¿No vas a preguntar qué hacía en el bosque? ¿O si fui yo quien mató a esa mujer? —preguntó con seriedad y Anthony solo se rio.

—No necesito preguntar eso, sé que lo hiciste —lo miró fijamente—… y no me importa en lo absoluto, de hecho… —sonrió— es lo que más me atrae de ti.

James guardó silencio y luego sonrió.

—Bien, Anthony… quiero saber todo sobre ti, me intrigas demasiado desde hace un tiempo y ahora siento que necesito saber más de ti.

Anthony se sentó frente a James y comenzó a hablar, su voz calmada y controlada.

—Nací en una familia antigua y multimillonaria en Italia. Desde joven, me sentí atraído por lo oculto, lo oscuro. Formé parte de una secta satánica donde practicábamos rituales,—hizo una pequeña pausa pero James no reaccionó—… algunos de los cuales incluían canibalismo. Fue una época de mi vida en la cual fui libre por primera vez… y no me arrepiento en absoluto.

James lo escuchó en silencio, asintió entendiendo perfectamente a lo que se refería.

—Eventualmente, mi familia descubrió lo que hacía y me encerraron en un manicomio… para curarme —lo dijo con amargura— lo que no funcionó. Es lo que soy James, y no hay cura para mí.

James sintió una oleada de empatía por Anthony. —Tuvo que haber sido horrible ser encerrado por ser quien eres.

Anthony asintió. —Lo fue. Pero de alguna manera, sobreviví. Aprendí a ocultar mis deseos, a vivir una vida que otros considerarían normal. Pero la adicción siempre está ahí, latente, esperando el momento para resurgir.

—La gente no lo entiende, ni lo entenderá… el placer que siento es algo que nada en el mundo puede darme.

—Tú lo entiendes tan bien, James.

James se inclinó hacia adelante, sintiendo una conexión más profunda con Anthony. —No somos tan diferentes, tú y yo, ¿no es así?

Anthony lo miró fijamente, sonriendo mientras sus ojos reflejaban una comprensión que habían buscado durante mucho tiempo. —Quizás por eso nos encontramos. Porque de alguna manera, nuestras sombras se reconocieron.

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Los días siguientes pasaron en un borrón de recuperación y conversaciones profundas. James comenzó a sentirse más fuerte, gracias al cuidado atento de Anthony. A medida que su herida sanaba, también lo hacía la barrera entre ellos. Compartieron historias de sus pasados, de sus luchas internas y de los demonios que cada uno enfrentaba.

Una noche, mientras el fuego crepitaba en la chimenea y el viento aullaba afuera, James se encontró observando a Anthony con una mezcla de fascinación y deseo. Había algo magnético en él, una atracción que no podía ignorar.

—Anthony —dijo James en un susurro—, hay algo en ti que no puedo explicar… y no sé qué significa eso.

Anthony se acercó, sus ojos brillando a la luz del fuego. —Lo siento también, James. Es como si hubiéramos estado destinados a encontrarnos.

En ese momento, sin palabras, se encontraron en un beso profundo y apasionado. Fue un beso lleno de desesperación y anhelo, una expresión física de todo lo que habían guardado dentro. Las llamas de la chimenea parecían bailar a su alrededor, como si el mismo destino celebrara su unión.

Esa noche, compartieron más que palabras y caricias. Compartieron sus miedos, sus deseos más oscuros y sus sueños inconfesables. Se dieron cuenta de que, juntos, eran más fuertes, más completos. Y mientras la noche avanzaba, entendieron que su amor era una llama que nunca podría extinguirse.

Anthony, acariciando el rostro de James, susurró—: Pase lo que pase, estamos juntos en esto. Nadie más podría entendernos como nosotros.

James, con una sonrisa débil pero sincera, respondió—: Hasta el final, Anthony. Hasta el final.

Y así, en la oscuridad de la cabaña en medio del bosque, comenzó una historia de amor y obsesión, de sombras entrelazadas y destinos inquebrantables.