No sabia ni como detener a Arthur. De que hablo, salir con vida seria un milagro, los únicos que quedaban en pie despues de una brutal paliza, era Will, Finley y Hero, que ella apenas podía moverse.
Ese hijo de perra la habia azotado contra un árbol, eso me enfureció, pero cada vez que quería reactivar mi mayus el cuerpo dolía demasiado, tanto que no podía aguantarlo y si me esforzaba más tenia la sensación de que perdería la conciencia.
-Admito que fueron una mejor entretención de la que esperaba, pero nada cambiara el hecho que no pueden contra mi, eso deben entenderlo, son débiles, no tienen lo que se necesita para derrotarme, tal vez si Gran hubiera entrenado su mayus podría haber tenido una oportunidad, pero estas muy verde, muchacho.
Odiaba que este hijo de perra tuviera razón...
Hero ataco gritando de furia contra Arthur, le hizo una finta, pero ese era un error, las fintas con el mayus no funcionaban.
-Hero detente aléjate.
En pleno salto de Hero, Arthur le agarro el brazo, la azoto contra el suelo, la lanzo al aire y cuando iba cayendo le dio una patada que hizo que travesara un árbol.
Si están junto la perderás, ese amargo recuerdo vino a mi como un mal trago. Hero estaba empapada en sangre, no se movía y yo ni siquiera podía ir hacia ella.
Will volvio a atacar sin que funcionara, lo unico que logro fue llevarse un puñetazo en el rostro que tuvo que haberle dolido bastante, porque lo tiro contra la cabaña. Finley aprovechando el momento habia logrado darle un puñetazo en el rostro, pero ni eso funciono, habia parecido como si ni siquiera le doliera.
-Ya me harte de esto.
Arthur tomo le brazo de Finley y se lo fracturo, se le podía ver como se le salió el hueso, atravesaba la piel.
Yo no podía ver más, estaba preso del pánico y la furia, mi Hero estaba hecha pedazos, para que tengo un cuerpo si no es para usarlo, entonces explote.
-¡¡¡Arthur!!!
Solo me quedaba confiar en una única persona para lograr mi ataque suicida, si lo lograba todo esto se terminaría, si no todos moriríamos, además que quería quitarle esa rostro sonriente a ese maldito hijo de perra.
Sin arma en mano, y mandando una parte importante de mi mayus a mis piernas, me impulse contra Arthur que me esperaba como si supiera como iba a terminar mi ataque.
-Solo eres un suicida idiota, Gran.
Despues del salto hacia él, concentre todo lo que quedaba en mi mano y brazo izquierdo.
Entonces sucedió lo que en principio pense que era mi final. Arthur dio un pequeño impulso con su espadón, su arma me iba a rebanar antes siquiera de poder tocarlo. Pero decidí confiar en el vinculo que Morrigan me habia creado con Lay, ella estaba despierta y sin siquiera decirle una palabra entendió todo. Cuando paso cerca del cuerpo casi inconsciente de Lay, ella alcanzo agarra el pie de Arthur haciéndolo tropezar y provocando que su ataque fallara.
Lo ataque directamente al costado con mi brazo desnudo, era el unico lugar donde lograría impactar, con mi mano abierta y sintiendo que se hacia mil pedazos atravesé la armadura junto con el cuerpo de Arthur, perforándolo, mi brazo lo habia atravesado por completo.
El chillaba de dolor, al fin demostraba por un segundo miedo en sus ojos, y gracias a Morrigan, Will se movió a la vez conmigo para darle el golpe final a ese monstruo.
Y eso era finalmente; una criatura vil que pese a todos nuestros intentos lo seguimos subestimando. Con una pata se saco a Will encima, el tomo mi brazo incrustado en su cuerpo y se lo retiro junto con mi daga que aun la tenia en la rodilla.
-Ahora si te voy a matar pendejo, esta mierda se acabo Granet, tuve que haberte matado ese día en el duelo, no tuve que haber tenido algo de compasión por ti. - bufo Arthur con dolor.
Se habia acabado todo, ahora yo ni siquiera podía moverme, el alzo el espadón para cortarme a cabeza y justo cuando iba a decapitarme, un sonido que comenzó como un silbido, ese sonido luego se convirtió en un estallido junto con un chisporroteo que zumbaba y que finalmente generaba un eco a distancia.
En el cielo un fuego artificial habia explotado, algo que no debería existir en este momento, los primeros fuegos pirotécnicos en Inglaterra fuero en la boda de Enrique VII en el año 1486.
-No, no, no, maldito hijo de perra...
Arthur dio un grito que incluso me hizo daño.
-Maldito infeliz de mierda, agradece que Eva te quiere con vida, pero la próxima vez te juro que te matare.
No sabia que mierda estaba sucediendo, pero por alguna razón Arthur se retiraba. Cuando el envaino su espadón en la espalda logre ver un tatuaje oculto en su muñeca la de un ojo sobre una pirámide, en concreto el ojo que todo lo ve.
Despues de eso todo se volvio oscuro.
-¿Por qué?, ¿por qué tuvieron que detenerme?, pude haber acabado con toda esa mierda de una vez por todas.
No muy lejos de donde custodiábamos la cabaña, sobre una loma habia una carpa transparente resguardada por guardias y esclavos.
Dentro de ella habia un mujer con un vestido blanco que estaba sentada alrededor de una mesa de té sola, dándome la espalda.
-Lady Eva, quiero saber ¿por qué no me dejo terminar mi trabajo?
Ella seguía sorbeteando un té que bebía, mientras que una mujer enmascarada se acerco a mi.
-Cuida el tono con el que te diriges a Lady Eva, Arthur, te recuerdo tu posición.
Ahora tenia que escuchar pelotudeces de lady Francia, esa sucia furcia como se atreve a recordarme mi posición.
Le di un golpe que la boto, provocando que su mascara se cayera, revelando ese feo rostro francés, con su cara quemada cerca del ojo izquierdo. Me acerque a ella y le aprete la garganta con mi pie impidiendo que respirara.
Lady Eva, sin girarse hacia mi, levanto un brazo para que me detuviera, acto en el que hice caso. La francesita tosía ahora que podía volver a respirar, me miraba con odio, pero ella no podía hacer nada contra mi.
-Sir Arthur le recuerdo que tenemos planes para Granet Venture, y ahora que sabemos de esa mujer que la acompaña, creo que Alice era su nombre, podría ser de ayuda. - Dijo Eva.
-Ese mocoso, ¿ayuda para qué?, lo derrote facilmente junto con el antiguo protector de Inglaterra, y esa otra mujer horrible de ojos rojos ni siquiera logro hacer algo útil.
-Piense un poco, aparte de usted, es el segundo humano que puede ocupar el poder de los elfos, y tú quieres matarlo, te considero un hombre mucho más inteligente que lo que demuestras Arthur, además te veo muy mal herido para fanfarronear. Gordind, ven aqui.
Un hombre alto de piel café, se acerco a mi, nunca me podía gustar ese demonio, pero hasta yo reconocía que era muy útil.
-Si ama. - respondió Gordind.
-Cuanto termine mi conversación, cura las heridas de Sir Arthur antes que muera por desangramientos, o peor por estupidez.
-Como orden mi ama Eva.
El esclavo matasanos hizo una reverencia y se ubico a mi lado sin decir ni una palabra, eso era lo que más me molestaba, donde estaba su orgullo, era un perro que simplemente se contentaba con huesos.
-Lady Eva puedo comprender que Gran podría a llegar a ser útil, incluso Willfest peleo con mucha más gallardía que la vez que lo derrote, también podría ser de ayuda, pero el resto, los hijos de Will, y esa otra mujer no sirven para nada más.
-Eso quedara a disposición de mi persona y de Lord Adan, Arthur, tu debes seguir nuestras ordenes, como lo haces, no critico eso, si no tu falta de comprensión de nuestros planes. Si convencemos a esa mujer tendríamos acceso al país del sol naciente, nos facilitaría más las cosas.
Iba responderle en negativa pero de pronto comencé a sentirme extraño, y a sudar, no pude evitar toser sangre sobre la carpa, y comencé a sentir una rara picazón sobre mi brazo izquierdo.
Me acerque a la herida para olfatearla, olía a almendras... mierda, esa herida me la provoco esa perra de Alice, esta envenenada, carajos...
-Negro, trátame de inmediato, busca un antídoto contra el cianuro, y cose mis heridas, no te quedes mirándome muévete esclavo de mierda.
Gordind no se movió ni un centímetro, ni siquiera me miraba a mi, si no que esperaba un gesto de Lady Eva para actuar.
-Atiéndalo antes de que perdamos a nuestro mejor guerrero, espero que esto te sirva para aprender un poco más de raciocinio Sir Arthur.
-Como ordene Lady Eva.
Si supieras muchacha, si supieras me dije para mis adentros algo resignado.
La francesita entro a la carpa de Lady Eva que le pidió que se sentara.
-Me complace decirte Lady Francia que tu estadía se extenderá un poco más. Tuve muchas quejas del rey Eduardo, dice que extraña mucho a su organista.
Por alguna razón la mujer que volvio a ponerse la mascara, se rio.
-A su organista o su prostituta, ¿Lady Eva?
-¿Quien sabe querida?