Estaba dirigiendo a Roja por algunos callejones, ella constantemente preguntaba a dónde íbamos, pero no quería decirle, aún así ella estaba emocionada, que digo yo también lo estaba, no me había comportado muy bien con ella últimamente, entonces quería compensarle todo ese tiempo que fui una idiota.
-Bien ya casi llegamos, solo 15 minutos más Amelia.
-Pero si estamos en la puerta norte de Dublín, ¿a dónde quieres ir, Lay?
La agarre de la mano teniendo cuidado de que no se le cayera la sesta que cargaba con la comida que compramos con el dinero que nos dio Gran.
Apure un poco más el paso, quería aprovechar todo el tiempo posible, llegamos al río que solía venir Gran a bañarse cuando vivíamos aquí, luego seguimos más al norte hasta encontrar el lugar que quería, una hermosa pradera junto a un pequeño bosque, un lugar donde tenía un muy buen recuerdo, al final aquí fue donde Gran me contó toda la verdad de como reviví, este lugar era especial para mí, porque me daba paz y calma, además fue la primera vez que comenzó a entender de todo lo que me estaba perdiendo.
-Es un hermoso lugar sin duda Lay, pero no entiendo porque quisiste traerme hasta aquí.
-Pense que te gustaría, yo encuentro muy hermoso este paisaje.
- Tienes razón el paisaje es muy hermoso, de eso no había dudas.
Me voltee para mirara a Roja, pero como pense, ella no estaba viendo lo que le decía, sino que le miraba a mi de manera muy coqueta.
En un acto de valentía de parte de ella me agarró por la cintura, se puso de puntillas y me beso.
Yo sucumbí rápidamente a Amelia, quería hacerlo, se sentía bien, aunque parte de mi tenía miedo, pero cada vez que me besaba los labios y nuestras lenguas jugueteaban, el sentimiento de miedo que siempre había en mi, se hacía muy pequeño.
-Me gustaría poder hacer más estás cosas contigo Lay, no me estoy quejando, pero apenas tenemos tiempo para esto, sin contar el tiempo que me tuviste abandonada.
-Lo se Amelia, yo te debo mucho, te as convertido en alguien muy importante para mí, cómo Gran también lo es, espera, antes que me digas algo, quiero contarte lo que realmente sucedió, es por eso que te traje a este lugar.
-¿A que te refieres Lay? no entiendo.
-Yo morí hace un tiempo Amelia, cuando recibí el golpe por Gran, el hacha me abrió por dentro, no había manera posible de salvarme, pero Gran encontró la manera de hacerlo, no conozco todos los detalles y los que se, no puedo decirlos, porque eso es algo privado de el, pero tiene que ver con Morrigan, la diosa. Gran hizo un pacto con ella es por eso que yo sigo en pie.
Roja me miraba como si se le estuviera cayendo un tornillo, claro que le costaría creerme, no la podía culpar, si otra persona me contaron exactamente lo mismo, yo al menos no podría creerle, pero así eran las cosas.
-Déjame ver si te comprendo Lay, me dices que estás viva porque Gran hizo un trato con una diosa, ¿es enserio?
-Sabia que no me creerías, pero esa es la verdad, te diría que es por eso que le tengo tanto cariño a Gran, pero sería mentirte, con el forje un lazo, el me ayudó a levantarme de dónde nunca pensé que podría y quiero dejar en claro algo, quiero mucho a Gran, demasiado, pero como a un hermano, porque la persona que amo eres tú Amelia, nunca lo dudes, pese que a veces no lo demuestre.
Amelia dejo con cuidado la cesta sobre la hierva, yo estaba esperando algunas palabras, me encontraba nerviosa esperando su respuesta o a lo que tuviera que decir.
-Te estabas demorando Lay.
Amelia se lanzó contra mi, hizo que ambos cayéramos al suelo húmedo.
-No te voy mentir que en más de una ocasión tuve celos por Gran, sobre todo en esos dos meses, pero lo que le acabas de decir fue hermoso, solo demuéstralo en más ocasiones, yo también quiero sentirme especial contigo, no me molesta que tengas algo con Gran, me refiero a una amistad, pero solo quiero que tengas ojos para mí, yo en lo que se trata de romance te quiero sola para mí.
Nos dimos nuevamente un beso, las cosas comenzaron a escalar y ponerse más acaloradas, Amelia se estaba dejando llevar, ella ya apretaba uno de mis pechos mientras me comía la boca apasionadamente.
Lentamente bajo su mano recorriendo mi vientre, cuando sentí que llegaba a mí ingle, y acaricio mi vello púbico, esos malditos recuerdos vinieron a mi, el miedo se estaba apoderando lentamente de mis acciones, comencé a presionar nuestros cuerpos para que parará, pero ella lo hizo primero.
-Yo, perdóname Lay, no quise hacerte pasar por esto de nuevo, que estúpida, me deje llevar perdóname.
El rostro de Amelia demostraba lo arrepentida que estaba. Yo me preguntaba si esto siempre iba a ser así, cada vez que intentará hacer el amor con mi pelirroja, esas amargas vivencias volverían a mi, no quería permitirlo, no más.
-No te disculpes amor, hazlo, quiero que lo hagas.
-Estas segura Lay, estás temblando.
Apenas pude asentir, pero viendo mi respuesta ella, volvió a hacer lo que estaba haciendo.
Comenzó a ser más delicada, y no tan pasional, me saco el camisón dejándome semi desnuda, a ella seguía impactándole mi cuerpo por la cantidad de cicatrices que tenía.
Muy tiernamente Amelia recorrió mi cuerpo dándome besos en cada cicatriz, incluso de ves en cuando las lamía.
Yo simplemente dejaba que ella tomara las decisiones tenía miedo y tampoco sabía muy bien que hacer, me sentía tonta y a la vez humillada por mis amargos recuerdos.
-Lay, voy a lamerte, me refiero, que voy a chuparte la entre pierna, si quieres que me detengan dímelo.
-Puedes empezar con tu mano. - pregunté temblando.
Ella se acercó a mi rostro me beso y me acaricio la mejilla, con rapidez me arranco los pantalones.
-Con mi mano será entonces mi amor.
Ella aún no me había ni tocado y ya estaba reviviendo cada toque, cada apretón, cada golpe y abuso que me hicieron esos cerdos. Yo ya estaba llorando cuando Amelia me empezó a masturbar, apenas y podía resistir todos esto.
-Lay no puedo verte así, terminemos aquí e intentemos lo más adelante, para mí no es problema.
-Pero para mi si Ami, no quiero seguir así, te lo pido continúa, reescribe todos esos recuerdos que hay en mi contigo, as que pueda liberarme de esto, as que cada vez que tengamos sexo solo pienso en ti. - dije entre lagrimas.
Se que le estaba pidiendo mucho, ni siquiera debería ser agradable para ella estar haciendo esto conmigo, ya que, solo veía sufrimiento en mi rostro.
Ella no fue directamente por mi vagina, comenzó a acariciar mi entrepierna siendo lo más dulce posible, pero aún así el miedo era mucho más grande que yo.
-Lay, no tenses tu cuerpo bonita, intentan relajarte, suéltate un poco y levanta un poco tu pierna.
Intentaba hacer todo lo que me decía Amelia, pero todo lo llevaba acabo mal.
Me pedía relajarme, pero solo me tensaba más y más, hasta que llegó un punto que dejó de masturbarme.
-Esto no está resultando para nada, pero tengo una idea, cierra los ojos y déjame guiarte ¿puedes hacerlo?
-Si Amelia, as lo que quieras conmigo con tal de poder disfrutar de hacer el amor.
Ella me beso cariñosamente, era lo único junto con las caricias que no fueran cerca de mi vagina que había disfrutado de todo esto.
Entonces cerré los ojos como me pidió, tomo una de sus manos hizo que quedará sentada sobre el pasto y abrió mis piernas, luego no sentí nada por unos segundos, escuchaba que hacía algo, pero no me imaginaba el que.
Luego sentí que ella se acercó a mi, puso una pierna sobre la mía y luego me abrazó.
-Espera que esto pueda gustarte más mi niña de cabellos plateados.
Atrajo su cadera hacía la mía, sentí como nuestras vaginas básicamente se besaron, eso me alteró, pero también fue algo placentero.
-Ahora solo intenta disfrutar lo siguiente, yo... Es la primera vez que hago esto, así que también es nuevo para mí.
Ella comenzó a moverse, nuestras partes íntimas se frotaban, no sabía muy bien que pensar, y tenía tanto miedo que abrazaba con tanta fuerza a Amelia que se que le estaba haciendo daño aún así ella se estaba aguantado el dolor que le provocaba.
Cada roce que ella me hacía me comenzaba a gustar de apoco, el miedo aumentaba con el placer, pero tanto el aroma de Roja, como sus caricias comenzaban de apoco a ser todo más grato.
Llegué a un punto que realmente estaba disfrutando todo, incluso había empezado a mover mis caderas sin darme cuenta, deje de ponerle presión al cuerpo de Amelia, la mire a sus dulces ojos, yo lloraba como una tonta, ¿Quién carajos llora teniendo sexo? pensaba, pero aún así la carita de Ami me miraba con ternura y complacencia.
Esa conexión, sus ojos, me quedé perdidos en ellos, y como si algo mágico hubiera pasado, me perdí totalmente en ella.
Hubo un subidon, algo que me hizo reventar, mi mente se sentía como si quisiera volver loca, hasta que estalle, no pude evitar soltar un gemido por ello, incluso me había orinado, pero luego Amelia me dijo que no era orina, sino signo de que había acabado, nos besamos y dejamos que cada una nos perdiéramos en la otra, abrazadas en la pradera donde el viento nos envolvía como una suave sabana de lino.