Tenia mucha hambre, llevaba una semana en las cavernas ocultas buscando algún túnel que llevara a tata, pero creo que tal vez me estaba dejando llevar por mis recuerdos del pasado y no habia ningun túnel, además se me estaban acabando las provisiones.
Hoy le daba la ultima mordida al pan que habia hecho antes de que se me acabara, despues de eso seguía con hambre porque tampoco habia comida como corresponde, y ya solo me quedaba dos opciones, o me dejaba atrapar o desistía de ellos, y buscaba a los de mi tribu que estaban lejos de aqui por la regla de piritum, una ley que antepusieron los imbéciles de los ancianos por cobardes.
La ley de piritum hacia que siempre que llegáramos a 80 individuos en estas tierras, quince largovivientes debían abandonarlas, esa regla estaba impuesta por nuestros recursos limitados, y para que fuera "justo" se escogían de manera al azar los que debían abandonar Elfein, no importaba si fuera niños o ancianos, los que salieran tenían que iniciar el viaje en búsqueda de nuevas tierras.
El problema era que cuando me toco a mi entendí, que no habian nuevas tierras por buscar, todo estaba conquistado por los orcus, y nuestra raza que estaba siendo gobernada por los ancianos no nos permitía luchar para reclamar lo que era nuestro, y todo seria más fácil si eso vejestorios dejaran de vivir, ¿pero si los matara no seria igual que ellos que querían verme muerta?, ¿no continuaría el ciclo de odio dentro de nuestra propia raza?, todo eso me molestaba.
Lo unico que me incitaba a seguir y me dolía admitirlo era el deseo de alguna vez reunirme con ese par de apellido Venture, triste, pero cierto, ya me estaba rindiendo a lo que sucedía, mi quirilian los habia escogidos a ellos, y mi mejor muestra de amor para ese par era alejarme, porque solo les traería problemas.
En mi ensoñamiento escuche unos pasos que me sobresaltaron, ellos me habian encontrado, así que agarre, mi arco tome una flecha para defenderme... con todo el apuro que tuve al estar escapando me di cuenta que solo me quedaban dos flechas, lo que iba hacer muchos más tedioso el combate, pero cuando llegaron a mi, simplemente la ansiedad me bajo de golpe.
-¿Señorita que hace aqui? - pregunto un pequeño Largoviviente.
-Vive acá, no huele muy bien. - dijo otra pequeña.
Ver siempre a los niños me tranquilizaba, me hacia tener la idea de que todo por lo que luchaba era por ellos, para que no tuvieran que pasar lo que yo tuve que vivir.
-No queridos, yo, solo me perdí. - Dije guardando el arco.
Tenia tres dulces niños frente a mi jugando en los túneles, dos varones y una pequeña dama, que honestamente pasaba desapercibido entre los muchachos con su manera de vestir y su pelo corto, pero era buena identificando estas cosas.
-Si por supuesto que te perdiste, nadie con algo de inteligencia se metería en los túneles que construyo la vieja tata. - Dijo la niña bruscamente.
Maldita mocosa, ahora recuerdo porque me suelo alejar de los niños por mucho que me gusten.
-Linda no es que sea una tonta... espera ¿dijiste que esto son los túneles de Tata?
-Eso dijo Emifi, enserio eres tonta, o ¿tienes problemas auditivos?
-Niños, niños, a sido un largo día y esta hermosa señorita, o sea, yo necesito encontrar el camino a Tata, soy una vieja amiga, más que eso es como una tía para mi, podrían llevarme a ella.
Los niños se miraron entres ellos desconfiado de mi, aparte si han sido criado como las ultimas costumbres deberían mandarme a volar, siempre estuve en contra de hacer que los niños sean en extremo cuidadosos, cuando el mundo debe ser explorado a conciencia sin miedo, o al menos no dejar que el miedo te impidiera hacerlo, pero para mi suerte estos pequeños hicieron lo que casi todos los niños hacen, y no es algo que deberían hacer, pero me alegraba en este momento que ignoraran las enseñanzas y decidieran ayudarme.
Los niños me tomaron de las manos alegremente, podían ser unos mocosos muy mal hablados, pero eran buenos largovivientes, solo tenia que tener un poco de paciencia con ellos, y evitar no molestarme cuando se quejaban de mi mal hedor, además que esperaban, he estado encerrada en esta cuevas por días, no podía ni bañarme lo que me daba vergüenza, y ahí fue donde mi mente hacia lo mismo que todos estos meses, ¿que pasaría si Granet o Hero me sintieran con mal olor?
Era una señora estupidez, pero mi cerebro estaba como una adolescente orcus perdida en los sentimientos descontrolados del corazón y la revolución de hormonas, pero lo que más quería era estar con ellos, y todo eso me ponía de mal humor, porque encontraba una estupidez sentirme así cuando apenas habia compartido tiempo con ellos, pero no podía hacer nada tampoco, no podía pelear contra mi propio quirilina, no era que no pudiese si no que por mucho que lo hiciera no cambiaria nada.
Seguimos caminando por los túneles por una horas, no era que fuera un camino largo, pero los niños hacían cosas de niños, jugaban, tiraban piedritas, e incluso me sumaba a sus juegos. Era bonito ver que estos niños vivían libremente al menos por ahora.
Los niños se llamaban Derick, Oberon y Emifi, por lo que me contaron supe que los muchachos eran huérfanos, perdieron a sus padres hace 10 años por unos orcus, en cambio Emifi era hijo de Ancon, de uno de los ancianos, lo que llevo preocuparme, pero me di cuenta que la pequeña hablaba muy mal de su padre, lo que me daba entender que lo odiaba por alguna razón
Los niños me soltaron de las manos y corrieron por un pasaje que apenas se veían, incluso seria difícil de ver para los de nuestra raza que veíamos muy bien en la oscuridad.
-Es por aqui, si seguimos por aqui llegaremos a la bodega de tata, así que ven Velaria. - dijo Oberon, mientras los otros niños se metían por el pequeño pasaje.
Me sumergí por donde me dijeron cuando ya llevaba caminando recto por unos diez minutos, vi una pequeña fuente de luz por donde los niños entraron, así que me apresure para hacer lo mismo.
El cambio brusco me dejo un poco ciega por unos segundos , pero apenas entre, sentí el filo de una espada en mi cuello.
Cuando pude enfocar bien, no hubo dudas, tenia a Tata que ya tenia su pelo totalmente gris, con un rostro hermoso sin ninguna arruga, facilmente podrías decir que tiene unos 500 años si no fuera por la melena plateada que cargaba, pero no era momento de la nostalgia, porque la única persona que creía que podía ayudarme estaba apunto de abrirme la garganta.
Ella me miraba con una mirada muy dura, mientras me examinaba poco a poco.
-Estas muy flaca, hueles mal, tienes ese rostro desafiante como siempre, mantienes ese mal habito de generar un escandalo por donde vayas y tienes a todo el mundo buscándote, sin duda no has cambiado para nada mi querida Vel. - Dijo Tata quitándome la espada del cuello, dedicándome una linda sonrisa.
Ella se acerco a mi y me abrazo fuertemente, lo que me descoloco un poco.
-¿No estas con los otros Tata?
-Cuando he estado con esos traidores de mierda, que abandonaron a los nuestros querida.
Tata me dio un fuerte abrazo, habian pasado más de 100 años de la ultima que nos vimos, lo que fue muy reconfortante.
-Mi pequeña, hueles mal, anda a bañarte, y ustedes niños, si quieren seguir jugando en mis túneles ninguna palabra de que vieron a esta hedionda jovencita, ¿De acuerdo?
Los niños contestaron alegremente que mantendrían el secreto, Tata, les pidió que se fueran, y yo me fui a bañar antes de que me siguieran insultando por lo mismo.
Echaba mucho de menos nuestros baños, una tina hecha en piedra, calentada con madera que creaba una perfecta agua de manantial caliente, así que me eche dentro de ella bañándome, no paso mucho tiempo que pude disfrutar de este momento a solas, porque Tata también entro a bañarse.
-Bien querida, ¿a que vienes exactamente?, que no me mires así, se que no viniste a visitarme, te conozco bien, como también se que lo que dicen de ti es mentira, bueno espero que lo de matar a uno de los ancianos sea verdad, te juro que al menos Argus estaría orgulloso de eso.
-Si, lo mate, pero porque me quisieron matar a mi primero, el infeliz de Kairus quiso tenderme una trampa, además estuvo envenenando mi mayus por años y si no hubiera sido por Granet estaría muerta, gracias a que me dio tiempo mate al desgraciado, antes de hacerlo me informo que los que querían mi muerta era el consejo.
-Esos malditos desgraciados, son unos hijos de orcus, estoy segura que esto lo planeo Ankos, el nunca quiso a tu padre como el kilin tori, y menos a ti mi querida, pero tengo una curiosidad ahora ¿Quién es ese Granet?, conociste a un muchacho de nuestra raza por ahí querida, tus ojos delatan que alguien dio el paso.