Capítulo 12
¡AMANTE DE UN DIOS!
Y así empezó aquel incontrolable amor, con un beso apasionado y una mirada seductora, aquel día era el más esperado por cualquier mujer.
Adonis, quien había rechazado a las diosas y ninfas del Olimpo se rendía a mis pies.
Este lazo era irrompible para nosotros, pues tenía un significado común para ambos, si él no hubiera desobedecido a Afrodita esto no estaría pasando y así yo no hubiera rechazado a Eros; lo cierto es que juntos terminamos cayendo en la trampa del destino, ¿acaso todo lo ocurrido hasta ahora era una lección de vida? Mientras más me aferré al Zorro Ryan más rápido terminé confundiéndome con Dylan y entre más me negaba a Eros, más intervendría Apolo, eso sólo era destino, pues mi verdadera felicidad reposaba a mi lado en este momento personificada en el eternamente joven Dios Adonis, quien pasaba cinco meses con Perséfone y seis meses con Afrodita y que había pedido a Zeus romper ese protocolo solo para estar a mi lado, haciendo evidente que ninguno tenía experiencia en el campo de la guerra como lo es el campo del amor, pero no hay placer sin gloria. Aquel lugar secreto era de ambos, pues ahí pasamos y pasaríamos la mayor parte de nuestro tiempo, tanto así, que el Sol conmovido por lo que estaba viendo, corrió al Olimpo a decir:
Sol: Resuenan las campanas de boda, pues Adonis ha encontrado a una amante diosa.
Al escuchar tal cosa, los dioses llenos de curiosidad, preguntaron quién era esa diosa… El Sol que todo lo veía, estridentemente dijo:
Sol: ¿Recuerdan aquella vez que Adonis desobedeció a Afrodita y trajo la muerte de la Ninfa Alive? Al unísono todos respondieron que sí.
Sol: Bueno, la Ninfa estaba embarazada y moribunda, entonces él extrajo la bebé que ella tenía en su vientre, bajo la promesa de que la salvaría, la cuidaría y se casaría con ella cuando alcanzara la mayoría de edad y así, Adonis besó a la bebé como bendición y formalización a la promesa que acababa de hacer. Luego, entró en secreto al palacio de Eros y entregó a la niña a una sirvienta, con el tiempo la niña fue creciendo en gracia, belleza y talento mientras que Adonis, a menudo la venía a ver en silencio, tanto, que ni el mismo celoso Eros jamás percibió la presencia de Adonis. Un día, después de ser azotada, la joven lloró mucho en sus aposentos por lo que en secreto Adonis, furioso con Eros, decide aparecer, pero cubriendo su rostro la ayudó a curar sus heridas con salvia, con la condición de que ella no volteara a verlo. Galt aceptó y cumplió, por lo que, al ella estar completamente curada, Adonis se marchó, o eso es lo que él le hizo creer, ya que mientras ella dormía, Adonis posaba a su lado temiendo a que Eros o Apolo aparecieran, pero la belleza de Galt lo cegó haciéndolo caer en la tentación de darle sin que ella se enterara, su primer beso de juventud mientras dormía. Al irse Galt ese mismo día, conoció a un Zorro en las montañas y bosques por castigo de Eros.
Ella, al ver al Zorro, se sintió inicialmente atraída por él, pero Adonis lanzó una maldición sobre dicho Zorro, pues nadie jamás podría tener a su amada.
Apolo, días después, llegó a creer que él fue quien le dio a Galt su primer beso, pero Adonis era más cuidadoso de lo común para no dejarse atrapar por ninguno de los dioses, por ello le dejaba flores cada mañana a Galt, de preferencia malvas, pues eran las favoritas de esa joven. Nadie la conocía mejor que él, puesto que la cuidaba en secreto desde que ella nació; y ahora, Adonis y Galt pasan su tiempo en el borde del mundo, jugando como los amantes infinitos que son y seguirán siendo hasta el fin de los tiempos, por toda la eternidad y más allá.
Los mismos dioses, conmovidos por aquella historia de amor, dieron sus bendiciones a la pareja.
Entre ellos, se incrementaba día a día la llama del amor a tal punto, que no podían vivir el uno sin el otro, mientras Galt aún conservaba su virginidad, Adonis era consistente que no podía obligarla a estar con él, siendo que era mejor esperar que fuera ella quien accediera a hacerlo.
Una vez la joven pareja se separó por un tiempo. Galt cayó en cuenta que era Adonis sincero y respetuoso para con ella, tal comportamiento fue de tanto agrado a sus ojos que la doncella no tenía otra cosa en mente.
Apolo como bueno que era le preguntó a Adonis en el Olimpo.
A: ¿Realmente la amas?
Ad: Estoy hechizado por ella, pues no había visto tal belleza, nunca.
A: Debes cuidar bien de Galt, y no dejes que llegue a sufrir jamás
Ad: Pretendo amarla con tal locura que será imposible para ambos estar alejados el uno del otro.
A: Galt es una persona especial y si te atreves a dañarla personalmente me encargaré de ti
Ad: No será necesario, pues tal pasión, será tu misma envidia…