Capítulo 9
EL JUEGO COMIENZA
Decidida a entrar en la batalla y meter las manos al fuego, le comenté a la inmortal Psique y a la diosa Gea cuál sería mi jugada para terminar esto antes que la Flor del Durazno florezca. Primero; Si él quiere emparejarme con Dylan lo aceptaré. Segundo; utilizaré mis encantos de Ninfa para hacerle creer a Eros que me he enamorado de él y si todo sale como lo planeo volveré a Ryan lo más rápido posible.
Luego de oírme, Gea y Psique me dieron su bendición, pues esta competencia tenía que terminarse lo antes posible. Gea me dio la bendición de la complacencia, pues ésta sería mi máscara más neutral.
Psique me bendijo y aconsejó no ceder ante ninguno, así esto lo haría un juego limpio, con una trampa tan perfecta que ni Apolo lo vería venir.
Estando en el mundo de los dioses y reyes, Apolo estaba enamorado de la hija de Hebeca, por su parte, Afrodita, celosa de su belleza, llama a Apolo y le ordena destruir la belleza de Casandra, la hija de Hebeca, pues nadie podía ser más hermoso que la misma diosa.
Apolo, radiante de alegría aceptó, pero no podía destruirla, más bien se vio obligado a amarla, pero teniendo que mantener oculta su identidad, aunque la seguía a todos lados. La joven doncella, dándose cuenta de que era seguida por un apuesto joven, decide cooperar con él sin que él lo notara.
Casandra, una tarde salió de palacio sollozando en uno de sus jardines.
Apolo, al verla en tan lamentable estado, decidió acudir a consolarla…
A: Disculpe, ¿no sabe usted que es de mal augurio llorar en medio de un hermoso atardecer?, ¿qué penas pueden hacer llorar a su alma?
C: Tengo que casarme con el hijo del guardia real, pues mi padre le prometió darme en matrimonio con su hijo por ser el más fiel de su Guardia Personal.
A: Pues no te cases con él, sabes que hay muchos peces en el mar y sólo tienes que aprender a elegir.
C: Mírate nada más tratando de cortejarme, ¿acaso crees que no sé qué me has estado siguiendo día y noche?
A: Me entendiste mal, solo es una coincidencia que estuviera en esos lugares también.
C: ¡Seguro que sí! Dime en qué parte del palacio trabajas, pues tu estado físico es impresionantemente hermoso.
A: Te veré luego porque tengo asuntos pendientes de los que ocuparme primero.
C: Espera, aún no sé, tu identidad.
A: Lo sabrás pronto.
Así, Apolo salió de ese lugar, no podía matar a un humano, pero conocía a quien sí podría hacerlo…
Invocando a Perséfone, éste le pide que corte a escondidas de Hades los hilos de la vida del guardia real del palacio de Hebeca.
P: Veo que esto es importante para ti, Apolo, porque si fuera de otra manera no vendrías a suplicar ante mí.
A: Mira Perséfone, si me ayudas, no le diré a Hades que le das de comer a los amantes a Cerbero.
P: Cálmate Apolo, que sí te ayudaré, mañana al salir el sol no tendrá vida su cuerpo.
A: Gracias, pero recuerda, hazlo bien; como lo haces con tus amantes, sin que Hades se dé cuenta.
Así, Perséfone aceptó ayudar a Apolo y a la mañana siguiente, el joven hijo del guardia real fue encontrado sin vida y sin rastro alguno de haber sido asesinado.
Casandra, al escuchar que su prometido había muerto tan repentinamente, no podía dejar de pensar en aquel joven que constantemente la seguía, ¿sería él quien le provocó la muerte?
Esa misma tarde fue recibido en el salón principal, un regalo de compromiso tan glorioso que el mismo Rey se sorprendió.
Rey: ¿Quién envía regalos de compromiso?
Fue cuando entró Apolo luciendo tan majestuoso traje que todo a su alrededor era celestial.
A: Yo, el dios de la belleza, tomaré como esposa a tu hija Casandra, pues en la historia ya esto está decidido.
Rey: Oh, gran dios de la belleza, ¿cómo tomas a mi hija como tu esposa si aún no has visto su rostro?
A: Ya la conozco, pero no debo darte explicaciones.
La Reina Hebeca sale del lugar a escondidas y llega a donde la doncella.
H: Ven rápido al salón; ¿cómo pudiste ocultarme que conocías al dios Apolo?
C: Yo nunca lo he visto, sólo he escuchado los rumores de que seduce a jóvenes mujeres.
H: Ven rápido conmigo.
Así, Casandra junto a su madre entran al salón y al ver a Apolo lo reconoce al instante y dice:
C: ¡Túúú!
El Rey, perplejo, pregunta a su hija de dónde lo conoce.
C: ¿Que si lo conozco?, claro que lo conozco, pues me ha estado espiando de día y de noche creyendo que yo no me daba cuenta.
Rey: Hija mía, yo doy mi bendición a este matrimonio, ahora ve con él, pues aquí no podrás residir más tiempo.
Así, Apolo tomó cargada a Casandra para llevarla hasta su templo, donde la llenaría de amor a plenitud y le concedería el deseo de ser incontrolablemente amada por todos los hombres. Así, Apolo totalmente desenfrenado por su amor a ella, cumplió el deseo de Casandra con un apasionado encuentro carnal donde se amaron y llenaron de tal placer que jamás nadie lo podría igualar.
***
Regresando a la actualidad, me reuní con Dylan para así acceder a intentar algo con él; parecía feliz de escuchar tales palabras, tan feliz, que repentinamente me ofreció el cielo y las estrellas.
Como no tenía nada en mente para pedirle, le comenté sobre redactar un contrato con varias cláusulas específicas, entre otras, las siguientes:
No hacer pública nuestra relación.
Mantener distancia entre ambos.
Los besos están prohibidos entre nosotros.
Prohibición de tocarme.
Así es como pensaba que sería justa una relación con él.
Al oír eso, sarcásticamente Dylan opinó:
D: Creo que esas cláusulas que propones son una locura inviable; no es justo, sin embargo, podemos discutirlas, por ejemplo, no estoy de acuerdo con que esté prohibido besarte y tocarte, pues además de ridículo, suena como si no tuviera nada, es decir, estos dos puntos no son negociables.
G: Puedo aceptarlo Dylan, pero deberás tener mi permiso primero para hacerlo; ¿tienes alguna otra demanda?
D: ¡Sí! No trabajes más, no soporto verte cerca de tantos hombres, ¿comprendes?, Yo pagaré tus gastos y ya no tendrás que trabajar.
G: ¿Quééé?, pero mi trabajo lo es todo para mí. ¿Podrías dejar esos celos en otro lado?, porque no pienso dejar de trabajar.
D: Entonces tendré que destruir a LABEL W.D y todos perderán su trabajo; tú escoges, o lo dejas o lo destruyo.
Cielos, por qué se puso tan feroz de pronto…
Engañarlo no me será tan fácil como creí…
G: Acepto Dylan, ¡eres un primate extorsionador!, toma mi renuncia, pero deja a todos tranquilos, me retiro por la paz y la seguridad laboral de mis compañeros de trabajo.
Al pararme de esa mesa dispuesta a salir, Dylan se levantó, abrazándome por la espalda y susurrando en mi oído…
D: Eres mía, ahora no puedes engañarme, ni ocultarte de mí…