El césped bajo sus pies sonaba a la mínima pisada que hacía. Ahora estaba más alerta que cualquier ocasión, y el mínimo ruido comenzaba a ponerla nerviosa.
Frunció levemente el ceño al quitar una rama del camino, y continúo caminando.
Mirai había tomado una decisión, y aunque su corazón le daba pequeñas pistas de que su cabeza podría estar equivocada, ella no se daría la vuelta e invitaría a esos niños al peligro.
Ella le había jurado a su maestro proteger a su hijo, y ella lo cumpliría, protegiendo también a los que vivirían con Shikadai.
Respiró hondo, mientras la brisa del bosque matutino se paseaba por sus mechones grasosos. Después de juguetear con ellos por un rato, pensó en lo poco cuidada que ella había estado.
Boruto y el resto le habían informado sobre la Luna, y lo que la Abuela les había advertido de ella. Y Mirai era un punto medio entre los Ninjas del Pasado, y los que son como Boruto.
Ella puede sentir hambre. Pero, ¿Y si los alimentos no la nutrian de igual forma?, de todas formas, ella ya hacía su propia comida y encontraba la manera de sobrevivir. Pero tener esa posibilidad palpitando, no hacía más que avivar sus incógnitas.
Negó con la cabeza.
En esta situación, nadie importaba menos que ella. Los que tienen la edad de Shikadai son las víctimas aquí. Ellos, que prácticamente son como una burbuja llegando al suelo seco, tenían un destino incierto.
Y estaban solos, los adultos los habían abandonado.
— Me pregunto cómo se encuentra Shikadai, no lucía muy convencido de dejarlo con los demás... — Pensó, con una expresión triste mientras caminaba. —
En la noche anterior, cuando casi fueron atrapados por los guardias del señor feudal, Mirai se comportó como nunca antes lo había hecho.
Jamás había tomado a alguien de esa forma, mucho menos tratándose de Shikadai, que más que ser el hijo de Shikamaru, era como un hermano pequeño para ella.
Se sentía avergonzada de sí misma, y aunque en un pasado se consideraba una líder competente, ahora se lo cuestionaba.
¿Era justo estar molesta con él ahora?
Aunque haya desobedecido su consejo de no seguirla, ella había actuado violentamente en su contra por apoyar a una camarada.
La vista de los ojos de Shikadai mirándola nunca se esfumaron en su cabeza. Apenas pudo pegar un ojo en toda la noche.
Instintivamente, o quizás porque los latidos de su corazón eran de genuino auto desprecio, apretó el pecho de su traje amarillo, y cerró los ojos.
— ¿Qué diablos me ocurrió...? Estuve apunto de golpearlo... Solo porque él...
— ¡Tu no eres Shikamaru! — Había dicho Shikadai, instantes antes del arrebato de la Sarutobi. —
¿Por qué esas palabras le habían dado justo en la herida? ¿Por qué le había afectado tanto?
Se supone que son amigos; son familia. Los sentimientos de alguien que se supone debe proteger, no deben de hacerla explotar de esa forma.
— Esto es malo, muy malo... — Dijo en su cabeza, apresurando el paso. — Si seguimos así...
Sin embargo, un destello de movimiento llamó su atención. A lo lejos, en el sendero, vio una figura conocida.
Shikadai estaba sentado sobre una roca, con el mentón apoyado en su mano, mirando el suelo con el ceño fruncido.
Parecía perdido en sus propios pensamientos, tan distante de los demás como emocionalmente lo estaba de ella.
Mirai suspiró para sus adentros, deteniéndose unos instantes antes de continuar su camino hacia él.
Con los ojos cerrados por un breve segundo, se armó de valor y habló fríamente al pasarle a un lado, sin detenerse.
— Estás demasiado lejos de los demás. — Dijo, sin mirarlo. — Deberías regresar.
Al no obtener respuesta, Mirai se detuvo a varios pasos de él. Su relación con Shikadai era un campo minado.
Él era el hijo de su maestro, y ahora todo lo que compartían parecía desvanecerse con cada conversación. Respiró hondo, tragando el aire frío del bosque.
Giró sobre sus talones, enfrentándose de nuevo a Shikadai, y esta vez, elevó un poco más la voz, intentando llegar hasta él.
— ¿Puedes aguantar hasta que regrese para el desayuno? — Preguntó, su tono lleno de preocupación reprimida. —
Pero Shikadai apartó la mirada de ella, sin responder al principio. Su voz salió cortante, como un cuchillo que apenas rozaba la piel.
— No tengo hambre.
Mirai sabía lo que estaba haciendo. Sabía que Shikadai evitaba cualquier contacto directo con ella, y le dolía más de lo que estaba dispuesta a admitir.
Frunció el ceño, conteniendo su pena y el deseo de arreglar las cosas de alguna forma.
— Vuelve con los demás. — Dijo, esta vez en voz baja. — Hazlo por ti... y por ellos.
Sin esperar respuesta, se giró y retomó su camino, sintiendo el peso del silencio detrás de ella.
Cada paso que daba era más pesado que el anterior, y mientras el bosque seguía abriéndose a su paso, Mirai no podía evitar pensar en cómo todo había llegado a este punto.
La relación con Shikadai, que antes había sido tan natural, ahora era un eco lejano, una sombra de lo que solía ser.
El dolor en su pecho era palpable mientras sus pensamientos se enredaban en su misión, en Shikadai, en la responsabilidad que cargaba.
Pero tenía que seguir adelante, por más que le doliera, por más que la distancia entre ella y el hijo de su maestro siguiera creciendo con cada palabra no dicha.
火
Shikadai volvió con los demás, con el ceño fruncido, sus ojos fijos en el suelo mientras caminaba despacio entre las sombras del bosque que apenas comenzaban a disiparse.
El frío seguía presente, mordiendo la piel, pero él parecía no notarlo. Con las manos escondidas bajo su capa, cruzó la distancia sin mirar a nadie.
Boruto, que estaba conversando en voz baja con Sarada, quien estaba sentada sobre sus rodillas en el suelo, se percató de la llegada de Shikadai. De inmediato, se levantó y corrió hacia él con determinación.
— ¡Hasta que llegas!, Escucha, ¡Vamos a seguir a Mirai-Neechan!, Con Inojin podríamos saber en dónde está, dice que le resulta más fácil sentir nuestros Chakras entre todos los de personas del Pasado. — Le dijo Boruto, con un tono de serenidad que ocultaba su urgencia. —
Shikadai, sin levantar la mirada, pasó junto a él, con el rostro endurecido. Se limitó a apartar la vista y, con una frialdad cortante, respondió:
— Hazlo tú si quieres, pero yo no voy a seguirla.
Sin decir más, se dejó caer en el suelo, dándole la espalda a los demás.
Metió los brazos bajo su capa, ocultándose de la brisa helada y, en parte, de los ojos expectantes de sus amigos.
El silencio que siguió fue denso, cargado de incomodidad y tensión. Boruto se quedó inmóvil un momento, sorprendido por la respuesta.
Era inusual que Shikadai, el estratega del grupo, se comportara de forma tan evasiva.
Desde donde estaban, Mitsuki y los demás observaban la escena, pero ninguno parecía dispuesto a intervenir.
Había una vacilación palpable, una sensación de que el aire se había vuelto más pesado.
ChouChou miraba a su compañero con preocupación, mientras Inojin evitaba el contacto visual, claramente incómodo.
Parecía que todos sentían que había algo más detrás de las palabras de Shikadai, pero nadie se atrevía a preguntarlo.
Boruto, por su parte, pronto se recuperó de la sorpresa, frunciendo el ceño mientras lo miraba.
Se acercó un par de pasos, cruzando los brazos, sin ocultar su descontento.
— ¡¿Por qué no?! — Le recriminó, y le apuntó escandalosamente con un dedo. — ¡Tú fuiste el que tuvo la idea de seguirla en primer lugar! ¿Por qué ahora no lo vas a hacer? ¡¿Por una rabieta?!
Shikadai no se movió ni respondió de inmediato. El silencio se alargó, y Boruto comenzaba a pensar que quizás no obtendría una respuesta.
Finalmente, Shikadai murmuró con una mezcla de irritación y algo más profundo, casi imperceptible:
— Porque... se parece a él.
El comentario dejó a Boruto en blanco por un segundo. Frunció el ceño, confundido, mientras intentaba procesar lo que Shikadai acababa de decir.
— ¿A qué te refieres? — Preguntó, su tono suavizándose, intentando entender. — Ya pareces un anciano.
Shikadai no respondió, manteniéndose en su mutismo, la espalda aún vuelta hacia sus amigos, como si eso fuera suficiente para bloquear cualquier intento de conexión.
El aire alrededor de ellos se sentía más frío, más pesado con cada segundo que pasaba.
Los lentes de Sarada se empañaron ligeramente con el frío, pero, aun así, ella permaneció tranquila.
Desde su posición, observaba a Shikadai de reojo, con una mirada analítica, sin decir nada.
Era la única que parecía mantenerse serena, aunque sus ojos tras los cristales empañados reflejaban una comprensión creciente.
Inojin miraba a Shikadai con la incomodidad de alguien que no sabía cómo actuar, mientras ChouChou fruncía el ceño, reflejando su propio desconcierto.
La dinámica del grupo se sentía frágil, y las palabras de Shikadai resonaban en el aire como un enigma sin resolver.
火
No se rendiría tan fácilmente.
Su búsqueda no había dado frutos, y levantarse temprano no le había dado puntos extra en las posibilidades de salir victorioso.
Naruto buscó y buscó, asomándose en cada biblioteca, en cada restaurante.
Pasó por la humillación de buscar por los sitios más aburridos y rancios de la aldea, pero Kakashi-sensei no se encontraba por ningún lado.
— ¿Aún no regresa? — Maldijo en su interior. —
El conocido Ninja copia se había Ausentado lo suficiente si se lo preguntaban a él.
No obstante, incluso alguien con un juicio tan tambaleante como era el de Naruto, podía aceptar que las cosas se mantuvieran como estás, si eso significaba finalmente obtener un cierre.
— Si Kakashi-sensei no ha llegado, eso quiere decir que aún no dan con el Viejo, ¿Eh~? — Se dijo, intuitivamente. —
La verdad era que, tal y como Tsunade les había dicho a él y a todos los involucrados, Kakashi-sensei se encontraba fuera de la aldea.
Y Es que, después del descubrimiento, la Abuela Tsunade mandó, tanto a Kakashi-sensei como a Guy-Sensei (Y Al propio Sai, debido a sus habilidades de infiltración y espionaje), a la búsqueda y contacto del Rey de Trozani, Saturo.
La idea no había simpatizado al rubio, quien desde el primer momento puso en duda todo lo que había salido de la boca de ese hombre.
Pero, era eso o convertir la situación en un problema político aún más grande. Y No es que Naruto los comprendiera, empezando por allí.
Pero la inserción de Saturo añadiría más capaz de tranquilidad, debido a su conexión directa con el Pergamino y Relación con la Persona que pactó con el Viejo Tercero.
La historia de Trozani era un fastidio como para recordarla con facilidad, y el misticismo con el que hablaba el Rey de la ciudad congelada en el tiempo, lo fastidiaba de sobremanera.
Casi se enorgullecía de haber nacido en una Aldea oculta con una Historia tan larga y extendida; La había estudiado muchas veces, y aunque en todas esas veces fue reprobado, valía más cualquier intento que el de volver a escuchar nuevamente la Historia de Trozani.
Y aún así, Kakashi-sensei y los otros lograron captar todo con solo escucharlo una vez.
El joven Uzumaki le había pedido desde el día anterior tantas repeticiones a Sakura, que si se paraba frente a la puerta de su casa ahora mismo, Naruto no podría contar lo que sucedería después.
— Uhg, supongo que no estoy hecho para esto.
Él no era de sobreanalizar. Naruto solía actuar con imprudencia, y hablar con los puños si su voz no podía ser escuchada.
Habiéndose resignado en su búsqueda, el Uzumaki se echó de espaldas al suelo.
El césped magullado debajo suyo era cómodamente familiar, y el olor a tierra que impregnaba en el aire era como un masaje a sus hombros.
Sus pies lo habían traído al campo de entrenamiento, o al menos, uno de los muchos en las afueras de la aldea.
Era temprano en la mañana, y nadie parecía querer sumirse en sus entrenamientos en las circunstancias en las que se encuentra la aldea en la actualidad.
Pese a que él estuvo buscando a Kakashi-sensei con esa intención.
Se suponía que el nuevo Rassengan estaría en preparación, pero la repentina muerte de Asuma-sensei lo obligó a tomarse unos días de luto.
Pues, después de todo, Kakashi-sensei era uno de los dos hombres que supervisaba su entrenamiento, y él era viejo amigo de Asuma-sensei.
Después, pasó lo que ya estaba en boca de todos los Ninjas.
Personas del Futuro retornando al Pasado.
Solo pensarlo es ridículo. Pero se sentía más ridículo cuando aceptaba la realidad de las cosas que él presenció.
Su entrenamiento fue pausado hasta nuevo aviso, y Naruto, lejos de sentir ansias para retomarlo, sentía una extraña mezcla de culpa y abandono.
Si le preguntaran, él mismo no sabría cómo responder a sus propios sentimientos.
El Naruto normal entrenaría solo, para después buscar aunque sea al capitán Yamato para obligarlo a supervisarlo, usando la situación crítica de Konoha como excusa para querer volverse más fuerte.
Pero ahora las cosas eran diferentes.
Sus recuerdos pesaban. El solo intentarlo, provocaba una extraña sensación en su cuerpo, como si sus músculos se tensaran en reacción a un estímulo que recordaban. El problema era que Naruto no lo hacía.
No sabía por qué, o quién era el responsable de esa sensación. Su foco iluminaba a una única cosa que lo había estado perturbando desde que apareció la primera vez, y de la que se ha estado guardando cautelosamente sus propias opiniones.
La figura bañada en sombras, con las aguas de su subconsciente hasta sus tobillos, se arqueaba hacia adelante, como si la sola acción de estar de pie fuese muchísimo trabajo para la sombra en cuestión.
Su rostro nunca fue visible para Naruto, y de sus pertenencias no reconoció otra cosa que una capa larga que le cubría gran parte del cuerpo.
El rubio Uzumaki frunció el entrecejo cuando reconstruyó la apariencia del ser ajeno que había irrumpido a su vacío mental.
La complextura lo delató como un Hombre. Quizás no pasaba de los cuarenta.
La falta de mechones largos solo hacía más difícil su reconocimiento, y sus rasgos faciales fueron mayormente cubiertos por la negrura de las sombras que se asentaban en su piel.
Y Ahí, ojos rojos, como los de una bestia que vigilaba desde la lejanía, pero con atención, habían observado a Naruto.
¿Quién era esa sombra? ¿Por qué, de todos los lugares, se le tuvo que aparecer a Naruto de esa forma?
¿Por qué tuvo que ser él? ¿Acaso fué el único que vivió una experiencia así?
Naruto tenía los brazos extendidos a cada lado del cuerpo, recostado sobre el césped. La inexistencia de nubes en el cielo no hacía más entretenida su introspección.
Su corazón daba saltos cuando una burbuja de pensamiento crecía para volverse a encoger en el pensamiento. ¿Y Si todo tenía que ver con esos niños?
Lo había estado pensando mucho al no tener a nadie con quien compartir su experiencia de manera más íntima.
Rebobinó lo que recordaba haber escuchado de la figura desconocida, dispuesto a encontrar, al menos, algún indicio que la enlace con algo que estuviera en sus narices.
Decepcionado de su mala memoria, Naruto se llevó las manos a la cabeza, despeinando su cabello en el proceso. El césped tras su cabeza se despegó en fragmentos pequeños y molestos cuando algunos mechones no cedieron al jalón.
Habían sucedido demasiadas cosas, y la mayoría de ellas estaban siendo ocultas por la abuela Tsunade.
Hasta Naruto puede oler que la mera presencia de los niños en Konoha traía consigo más capaz de misticismo.
Esa era la razón por la cual la Abuela le había exigido a Kakashi-sensei contactarse lo más pronto posible con el Rey Saturo.
Estaba seguro que tomaría en cuenta sus observaciones, y tomarían más decisiones con respecto a los niños, basándose en lo que pueda decir el viejo.
— Pero ese viejo se la pasa encerrado en su gigantesco Palacio. — Murmuró entre dientes, como si el cielo matutino fuera el culpable de las absurdas circunstancias. El bigotudo dió unas patadas al aire para balancearse y sentarse, apretando los labios. — No quiere confiar en los suyos para decirles que se comunicó con nosotros, pero tampoco quiere dejar su Aldea. ¿En qué órden están sus prioridades? ¡Él mismo confirmó que el Pergamino fue activado!
Uzumaki Naruto era conocido por su impaciencia y falta de control. Sin embargo, por algún motivo, ambas cosas están arraigadas en algo que el propio Naruto no sabría explicar con palabras.
Mientras se masajeaba la cabeza, reflexionó.
Últimamente no se sentía como él mismo. Es decir, estaba claro que era él, pero había algo en sí mismo que lo carcomía por dentro.
El miedo de que esa sombra sea la responsable, no lo hacía mejor.
De hecho, una vez Sai le dijo que las personas suelen actuar diferente cuando se ven envueltas en situaciones que puedan golpear su sentido de realidad, y actuar en consecuencia.
¿Será éste uno de esos escenario? Por aquel entonces, se había dado la vuelta mientras cacareaba sobre la ingenuidad de Sai.
Pero en retrospectiva, no sonaba del todo tonto.
¿Y Si aquél presentimiento era un mal augurio?
Era probable que Naruto no temiera las consecuencias de lo que sea que vaya a suceder, sino el cómo se presentarán ante él.
Él nunca fue alguien que le temiese a las circunstancias, pero las cosas tomaban un giro diferente cuando sus amigos estaban involucrados.
Si el presentimiento que tiene de verdad involucra a esos niños que la abuela Tsunade acogió, entonces no solo Naruto estaba involucrado.
Toda la aldea, y sus amigos, lo estaban. Él no era alguien despiadado que dejaría a niños vagando por el mundo en busca de suerte, posteriormente de ser abandonados por un futuro próspero que cayó sobre sus cimientos.
El Ninja rubio tenía como meta convertirse en Hokage, y eso incluía estos pequeños sacrificios.
Incluso si las circunstancias en las que los niños aparecieron eran altamente sospechosas, y peligraba a los suyos, Naruto no iba abandonarlos.
Por otro lado, tampoco significaba que dejaría pasar esto sin hacer preguntas antes.
— Quizás pueda atrapar a la abuela yendo o viniendo. Así no tendrá excusa para pasarme por alto. — Se dijo a sí mismo. —
Después de que la abuela Tsunade les informó a un número específico de Ninjas sobre todo lo que se había cernido encima de Konoha, ésta se encontraba incluso todavía más ocupada que cuando desconocían quién era el responsable de los portales en primer lugar.
Después de todo, parecía ser que al tener una idea de lo que sucedía, la Hokage estaba más centrada en ir más allá de solo saber el Porqué, y contactar inclusive con MÁS sobrevivientes.
Ésto último confundió a Naruto. Debido a la Ausencia de Sai, Sakura-chan era la que tenía en sus manos el cuaderno con lugares exactos en dónde, según la líder de esos niños, se había confirmado la presencia de Ninjas de Konoha que ayudarían a civiles a sobrevivir.
Frunció los labios y levantó una ceja a la nada en particular.
Naruto había escuchado de Sakura que la niña que había presentado el testimonio, parecía ser alguien cercana a los adultos con más poder de Konoha, o al menos, con personas que tenían conocimiento de esto.
El rubio no creía fácilmente que un niño se ganase la confianza de tantos adultos, por más listo que fuese.
Pero aunque él era poco menos que Modesto, sabía que el propio Shikamaru se había ganado el respeto suficiente para ser llamado por el propio señor Feudal.
Que en un futuro lejano un niño al azar fuese tratado con esa discreción, no sorprendería a Naruto.
Es decir, él siendo un niño, sufrió de cosas que pocos adultos experimentaron.
No importa en qué circunstancias estuviera el adulto, incluso un borracho empedernido que maltratase a consciencia a su familia, tendría mejor trato al público que un Naruto de siete años.
Mientras se ponía de pie y se limpiaba la tierra del trasero, suspiró con resignación.
Suponía que, siempre y cuando otro niño no fuese tratado como él, las cosas estarían mejor; significaba que Konoha en el futuro, había sabido manejar con mejores manos la misma situación de Naruto.
Fue allí cuando sus pasos se detuvieron. No tuvo tiempo de salir del campo cuando una línea de pensamiento cruzó por su mente, pintando sus ojos cerúleos a un tono más frío como la acuarela.
Para ese entonces... unos treinta años. Si decidía creer en las palabras de Sakura, eso fue lo que la abuela Tsunade escuchó de los sobrevivientes de ese futuro cataclismado.
Había una gran brecha de treinta años entre su tiempo Y el de Naruto.
Cuando intentó justificar las cosas en su cabeza, se rindió con facilidad.
La cosa en cuestión era una existencia tan complicada de OCULTAR, que le era imposible imaginarse una manera de erradicarla por completo.
¿La bestia de nueve colas puede ser erradicada, de todos modos?
¿En treinta años las personas de Konoha supieron de su existencia? ¿Conocerían la Historia del Naruto que fué un Jinchuriki?
¿Qué ocurrió con el nueve colas?
¿Por qué en una situación tan compleja, donde se perdieron muchas vidas Y niños se ven envueltos en un pleito que podría ser político, tal bestia asesina no se ha mencionado ni una sola vez?
— ¡¿Y Si el Kyuubi no existe para ese entonces?! — Se preguntó desesperadamente. Los ojos de Naruto se ensancharon, el sudor frío descendiendo por su frente. — ¿Q-Qué... ocurrió conmigo?
Su pie derecho tocó el suelo, dando un paso en falso debido al impacto. Al pisar el monte, el sonido se filtró extrañamente en sus oídos, como un Requiém extenso que resonaba.
Fué lo siguiente que lo desconcertó: El mundo a su alrededor ya no era el mismo para cuando parpadeó en reacción al sonido.
Un goteo vibró en su sentido auditivo, opacando el ruido que hizo el monte con anterioridad.
Para cuando el Uzumaki se dió cuenta de lo que estaba ocurriendo, su cuerpo recuperó la movilidad, y su otro pie volvió a dar un pisotón, solo para que el agua chapoteara. Sus ojos azules se abrieron, y Naruto apretó los dientes.
El agua hasta los tobillos, la oscuridad prominente y la luz amarillenta inexistente que parecía recaer sobre pocas cosas incluyendo a Naruto, eran patrones que él, lamentablemente, reconoció.
— Esto otra vez... ¡¿Por qué volví a aparecer?!
Su pregunta cayó en oídos sordos, como era de esperarse.
Una parte de él reconocía lo suficiente este sitio, y sentía un repudio perpetuo a ese lugar en particular, sobre todo a una zona en específico de su vacío mental.
Él se giró como un ventilador descompuesto para visualizar cada punto ciego, pero la presencia que más odio tenía de parte de él, casi ni se inmutaba.
La bestia maldita de Chakra intenso actuaba como si la aparición abrupta de su recipiente no fuese de gran importancia.
Más allá de que pudiera significar un posible manejo de su propia consciencia, el Kyuubi ni siquiera se tomó el tiempo de tener los ojos abiertos por más de cinco segundos, pues después de un gruñido, volvió a cerrar los ojos.
Naruto no supo cómo responder. A lo largo de su vida, su diccionario de groserías estaba sobre-estimulado.
Pero cuando estaba frente al Kyuubi, ese diccionario parecía ser más un librito a comparación de lo que el Kyuubi tendría para decirle.
Después de todo, si Naruto le dijera que le iba a arrancar la cabeza, era obvio para todos quién era el que iba a terminar con un miembro menos si el sello se rompía.
Tragó saliva, asumiendo nuevamente su orgullo y tratando de no vacilar frente a la bestia sedienta de sangre.
Era tal la magnitud de Chakra, que la misma se filtraba por las barras que mantenían al Kyuubi encerrado, como humo naranja rojizo.
La sensación de éste cuando se desvanecía cerca del Naruto del vacío mental, era como la sensación eléctrica que te recorre la espalda y el cuello cuando algo, dulce o picante, te carcome desde dentro.
Poco Chakra de la bestia era suficiente para que un Humano que no fuese Naruto, perdiera el control.
Aún así, Naruto no evitó que su curiosidad flaquease.
En momentos así, la estúpida bestia ya estaría farfullando tonterías sobre la cabeza dura del rubio, y cómo no soportaría ni un vaso lleno del Chakra del nueve colas sin perder la consciencia de sí mismo.
Naruto, por esos momentos, siempre se defendía, porque no veía justo que una bestia estuviese tratándolo como si fuera Naruto quién lo quería encerrado dentro de él en primer lugar.
Sin embargo, el silencio que le siguió fue desconcertante.
Las respiraciones de la bestia podrían ser tranquilas, pero para un Humano del tamaño de Naruto, era como si el suelo temblase en cada exhalación, y vibrase mínimamente con las inhalaciones pacíficas.
Para entonces, se preguntaba seriamente si la bestia estaba haciendo el máximo intento de ignorarlo.
Podría ser éste el cuerpo de Naruto, pero el nueve colas actuaba como si el cuerpo de Naruto le perteneciera.
— Es un fastidio... un reverendo y maldito fastidio.
La voz del nueve colas resonó como un aura tenebrosa en el vacío mental del Rubio Uzumaki. Él permaneció allí, mirando hacia arriba; hacia lo que pensaba que eran los ojos del Kyuubi.
El zorro no se movía, y yacía acostado, dejando que la oscuridad lo bañase y su silueta no fuese reconocida.
Con los ojos cerrados y su aparente solemnidad anormal, Naruto tenía la difícil tarea de leer sus verdaderas intenciones.
Le alteraba más un Kyuubi sereno que uno enloquecido.
— Si no fuera por éste sello... los habría matado a ambos hace muchísimo tiempo. — Volvió a hablar el Kyuubi. Ésta vez, se permitió abrir los ojos, todavía con el hocico recostado sobre sus patas. —
Los ojos rojos observaron a Naruto con una rabia calculada.
Era diferente a otras veces; En otros momentos, Naruto hubiera sentido el Chakra maligno pasar por encima de su piel solo con una mirada asesina disparada por el Kyuubi.
Pero, sin embargo, éste estaba consciente de su propio raciocinio.
El Uzumaki de bigotes abrió sus ojos cerúleos.
— ¿Ambos? — Murmuró, el sudor frío se acumulaba a los lados de su frente. El rubio se esperaba lo que ahora se estaba negando, e incluso sabiendo que el Kyuubi era el último ser al que se podría tener una conversación decente, de todas formas, lo intentó. — ¡¿A Qué te refieres?!
Su grito era poca cosa, comparado al tono y volumen del Kyuubi, quien con solo un susurro, provocaría un mini terremoto en el vacío.
Pero, con todas las de parecer una hormiga indefensa frente a una bestia asesina y maldita, el Uzumaki sintió que tenía el valor y el derecho de afrontar la verdad tras esas palabras.
Sus cejas flaqueaban, frunciéndose en un ceño preocupado. Debió de haberlo sospechado desde que el Kyuubi no pareció rebosante de rabia cuando Naruto hizo aparición desde el primer momento.
Actuaba como si ya se hubiese acostumbrado a las visitas inesperadas.
— ¡¡Oye!! — bramó, esta vez con más vehemencia. — ¡¡Responde lo que te estoy preguntando, zorro!! ¡¿Qué quieres decir con 'Ambos'?!
El aura del Kyuubi nunca cambió. La atmósfera se sentía cada vez más fría, y la bestia de las nueve colas parecía perder más el interés.
Era hasta irónico, cómo una presencia desconocida que había estado acosando a Naruto, fuera de tan poca importancia para el Kyuubi.
Claro, Naruto no se esperaba que la maldita bestia demoníaca saltara en su defensa. Pero, si Naruto moría, también lo haría el zorro en consecuencia.
Para su defensa, el zorro no podía hacer nada de todos modos.
Después de todo, aquello parecía ser más omnisciente en su cabeza que de lo que podría llegar a ser el propio Kyuubi dentro de Naruto. Y de nuevo, se percató de ello cuando fue sorprendido por detrás.
No hicieron falta palabras para darse cuenta.
La sola presencia hizo hondas en el agua a sus pies, y Naruto era el único que podía estar allí con el Kyuubi. Un tercero sería sencillamente detectado por él, aunque su talento no fuese el rastreo.
Era su cuerpo, y no había cosa que más conociese Naruto que su propio cuerpo.
Cuando se giró, tomó posición defensiva. Esta vez no iba a atacar. Sabía, con impotencia, que cualquier ataque era imposible.
Naruto separó sus pies entre sí, por si se veía obligado a saltar.
Con el Kyuubi encerrado a sus espaldas, el rubio temía la posibilidad de que el Kyuubi se aprovechase de su defensa en el frente para atravesarlo con una de sus garras cuando se muestre distraído.
Tuvo que aguantarse las ganas de estar vigilando a la bestia de las nueve colas con el rabillo del ojo, porque temía que, si lo hacía, la silueta frente a él rompiera el patrón robótico de permanecer fuera de su límite y atacarlo por sorpresa.
Como la vez anterior, la silueta se apareció sin dar indicios de querer moverse, o actuar en contra de Naruto.
No sabía si era una amenaza, pero solo el tamaño de la persona que estaba frente a él y el desconocimiento de cómo lucía dicha persona, lo desconcertaba; abrumado, intentó asomarse haciéndose a un lado, para ver si con la poca luz que su consciencia le ofrecía, podía ver algo más allá que la barbilla del hombre y la capa blanca y larga que colgaba de sus hombros, ennegrecida por las sombras.
— Otra vez tú... — Murmuró, tragando saliva. —
La primera vez que apareció la silueta, Naruto fue tomado por sorpresa.
Esta vez, teniendo en cuenta lo que recordaba haber escuchado de éste individuo y lo que había vivido posteriormente, guardó la calma, aunque su corazón palpitaba hasta pensar que se le saldría del pecho.
Se secó lo que sea que goteaba en la esquina de su boca, sea saliva, agua chapoteada o sudor nervioso, y habló.
— La última vez apareciste cuando Akatsuki vino con intenciones de atacar Konoha. Estoy seguro que eso no fué una coincidencia. — Dijo secamente, levantando sus manos como una defensa adelantada. —
Sus pies se prepararon para retroceder en cualquier momento, mientras sus labios se fruncían en un puchero acusatorio, midiendo sus palabras en un volumen bajo.
— Sakura-chan, la abuela Tsunade... Hasta Kakashi-sensei. Todos dijeron que la luna explotó en una luz, y fue gracias a eso que Kakashi-sensei pudo descubrir a uno de los niños.
Naruto no tenía ganas de recordar ahora. Lo había hecho tantas veces, que perdió la cuenta. Pero creía que podía usar la inmovilidad de la silueta a su favor.
Que la silueta no se moviese, no significaba que no era capaz de escucharlo. Más que miedo, era ansiedad ante lo que podría ocurrir si tocaba un nervio a quien sea el que se escondiera tras las sombras.
La silueta que se encorvaba hacia adelante, dejando que sus brazos colgaran y su cabeza quedase cabizbaja, tenía la propia apariencia de un loco.
Pero este loco estaba en su subconsciente, junto al propio Kyuubi.
Si las cosas decidían ponerse peores para él, Naruto podría sufrir las consecuencias de la posible liberación del sello que encerraba al Kyuubi, si es que esa silueta estaba allí con esa intención.
Sea lo que fuese, esa silueta tenía que estar relacionada con esos niños.
— Como yo no vi nada de lo que hablan los demás... supongo que eso pasó mientras dormía. — Afirmó Naruto. Sin que él estuviera consciente de ello, el nueve colas escuchaba las palabras cautelosas del Uzumaki, quien se mantenía con el ceño fruncido serenamente, y preparado para luchar si era necesario. — No aparezco en este maldito lugar ni por accidente en sueños, y ten por seguro que el maldito que tengo detrás no me llamaría para tener una Pijamada en medio de la noche. Si esa luz apareció justo cuando yo dormía y no me desperté, es porque la razón principal fuiste tú.
Se tomó la libertad de ser lo más breve que pudo, pero siendo directo, acusando a la silueta de haberlo llamado al vacío mental en medio de un posible ataque por parte de Akatsuki.
Ahí es cuando, en medio de sus indagaciones, Naruto llegó a la apresurada conclusión que, si de verdad el niño que se le apareció la primera vez que la silueta se presentó era la prioridad para ésta última, entonces Naruto hubiera sido despertado cuando los Akatsuki hubieran llegado, o antes de su llegada.
Al no haberlo hecho, y haber sido levantado de la cama de un salto después del fenómeno lunar, le dió a Naruto una respuesta simple.
— ¡Querías que encontraran a los niños! ¡¿No es así?! — Exclamó en un alarido. La sombra, sin embargo, no dió otro indicio de vida que no fuese un pequeño escalofrío. — Antes decías cosas incompletas, ¡Estuve muchísimo tiempo tratando de recordar lo que me dijiste!, Incluso después que vi a ese niño, no me quedó claro hasta hoy. ¡Tú...!
Con una mano apretándose un puño, y la otra apuntando acusatoriamente a la silueta encorvada, Naruto concluyó escandalosamente.
— ¡Si la luna no hubiera hecho lo que hizo, no hubieras aparecido! ¡¡Y Obviamente tu prioridad no son los mal nacidos de Akatsuki, sino que los niños se queden aquí!! ¡¿Verdad?! — Volvió a gritar en cuestión. Sus dientes se apretaban por la falta de reacción. Soltó una risa irónico, pero en ningún momento mostró una sonrisa. — ¡Claro! ¿Por qué no me di cuenta antes? ¡¡Si Akatsuki hubiera usado aquella puerta de la aldea, se hubiera encontrado de frente con la niña que descubrió Kakashi-sensei!! ¡Tu no quieres eso!
Mientras lanzaba acusaciones, Naruto trató de rebobinar el órden en el que Sakura-chan le había narrado lo sucedido.
Akatsuki no había entrado a los límites de la barrera, por lo que no habrían sido detectados sino hasta que ya hubieran cruzado.
Sin embargo, Sakura-chan dijo que cuando la luna pareció explotar, la barrera fue empujada, y hasta la comparó con una gelatina.
Gracias al extraño fenómeno, es que pudieron detectar un pequeño enfrentamiento fuera de los límites de la barrera, que es cuando Kakashi-sensei se encontró aparentemente con los Akatsuki, que dijeron haberse enfrentado a Anbus.
El fenómeno lunar había ocurrido antes de que Akatsuki hiciera contacto con Konoha.
Y si calculaba el tiempo en que se despertó, y después se encontró con Sakura-chan para enterarse de la experiencia de Kakashi-sensei, entonces Naruto llevó un tiempo inconsciente mientras Kakashi-sensei se enfrentaba a Akatsuki, y después encontró a la niña en las puertas de Konoha.
— Hubieras aparecido antes, pero no lo hiciste. — Gruñó el Uzumaki, y dió un paso amenazante hacia la sombra. No tenía intenciones de jugárselas tan descaradamente, pero no se permitiría ser reducido a nada en términos de valor. — Me mantuviste dormido... hasta que viste el momento indicado para decir tus estupideces y despertarme.
Finalmente, Naruto retrocedió un paso, preparando sus puños para Jutsus que posiblemente no funcionarían.
Porque, después de largas diatribas, la figura masculina pareció reaccionar con la última acusación.
El hombre, todavía encorvado hacia adelante y sin ánimos para hablar, movió sus hombros en reacción a las palabras del más Joven.
Posteriormente, subió un poco la cabeza, ganando más confianza en el proceso. Aparentemente, al estar acostumbrado a la posición anterior, el hombre nunca se enderezó.
Al contrario, su postura vaciló, y sus hombros seguían igualmente caídos cuando le dirigió a Naruto las siguientes palabras:
— Dos días... ahora quedan solo dos días...
— ¿Qué...? — Escupió Naruto, estupefacto. Sus ojos se ensancharon. — ¡¿Vas a empezar con esa mierda de nuevo?! ¡¿No sabes decir otra cosa?!
La voz de Naruto agarró fuerza cuando dejó salir su furia. Como el encuentro pasado, la silueta lanzó solo esas palabras.
Sin embargo, Naruto se detuvo en seco cuando notó la diferencia que había entre esas y aquellas.
— ¿Dos... días...? — Finalmente, Naruto realizó. Levantó una mano deprisa. — ¡Oye! ¡Espera, espera, espera...! ¡¿Cómo que ahora 'Dos Días'?!, A-Antes dijiste...
Lo recordaba.
Antes, Naruto estaba más atento al encuentro del niño que se le apareció en el vacío, y que, aparentemente, éste último parecía igual de desconcertado que el propio Naruto. No había tomado en cuenta las palabras de esa vez.
— Tres días...
Naruto tragó saliva. ¿Cuando esto se había convertido en un reloj de Arena?, Bueno, al instante se sintió como un idiota. Lo era desde el principio.
— Esos... T-Todos ellos... — La voz apagada de la silueta, vaciló. —
La saliva en la garganta del hombre se filtró casi en un lamento lloroso, y aunque el hombre jamás lo hizo, tenía la apariencia de estar magullado psicológicamente.
La decadencia de palabras y reacciones, llevaron a Naruto a querer escuchar la mínima diferencia que tenían éstas palabras de las anteriores.
— Todos esos niños... todo el mundo... peligrará en dos días...
— D-Dos días. — Repitió Naruto. Por esta vez, no hizo locuras, y exclamó. — ¡¿Qué?! ¡¿Qué va a ocurrir en dos días?! ¡¿Tiene que ver con esos niños?!
El bramido fue como la brisa filtrándose en una ventana abierta.
Todo quedó en un mutismo nuevamente, y la sola espera hizo que el Kyuubi abriera los ojos, provocando una tensión desmedida en la atmósfera.
La mención de la palabra logró otra reacción de la silueta, y ésta dió un paso forzoso al frente. Naruto quiso retroceder, pero temía que el Kyuubi, aunque estaba encerrada, atacara a traición.
Y, de todas formas, la silueta nunca se acercó más de allí.
— Dos días... dos días... dos días... — Decía. Su voz era apagada, y reconociblemente masculina, pero seguía siendo muy extraña para provenir de un adulto. —
Parecía que, aunque las palabras del hombre fueran limitadas, el pensamiento que pasaba por su cabeza era desprovisto de límites.
Su voz se rasgaba, como si su garganta quemase al tratar de utilizar otras palabras.
— ¡Los niños...! ¡Yo no...! lo juro... ¡Yo no lo hice...! ¡Agh...!
El hombre vomitó las palabras, y saliva cayó frente a Naruto, haciéndose una con el agua a sus pies.
Tuvo que ver con más atención para darse cuenta que, por algún motivo, el hombre en cuestión pareció haber vomitado algún líquido de color oscuro.
Era lo más parecido a la sangre, pero no estaría tan seguro.
— Ese color lo hace ver más como la tinta. — Piensa Naruto, y deja atrás el tema. —
No tiene otras palabras para ésta figura, pues ya estaba seguro que no respondería.
Lo observaba con el ceño fruncido, mientras aquél hombre se sostenía la garganta a la par que ninguna palabra llegaba a los oídos de Naruto.
Aunque le había dado algo cercano al beneficio de la duda, no obtuvo nada de él, y la silueta parecía querer compartir algo más, aunque pareciera estar haciéndolo en contra de su voluntad mientras sufría físicamente por ello.
Entonces, el rostro de Iruka-sensei volvió a aparecer.
En el Ichiraku ramen, mostrándole a Naruto un rostro conflictivo que no pudo descifrar por completo.
Pero que, a pesar de toda la lealtad que Iruka-sensei le tenía a Konoha, él seguiría siendo partidario de lo justo... de lo humano.
Después de todo, Naruto sabía eso al experimentar su bondad en carne propia.
Ya no tenía idea de qué más hacer, hasta que la oportunidad se presentó por sí sola.
— ¡¡Lo voy a encontrar!!
El grito de Naruto estaba más lleno de determinación y seriedad que de a juego.
El reto ya había sido puesto en la mesa, y sinceramente, el Uzumaki ya no estaba de humor para lidiar con alguien que no parecía estar consciente de dónde se encontraba realmente.
Hasta llegó a pensar que el hombre se encontraba así gracias a la presencia del Kyuubi, y como el Chakra de Naruto era especial, quizás él sí podía contrarrestarlo.
Pero no estaba seguro.
— Lo voy a hacer, lo voy a encontrar. — Repitió, ésta vez con más seguridad que la anterior. —
Sin saberlo, el propio nueve colas miraba el intercambio sin el más mínimo interés, aunque trataba de no verse transparente bajo todas esas capaz de odio.
— Si encuentro a ese niño, ¿Estarás satisfecho?
Aquella pregunta resultó como una piedra en un charco.
Una pequeña reacción notó en el hombre.
El mismo, que se agarraba la garganta, dejó de gorgotear sangre (o lo que parecía sangre) de su boca, y dejó caer los brazos después de dudar por un momento, como si su consciencia se estuviera despertando... solo para caer dormida nuevamente.
Naruto titubeó cuando presenció eso. Decidió ser optimista, y tomarse el acto como una respuesta afirmativa.
— Entonces está decidido. — Afirma él a lo bajo. Sus cejas se acentuaron en una seguridad plena, y con una molestia contundente, apuntó a la silueta con un solo dedo. — ¡Más te vale decir más que un maldito "Quedan dos días, quedan tres días, queda hasta mañana"! — Imitó él, mofándose. — ¡¡Porque te mataré con mis propias manos si no lo haces!! ¡¿Eh?! ¡¡Espero que estés escuchando palabra por palabra!
"¡¡Encontraré a ese niño aunque tenga que ir a otro País para lograrlo!!... Antes de los dos días..."
Su grito resonó por todo su subconsciente, y las pequeñas hondas del agua a sus pies brillaban gracias a la luz que recaía sobre ellas.
Antes de que volviera en sí, Naruto divisó una mueca en los labios del hombre.
El mundo real lo golpeó.
El verde agolpó su mente cuando llegó a su vista primero, y ese fue el instante en el que Naruto recordó que estaba en el campo de entrenamiento.
Seguía de pie, en el mismo lugar en el que había estado antes de ir a su vacío mental.
Se tomó un momento para recomponerse, y después de darse unas palmadas en las mejillas, su objetivo volvió a visualizarse en su cabeza.
Un rostro redondo y preadolescente, con el cabello despeinado en hondas y el rostro magullado con pequeñas heridas.
Dos ojos azules cerúleos y con dos marcas distintivas en las mejillas.
Esa era la cara que Naruto buscaría a partir de entonces.
Y el primer sitio en el que buscaría, sería la torre la Hokage.