—Luna, no deberías usar más ese vestido. Ha pasado un mes —Yara recordó a Amanecer, porque todavía llevaba puesto un vestido negro.
Para el miembro de la manada, solo era una semana para vestir ropa negra, como símbolo de que lloraban a su alfa, pero para la luna, tenía que llevarla durante un mes.
Y aún así, había pasado un mes y Amanecer ni siquiera intentaba vestir de otro color.
—No. Mi luto aún no ha terminado —dijo Amanecer. No creía que fuera a terminar. Miró su reflejo en el espejo y suspiró profundamente.
No tenía energía ni deseo de usar otro color. Amaba este color negro, porque le recordaba a la bestia negra de Cenit. No le importaba usar este color por el resto de su vida, hasta el día en que pudiera estar con él nuevamente.
—Pero, luna…
—Es suficiente, Yara —interrumpió Amanecer.
Yara cerró su boca y no dijo nada más, mientras salía y luego reunía a todos los omega en la sala principal.