Estaba hecho, la guerra había terminado.
Pero esta guerra esta vez dejó tanto impacto en el mundo de los cambiadores, porque ahora, perdieron su capacidad de transformarse en sus lobos.
Todos los cambiadores perdieron su espíritu de lobo, pero vivirían, justo como le ocurrió a Zander. No perdieron su habilidad de curarse, no perdieron sus sentidos agudos, pero no podían tener ninguna conexión con su espíritu de lobo, lo que significaba que no podrían transformarse... en absoluto.
El objetivo de Jared de destruir el mundo de los hombres lobo, de alguna manera, tuvo éxito, aunque no logró matarlos a todos, dado que todos aún vivían.
Sin embargo, les tomaría mucho tiempo ajustarse al hecho de que no podrían transformarse en su bestia nunca más.
Esta era la cosa más jodida que jamás habían sentido. Era casi como si hubieran perdido una extremidad. Algo faltaba, había un vacío que no podían explicar.
Un enorme agujero que nada podría reemplazar.