Amanecer había querido hacer esto desde hace tiempo. Probablemente tenía esta naturaleza violenta dentro de ella y ahora Aurel le dio la razón correcta para hacerlo.
No solo Aurel, sino los cuatro hombres que la rodeaban estaban sorprendidos, la calma de Celine se quebró y abrió mucho los ojos.
—¿Estás loca? —Amanecer alzó la voz. Le lanzó a Aurel una mirada cortante, que podría haber hecho encogerse al curandero. Estaba demasiado atónita como para levantarse de inmediato, mientras disfrutaba del frío suelo, acunando su rostro.
—¿Qu- qué estás haciendo? —Aurel tartamudeó, aún no había asimilado que acababa de recibir una bofetada.
—¿Todavía te preocupas por ti misma cuando hay alguien más en condición crítica? —Amanecer no se contuvo en absoluto. Esto era la acumulación de ira de su primera vida y de la actual.
Esta miserable mujer merecía más que ser reprendida en realidad, pero Amanecer tomaría lo que pudiera conseguir en ese momento.