—No pongas esa cara tan triste —dijo Lyra, acarició su cabeza y puso un pequeño pastel frente a Amanecer—. Feliz cumpleaños.
Hoy era el decimosexto cumpleaños de Amanecer, pero no tenía ganas de celebrarlo. Su humor se había arruinado desde que se despertó, porque Emily había entrado de nuevo en su habitación y había revuelto las pertenencias tan preciadas de su madre. La odiaba con pasión.
—Gracias, Lyra. Sólo tú recuerdas mi cumpleaños —Amanecer sonrió a la curandera. Ella se sentía como una segunda madre para ella.
—No seas tonta, Blake también recuerda tu cumpleaños. Vendrá a celebrarlo con nosotras después de su entrenamiento —Lyra la animó.
Desde que su padre había sido llevado a la ciudad capital hace siete meses, el Beta Jason había estado a cargo de la manada. Ese aterrador alfa bajaba aquí dos veces al mes para revisar todo.