—Cenit, son tan crueles conmigo... —Amanecer gemía, mientras Cenit la llevaba en sus brazos. Se había quejado mucho sobre el maltrato que había tenido que soportar en los últimos años—. Destrozaron los recuerdos de mi madre y mi padre ni siquiera me defendió... hiks, hiks.
El corredor resonaba con los sonidos de sus sollozos, mientras los guardias allí presentes intentaban parecer no afectados por esta extraña vista. Sin embargo, el alfa solo se enfocaba en la mujer en sus brazos. La acariciaba con su nariz y la abrazaba más fuerte.
—¿Qué le has hecho a la señorita para que esté llorando tan mal así? —Zander apareció desde la dirección opuesta y Cenit optó por girar a su izquierda, tomando el camino más lejano hacia su cuarto, solo para evitar a su hermano.
—¡Eh! —Zander inmediatamente corrió hacia Cenit y caminó a su lado.
—No deberías ser visto conmigo —dijo Cenit, gruñendo porque Zander miró más de cerca a Amanecer.