No tenían ni idea de qué eran las flores de Brettel, mucho menos que la planta era en realidad venenosa.
—¿Planta venenosa? ¿Estás seguro? —la cara de Lanza se puso seria y Piros miró a Amanecer con una mirada que pedía explicación sobre el asunto, mientras que Dario estaba alerta al ver cómo la situación se intensificaba. Se acercó más a Cenit y Amanecer, por si las cosas se ponían feas.
—¡Sí! —Aurel asintió, sus ojos verdes rebosantes de confianza—. Dime si esa no es una planta venenosa. ¿Te atreves a mentir?
Cenit miró a Amanecer, pero no se movió de su posición, protegiendo a su mujer, pero la próxima declaración de Amanecer los sorprendió a todos.
—Nunca he dicho que la flor de Brettel no sea venenosa. Sí, es una planta venenosa —admitió Amanecer ligeramente.
—¡Ves?! —Aurel apuntó con su dedo acusador a Amanecer. Sus ojos se abrieron incrédulos—. ¡Intentó envenenar al Rey! ¡Esto es un acto de traición! ¡Intentó matar al Rey!