—Estás maldiciendo de nuevo.
—Lo hice.
Rowan se inclinó y capturó sus labios con la misma boca que había usado para maldecir, pero a Zaya no le importó y correspondió el beso. Él había estado besándola muy a menudo ahora, en cada oportunidad que tenía, probablemente porque aquí, no había Zander u otros guerreros, que observaban cada uno de sus movimientos.
Y tal como él dijo, podía ser él mismo en su propio reino.
—No —dijo Zaya, empujándolo cuando él estaba a punto de llevar las cosas demasiado lejos.
Rowan gruñó, pero se detuvo.
—No voy a estar embarazada fuera del matrimonio. Pero no solo eso, su posición no estaba asegurada hasta que tuviera el título y se realizara la ceremonia. Ella confiaba en que Rowan no jugaría sucio con ella, pero también tenía que protegerse a sí misma, ya que no era solo en ella en quien tenía que pensar. Había quinientos usuarios de magia que dependían de ella en esta tierra extranjera.