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Los dos cambiaformas del oeste gritaban con todas sus fuerzas, luchando contra la sensación de picazón que les recorría la piel, pero cuanto más se rascaban, más picazón sentían hasta el punto de que sintieron que su cuerpo entero sufría la tortura.
Era completamente insoportable. Ninguna cantidad de rascar y arañar su propia piel podía aliviar el dolor, si acaso, solo empeoró.
A este ritmo, se rascarían hasta la muerte y esta era una de las muertes más dolorosas que alguien podría experimentar, sin mencionar lo vergonzoso que era rascarse todo el cuerpo hasta morir.
Sería una muerte lenta de verdad…
Mientras tanto, Zaya frunció el ceño al ver que la sangre empezaba a acumularse debajo de ellos, pero agradeció su habilidad de curación, empezarían a sanar antes de volverse a rascar, enjuagar y repetir.
—Se rascarán por toda la eternidad —Zaya inclinó la cabeza.
—Veamos cuánto pueden soportarlo —Amanecer respondió, los observaba sin sentir la menor culpa.