Después de aquella aterradora y oscura tarde en el sótano, donde el destino de Sandro fue sellado de manera irreversible, Amelia no había tenido descanso. La brutalidad de lo sucedido aún permanecía en su mente, pero no como un lastre de miedo o culpa, sino como un recordatorio de la posición en la que se encontraba. El poder que ahora tenía entre sus manos no solo era tangible, sino necesario para sobrevivir en un mundo que no permitía debilidades.
La mañana del martes había comenzado como cualquier otra, con el sonido de su teléfono recordándole los compromisos empresariales que ahora dominaban su vida. Sin embargo, algo había cambiado. Al verse en el espejo, notó que ya no era la misma Amelia vulnerable y temerosa que había sido tiempo atrás. Ahora, sus ojos reflejaban una nueva fuerza, una determinación que iba más allá de la simple supervivencia.
No se iba a dejar pisar por nadie. El intento de violación y asesinato del sábado le había empujado a no dejarse intimidar más. No quería volver a sentirse vulnerable y, por eso, daría una imagen decidida, aunque por dentro se estuviera muriendo de dudas y miedo.
Las reuniones del martes y miércoles transcurrieron sin mayor novedad, aunque en su interior, Amelia sabía que se acercaba una confrontación inevitable con Laura Martínez. Desde que había comenzado a trabajar en las empresas del grupo JX, Amelia había sentido la mirada penetrante de Laura, siempre dispuesta a socavarla, a demostrar que ella era superior. Antes, esos ataques sutiles la habrían hecho retroceder, pero ahora todo era diferente.
Gracias a Mei, Amelia había descubierto una serie de trampas contables que Laura había estado utilizando para mejorar su imagen dentro de la empresa. Trampas que, en manos de Amelia, podrían destruir la fachada de perfección que Laura se había construido. Amelia había planeado destapar todo aquello en la reunión del consejo de administración trimestral en septiembre, pero hasta entonces, debía soportar los intentos de Laura por humillarla y sabotear su trabajo.
El viernes había llegado, y con él, la reunión mensual de la junta directiva. Amelia estaba lista. Esta vez, no sería la mujer tímida que se dejaba intimidar por la presencia de Laura. Ahora era ella quien llevaría las riendas de la situación.
El elegante edificio de la empresa brillaba bajo el sol de la mañana, y dentro, la atmósfera era de total profesionalismo. El salón de reuniones estaba decorado con tonos sobrios y modernos, diseñado para inspirar autoridad y concentración. Los ejecutivos más importantes del grupo JX se encontraban allí, todos preparados para discutir los avances de las divisiones de la empresa.
Amelia había llegado unos minutos antes de la reunión. Vestía un traje sastre azul oscuro que resaltaba su figura tonificada, y su cabello castaño claro caía con elegancia sobre sus hombros. A diferencia de antes, no dudaba en tomar asiento en uno de los lugares destacados, asegurándose de que su presencia no pasara desapercibida.
Minutos después, Laura entró en la sala con su habitual seguridad. Su cabello negro caía perfectamente liso sobre su espalda, y llevaba un vestido de diseñador rojo intenso, que resaltaba su piel bronceada. Sus ojos azules se clavaron en Amelia con una mezcla de desdén y desdicha. No soportaba que Jason hubiera elegido a esa joven sobre ella, y mucho menos que Amelia comenzara a ganarse respeto dentro de la empresa.
La reunión comenzó, y cada directivo hizo sus respectivas exposiciones. Laura, aprovechando su turno, empezó a hablar de los logros de su división, destacando cómo había superado las expectativas a pesar de las dificultades del mercado. Hablaba con su típica seguridad, dirigiendo algunas miradas a los otros ejecutivos para asegurarse de que su narrativa calara en todos.
Sin embargo, su discurso cambió de tono cuando, en medio de su presentación, hizo un comentario cargado de veneno dirigido a Amelia:
—Y por supuesto, en estos momentos críticos, es importante que las personas con poca experiencia en nuestro equipo tomen nota y aprendan. Sabemos que el camino empresarial no es fácil, y a veces es mejor que ciertas responsabilidades recaigan en quienes tienen una comprensión más... madura —dijo Laura, sin mirar directamente a Amelia, pero dejando claro hacia quién iba dirigida su crítica.
La sala quedó en silencio por unos instantes. Algunos directivos miraron a Amelia, esperando ver si reaccionaría de la misma manera tímida y reservada que en ocasiones anteriores. Laura sonrió levemente, satisfecha con el golpe bajo que acababa de asestar.
Amelia, sin embargo, no parpadeó. Se tomó un momento, como si analizara cuidadosamente sus palabras antes de hablar. El aire a su alrededor pareció enfriarse cuando decidió responder.
—Es cierto, Laura, la experiencia es un factor clave —empezó Amelia, su voz era firme, pero calmada, lo que hizo que algunos en la sala levantaran la mirada, sorprendidos por su tono—. Por eso me aseguré de estudiar detenidamente algunos informes recientes de tu división. Lo que encontré fue bastante interesante.
La expresión de Laura cambió en un instante, sus ojos se volvieron duros, y un leve nerviosismo comenzó a asomarse detrás de su fachada de seguridad.
—¿De qué informes hablas, Amelia? —preguntó Laura, intentando mantener la compostura.
Amelia deslizó un informe sobre la mesa con total calma. Sin levantar la voz, pero con una autoridad que no había mostrado antes, dijo:
—Revisé los informes contables de los últimos meses, y parece que algunos contratos adjudicados por tu equipo carecen de la licitación adecuada. Esto me pareció extraño, así que hice algunas preguntas. —Amelia se giró hacia el resto de la sala—. Estoy segura de que este es un simple malentendido, pero pensé que todos deberían estar al tanto. He pedido a la auditoría interna que lo revise, y me han informado que el informe completo estará listo en septiembre.
El golpe fue devastador. Laura se quedó paralizada por unos instantes, incapaz de disimular el impacto que las palabras de Amelia habían causado. Los directivos comenzaron a intercambiar miradas, algunos claramente sorprendidos, otros interesados en saber más.
—Por supuesto, estoy segura de que tienes una explicación razonable para esto, Laura —dijo Amelia con una sonrisa que no llegaba a sus ojos—. ¿Quizás quieras adelantarnos algo antes de que la auditoría complete su investigación?
Laura intentó recuperar la compostura, pero estaba claro que había sido superada. Forzó una sonrisa, aunque sus ojos seguían fijos en Amelia con una mezcla de ira y frustración.
—Debe haber algún error —dijo Laura finalmente—. Estoy segura de que todo se aclarará.
—Estoy segura de que sí —respondió Amelia, cortante—. Y estaré encantada de discutirlo en la reunión del consejo en septiembre, cuando tengamos todos los datos.
El silencio en la sala era denso, casi opresivo. Los directivos presentes intercambiaban miradas de asombro y desconcierto. Nadie esperaba que Amelia respondiera de esa manera, menos aún que tomara el control de la situación con tanta seguridad. Laura, que hasta hacía poco había manejado las reuniones con total dominio, ahora parecía descolocada, una sombra de su habitual y confiada figura.
Amelia, viendo que tenía a todos los presentes atentos, decidió que era el momento adecuado para dar el golpe final, una bofetada que no solo dejaría a Laura en su lugar, sino que consolidaría su propia posición de poder.
—Por cierto —comenzó Amelia, su tono era suave, pero su mirada no dejaba lugar a dudas—, hace dos años estuviste al frente de "Energreen Solutions". ¿Cómo es posible que, bajo tu dirección, la empresa no lograra salir de números rojos? —Su voz sonó calmada, pero la precisión de sus palabras hizo que todos en la sala se tensaran. Amelia no necesitaba alzar la voz para hacerse oír, el veneno estaba en la sutileza de su pregunta—. A mí me ha llevado solo dos semanas revertir esa situación.
El golpe fue devastador. Amelia no había medido la fuerza de esa bofetada verbal, y quizás no había tenido la intención de hacer tanto daño, pero el comentario resonó con una brutalidad inesperada. Todos en la sala sabían que "Energreen Solutions" había sido una pesadilla financiera, una empresa que había pasado por las manos de cuatro ejecutivos, entre ellos Laura, antes de recaer en Amelia. La deuda de la empresa no había hecho más que aumentar con cada nuevo directivo, y aunque la culpa no recaía únicamente sobre los hombros de Laura, su paso por "Energreen Solutions" había sido especialmente desastroso. Para muchos, había sido una mancha en su historial, un fracaso que la perseguía silenciosamente.
Carlos Valverde, un hombre de unos 50 años, que había sido responsable de la empresa antes que Laura, fue el primero en intervenir. Era un ejecutivo veterano, con el cabello gris y una reputación de ser pragmático, pero en este caso, su orgullo estaba herido.
—"Energreen Solutions" nunca fue una empresa fácil de manejar, Amelia —dijo Carlos, su voz grave intentaba suavizar el golpe que acababa de recibir Laura—. Las condiciones del mercado eran muy
inestables en ese momento, y las circunstancias no favorecieron a ninguno de los que pasamos por ella. No puedes comparar dos semanas de tu gestión con los años de dificultades que enfrentamos.
Amelia lo miró con una expresión neutra, pero sus palabras fueron afiladas como una navaja.
—Es cierto, Carlos, las circunstancias no siempre son las más favorables —respondió—, pero las empresas no se sacan de la crisis esperando que el mercado mejore. Se toman decisiones estratégicas, se negocian contratos ventajosos. Y en mi caso, no fue suerte. Los dos contratos que firmé fueron fruto de una negociación sólida y una visión clara.
David Muñoz, otro directivo que también había pasado brevemente por "Energreen Solutions", decidió intervenir. Era más joven, pero su ambición y orgullo le hacían sentirse atacado.
—No es tan simple como firmar un par de contratos, Amelia —replicó David, su tono teñido de desdén—. El mercado en ese momento estaba cerrado para "Energreen Solutions". Tuvimos que lidiar con políticas energéticas cambiantes y regulaciones que no favorecían nuestro sector.
Amelia lo escuchó con paciencia, pero no dejó que sus palabras la sacaran de control.
—David, no estoy diciendo que los retos no existieran. Claro que lo hicieron —respondió ella—. Lo que estoy diciendo es que esos mismos retos siguen existiendo hoy, pero ahora tenemos dos contratos firmados, y la empresa ha dejado de perder dinero. Las regulaciones no han cambiado, pero la forma en que abordamos esas limitaciones, sí. Y ahí es donde se marca la diferencia.
Un murmullo recorrió la sala. Algunos de los directivos que no habían intervenido hasta ahora comenzaron a hablar entre ellos, admirando la forma en que Amelia había manejado la situación. Francisco Pérez, un ejecutivo de mediana edad con una reputación de ser pragmático y directo, se unió a la conversación.
—Lo que Amelia dice tiene mucho sentido. Ha demostrado que, incluso en circunstancias difíciles, es posible revertir una situación adversa si se toman las decisiones correctas. Dos contratos no son solo un golpe de suerte, son un golpe estratégico. Y en este caso, "Energreen Solutions" ha sido salvada de lo que parecía una condena inminente.
Las palabras de Francisco resonaron en la sala, y varios de los presentes asintieron en acuerdo. Era evidente que, aunque algunos intentaban justificar los fracasos anteriores, muchos comenzaban a reconocer que Amelia había logrado lo que otros no pudieron. Laura, que hasta ahora había mantenido una postura defensiva, sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.
—La situación de "Energreen Solutions" era mucho más compleja de lo que parece en los informes —insistió Laura, intentando desesperadamente salvar algo de su orgullo—. Es fácil señalar fallos desde fuera, pero manejar una empresa en esas condiciones no es sencillo.
Amelia se encogió de hombros con una elegancia despreocupada, como si las palabras de Laura no hubieran hecho más que confirmar su punto.
—Por supuesto, no es sencillo —admitió Amelia, asintiendo con una leve sonrisa—. Pero como bien dices, los resultados son lo que importan al final. Y si algo he aprendido desde que llegué aquí, es que en el mundo empresarial, no se trata de cuán difíciles sean las circunstancias, sino de cómo las enfrentas y superas. Al final, los números no mienten.
El silencio volvió a instalarse en la sala. Amelia había dejado claro su punto. Los números, como bien había dicho, eran innegables. "Energreen Solutions" estaba recuperándose, y Amelia había sido la responsable de ese cambio. La conversación no podía continuar sin que Laura saliera más perjudicada.
Laura sabía que no podía seguir defendiendo lo indefendible. Con una sonrisa tensa, decidió poner fin al intercambio.
—Estoy segura de que todos apreciamos tu esfuerzo en mejorar la situación de "Energreen Solutions" —dijo, tratando de mantener el control de su tono—. Es un logro importante para la empresa.
Pero el daño ya estaba hecho. Laura, aunque intentara disimular, sabía que había perdido terreno. Amelia, por su parte, había dado un golpe maestro, no solo demostrando su capacidad, sino dejando claro que ya no era alguien a quien se pudiera subestimar.
La reunión continuó con otros temas, pero el ambiente ya había cambiado. Los directivos, impresionados por la nueva Amelia, comenzaron a verla con otros ojos. Ya no era la joven insegura y tímida, sino una mujer capaz de enfrentarse a los desafíos más difíciles con una determinación fría y calculada.
Cuando la reunión terminó, Laura fue una de las primeras en salir. Su paso, que al principio del día había sido firme y lleno de confianza, ahora era más rápido, casi apurado, como si quisiera escapar del peso de la derrota que Amelia le había infligido.
Amelia, por el contrario, se quedó unos minutos más, recogiendo sus cosas con calma. Sabía que esto no era el final de la batalla con Laura, pero hoy había dejado claro que ya no era una víctima fácil. Y lo más importante, había mostrado a todos que estaba dispuesta a luchar por su lugar en el grupo JX, cueste lo que cueste.
Al salir del salón, sintió una satisfacción tranquila, una confianza que no había experimentado antes. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía en control de su destino.