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Evangelion: Aprendiendo a vivir.

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Synopsis

Chapter 1 - ¿Que significa este sentimiento?

Advertencias Preliminares:

1-. "Neon Genesis Evangelion" y todos sus personajes y caracteres NO ME PERTENECEN. Son propiedad de Gainax/Khara, o de quienes legalmente les representen y/o sucedan en el futuro. La publicación del presente fanfic se ha realizado sin ánimo de lucro y tal publicación no constituye de forma alguna reclamación de propiedad o de cualquier otro derecho sobre dicha producción. Esta es una obra de fans para fans publicada únicamente con el fin de contarles una historia que espero que les guste.

2-. Para que puedan entender mejor esta historia recomiendo encarecidamente que previamente lean "Ilusiones Rotas". Un fanfic del tipo one shot que escribí hace algún tiempo y que se encuentra publicado en esta página.

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Un alma acongojada estaba vagando sin rumbo por las calles de aquella ciudad. En una de sus manos cargaba el típico maletín escolar, en la otra llevaba un paraguas que nunca tuvo oportunidad de abrirse, al igual que el corazón de dicha alma, que en silencio seguía penando mientras deambulaba sin un rumbo aparente. Ello mientras la lluvia seguía cayendo sin cesar sobre aquella gris ciudad. ¿Cuánto tiempo llevaría ella vagando sin rumbo por las calles de la ciudad? No lo sabía. ¿Dónde se encontraba? Por lo que se veía estaba en algún punto del centro de dicha urbe. ¿Hacia dónde se dirigía ella? No lo sabía, y en realidad no solo no lo sabía, simplemente a esas alturas ya no le importaba.

Al levantar la mirada, la dueña de aquellos ojos rojos pudo vislumbrar por medio del reflejo de los paneles de vidrio que adornaban a un edificio estratégico de defensa, que el cielo gris estaba empezando a mutar hacia tonalidades más oscuras, y al ver un reloj digital que había en medio de una paleta publicitaria aquella chica comprendió que ya debería haberse puesto el sol y por ello se estaba haciendo de noche. Probablemente si retornaba a su hogar en los suburbios ya sería de noche, y últimamente la situación de los barrios ubicados en los suburbios se había puesto muy mala. Aunque eso último nunca antes le había importado mayormente y, en esta ocasión, le importaba todavía menos.

Tal vez, si llegaba a alguna estación de metro, aquella chica podría ir hasta la estación central de transferencias donde combinaban 2 de las líneas del ferrocarril metropolitano, además de la estación principal del sistema de ferrocarriles suburbanos y la línea del monorriel que la llevaría al geofrente. El problema era que ella nunca había andado en el centro, salvo un par de veces; y en ambas ocasiones lo había hecho piloteando su Eva para marchar rumbo a una batalla. pero desde el nivel del suelo todo se veía tan diferente. De hecho, todo para ella se veía ahora muy diferente.

Una hora después, y siendo ya totalmente de noche, Rei aun vagaba por el centro sin saber hacia dónde se dirigía. Se estaba empezando a sentir demasiado cansada y la gente ya estaba mirando con bastante extrañeza a aquella chica que deambulaba toda mojada, cual alma penitente, bajo la fría lluvia que no daba atisbo alguno de cesar. Exhausta, se sentó en un paradero de buses. A un lado de ella, y apoyados en una paleta publicitaria, una pareja de jóvenes se besaba y sonreían felices, sin que le preocuparan en lo mas mínimo lo que pudieran ver u opinar los demás.

Visiblemente incomodada ante aquella súbita escena que le remontaba a amargas reminiscencias no tan lejanas, Ayanami se levantó y volvió a deambular. Ya era de noche, tenía hambre, comenzaba a hacer mucho frío, y estaba cansada y mojada. 

Media cuadra mas adelante, una larga escalera mecánica descendía hacia el subsuelo, ella la tomo y descendió. Solo un minuto después había llegado hacia un inmenso hall abovedado. El aire era más cálido, ello producto de la respiración de miles de transeúntes que tornaba algo pesada aquella densa atmosfera artificial.

De forma casi automática Rei busco la tarjeta de NERV, que también le servía para viajar en el tren subterráneo. Una vez encontrada se acercó a uno de los múltiples torniquetes que le impedían avanzar y paso la tarjeta por el lector óptico. El cual, luego del ruido de un "Bip", permitió que la primera elegida pudiera pasar por el torniquete.

Otra escalera mecánica la hizo descender hacia otro hall donde se veían inmensos paneles donde se señalaban todas las líneas del metro que confluían en esa estación, las direcciones de los andenes y las frecuencias de los viajes, junto con varios otros paneles de publicidad dinámica y multimediatica.

Ante esto, Ayanami soltó el bolso y movió su cabeza buscando una dirección hacia donde ir, pero no había nada que la orientara. Y fue entonces cuando tuvo que reconocer lo que ya era evidente para ella.

Estaba perdida, sin saber hacia donde ir.

Los minutos pasaban y ninguno de los transeúntes que iban y venían parecían reparar mayormente en aquella chica de cabellera celeste quien estaba allí parada, silente, perdida sin saber que hacer, mientras las gentes pasaban absortas en sus propias preocupaciones provenientes de infinitas direcciones y dirigiéndose hacia infinitos rumbos, todo ello en un mar de sonidos producidos por los murmullos de las gentes, los anuncios de los altavoces, la publicidad multimediática de algunos paneles y el lejano ruido de los ferrocarriles del metro que llegaban y se marchaban, como todas aquellas gentes que pasaban a su lado indiferentes.

En un acto instintivo antes que racional, Rei volvió a tomar su bolso y se dirigió hacia el final de dicho hall, donde podían verse más escaleras que provenían desde sectores todavía más profundos, donde a su vez sonaban más cercanos los ruidos de las detenciones y partidas simultaneas de los trenes. Sobre su cabeza un inmenso panel digital que decía "No pasar. Solo salida".

Rei volvió la mirada al frente y vislumbro como de las antes vacías escaleras comenzaban a emerger verdaderas legiones humanas de variopintos personajes: Estudiantes, obreros, trabajadores, ejecutivos, dueñas de casa, ancianos, etc. Personas que pasaban por el lado de ella, pero que no la notaban, porque tenían demasiadas cosas en que pensar. Se hizo a un lado para que pudieran pasar, pero producto de ello nadie la vio.

O mejor dicho, casi nadie la vio. 

Casi al final de toda esa muchedumbre una joven mujer subía por las escaleras mecánicas, mientras pensaba en sus particulares problemas. Provenía ella de una jornada laboral extenuante y prolongada, ya que múltiples problemas se habían presentado intempestivamente en su trabajo y tuvo por ello que salir muchísimo más tarde de lo presupuestado. Aun así, todavía había serenidad y un cierto dejo de inocencia en su mirar distraído y levemente cansado. En eso andaba cuando reparo en aquella chica de cabellera azulosa que parecía estar perdida en la inmensidad de aquella estación.

Al salir de la escalera la joven se hizo a un lado y miro algo atónita por un par de segundos a aquella muchacha extraviada en medio de las muchedumbres, antes de que la reconociera por completo y la llamara tímidamente por su nombre.

-¿Rei?

La aludida, quien estaba de espaldas, volteo para mirar a aquella voz que la había llamado. Rápidamente reconoció a la dueña de aquella voz; Maya Ibuki, una joven operaria de NERV quien a pesar de ser ya toda una mujer aun todavía conservaba un cierto dejo de infantil inocencia en su rostro y en su mirar. 

-¿Estas perdida Rei?

La jovencita no respondió. Ante ello Maya intento una nueva pregunta.

-¿Necesitas ayuda?

Ella callo unos segundos, antes de que tímidamente susurrara una respuesta.

-Si.

-¿En que puedo ayudarte?-. Pregunto Maya mientras sonreía con naturalidad.

La primera elegida no respondió, no sabía que debía de responder. Nunca antes alguien le había ofrecido ayuda cuando había estado desamparada. ¿Quizás nunca antes necesito ayuda?, ¿O quizás, nunca nadie se la había ofrecido?

-¿Vas hacia el cuartel? ¿O a tu casa, pequeña Rei?

Ante esta pregunta, Ayanami reparo que todas estas horas había estado vagando sin un rumbo fijo o una dirección hacia donde ir. Simplemente iba hacia donde sus erráticos pasos la llevaban mientras desesperadamente ella intentaba olvidar. Pero mientras más se esforzaba en olvidar, más fuerte parecían asentarse los dolores que traían a su alma aquellos amargos recuerdos.

Ella bajo la cabeza, agachando la mirada llena de pena. Por su parte, Maya vio esto y se acercó hacia aquella muchachita quien encerraba dentro de sí un dolor que no podía liberar, pero que al tratar de retenerlo tan solo lograba hacerle mas daño. En un acto instintivo, Maya abrazó a aquella chica triste cubierta por el dolor y empapada aun por la fría lluvia.

Rei no reacciono ante este abrazo, pero tampoco lo rechazo. Ella temblaba mientras su respiración levemente se entrecortaba, parecía que quisiera llorar, pero era como si no pudiera hacerlo, como si hubiera algo que indicaba que no estaba bien el hacerlo.

-Si quieres llorar Rei, llora. Nunca es bueno guardarse el dolor, el hacerlo tan solo corroe y envenena el alma.

Y ante esto, la primera elegida abrazo a aquella joven, mientras esta lloraba por su desdicha.

Después de varios minutos, Maya se separó unos momentos para contemplar mas detenidamente a aquella chica de ojos rojos que ahora estaban todavía mas rojizos. Usualmente ella nunca parecía ser capaz de mostrar rasgo alguno de emocionalidad. Quizás, el tener que pilotear y responsabilizarse de una gigantesca arma de combate así como haber pasado por tantas peripecias de seguro debía darle cierta insensibilidad al dolor emocional, al igual que a los soldados.

Y de cierta forma, Rei había sido preparada para eso. Gracias a algunos informes que leído de casualidad en los archivos de MAGI, Maya se enteró que Rei había recibido entrenamiento como piloto desde la mas tierna infancia en las subterráneas dependencias del geofrente. Por eso Rei siempre tenía un comportamiento demasiado frio y serio, nunca tuvo tiempo para ser una niña, porque nunca se lo habían dado.

Pero al verla llorar, Maya pudo ver a una pequeña que lloraba como cualquier otra que llora por una pena del alma, ¿una pena de amor, quizás? Como varias veces había llorado Maya en su juventud.

Sabía Maya que debía de llevar a Rei a su casa, viendo el reloj digital de la pared supo que ya era muy tarde, de seguro ya era de noche. Sabía que Rei vivía en un conjunto de bloques de departamentos de los lejanos suburbios, bastante retirado del centro de la ciudad, además de no ser un sector muy tranquilo ni pacifico que digamos, por lo que dos señoritas adentrándose de manera solitaria y a tientas por allá en la noche no parecía ser una idea muy recomendable que digamos, era mejor evitar tentar a la suerte. Por último, Rei estaba toda empapada y, si seguía pasando mas tiempo en ese estado, de seguro podría coger algún resfriado o alguna enfermedad respiratoria todavía peor.

Y fue entonces, cuando a Maya se le ocurrió una idea que parecía demasiado arriesgada, pero que quizás podría resultar.

-¿Te gustaría venir a mi casa?

Con algo de perplejidad, Ayanami levanto su cabeza y su mirada para ver a aquella mujer que parecía mostrar interés genuino en sus problemas, no percibiendo malicia ni frialdad en su propuesta. Además, ella no quería volver a ese triste apartamento, que de seguro le harían recordar tristes acontecimientos.

Y entonces, ella permaneció callada. Otorgando como respuesta mecánica a aquella mujer que inocentemente sonreía, una tímida e inconsciente sonrisa.

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Después de salir de aquella estación del metro y de caminar unas pocas cuadras, ambas ingresaron a un edificio de apartamentos de las inmediaciones del centro de aquella ciudad fortaleza, el cual en realidad tan solo albergaba algunos comercios y a buena parte de los edificios estratégicos de defensa y ataque. Pero a diferencia de los grises y decadentes edificaciones en bloque de los suburbios este era un edificio si bien mas pequeño, pero mucho mejor mantenido y mejor cuidado, con un hall de entrada de paredes tapizadas con una muy buena imitación de mármol, donde caminaron hasta llegar a las puertas plateadas de un elevador, el cual abrió sus puertas con presionar un botón.

Pocos instantes después, ambas féminas estaban frente a un departamento numerado con el 706. Maya saco unas llaves de su cartera y abrió la puerta, mientras le sonreía a Rei.

-Se bienvenida a mi casa, pequeña Rei. 

-¿Bienvenida a casa?-. Pregunto en un tono susurrante la chica.

-Así es-. Le respondió Maya con una sonrisa.

Luego de entrar, Maya llevo directamente a su invitada al baño mientras Maya le prestaba un par de toallas.

-¿Para que es esto?-. Pregunto con un dejo de sorpresa Rei.

-Pues para que va a ser; para que te puedas bañar, secar y cambiar ropa.

-Pero no tengo mas ropas que estas.

-No te preocupes, te puedo prestar un buzo que tengo. Es algo viejo, pero esta bueno y de seguro te vendrá bien. Además, tomare tu ropa, la pondré en la secadora y en menos de una hora quedara seca y como nueva. ¿Te parece bien?

Maya espero que Rei dijera algo, pero en su lugar solo hubo silencio.

-¿Pasa algo?-. Pregunto preocupada Maya.

-¿Por qué he de bañarme?

-Eh… ¿No quieres bañarte?-. Preguntó con algo de perplejidad aquella mujer.

-Eh… Bueno, si no quieres bañarte no es necesario que lo hagas. Pero si debes cambiarte de ropa, no quiero que termines cogiendo un resfriado y tener que hacerme cargo de una piloto enferma, aparte del reto que me llegaría por parte de la doctora-. Comento sonriente Maya ante el largo mutismo de la interpelada.

Al ver a una Rei que aún no entendía bien del todo que era lo que pasaba, Maya no pareció comprender el porqué de esta reacción, hasta que se percató que estaba en frente a la puerta abierta del baño y que no le había entregado la ropa de cambio.

-Pero que tonta soy, no te he pasado el buzo y de seguro quieres privacidad, que tonta soy. Ahora vuelvo-. Y después de cerrar la puerta se escuchó a Maya decir. -Puedes dejar la ropa sobre el cesto que esta junto a la puerta, después yo la recogeré-.

Lentamente, Rei se despojó de sus vestiduras hasta quedar solo en ropa interior, para luego tomar una de las toallas y proceder a secarse por completo, sobre todo su cabellera azulosa, después de secársela, levanto su cabeza y poso su vista en un espejo que había delante suyo.

Ayanami era de esas personas que casi nunca se miraba en los espejos, ya que no le prestaba demasiada atención a su apariencia o aspecto físico. Pero además evitaba mirarse porque no le gustaba verse a sí misma, no le gustaba enfrentar a ese rostro vació, pétrea mascarada de un alma insulsa que era incapaz de sentir algo. Paradójicamente, ahora le hubiera gustado no volver a sentir nada, volver a aquella vida donde todo le era indiferente y nada le importaba, ni siquiera ella misma.

Porque desde hacía un tiempo a esta parte ella albergaba dentro de su ser un extraño sentimiento que no podía comprender y que pensaba que solo era una ilusión lejana que ella nunca llegaría a conocer. Pero que ahora sabía que estaba allí adentro y que afloraba cada vez que veía a aquel chico, sensación que se acrecentaba cuando sus miradas se topaban, o cuando el le hablaba. Era como si su sola presencia pudiera hacer desaparecer todo lo demás, aun si estuvieren ambos confundidos en medio de una marea de gentes. Una extraña sensación similar a como si flotara leve y graciosamente por los aires, como si el con su sola presencia pudiera hacer que el mundo se redujera a ella y a él.

Él. Un compañero de la clase en la escuela; el piloto del Eva 01; el hijo del Comandante Ikari. Un chico de carácter algo tímido y retraído, pero que sin embargo no la miraba ni con miedo ni con indiferencia como lo hacían todos los demás; un chico que alguna vez la había cuidado al punto de exponer su vida para salvarla de morir, despreciando su propia vida; un chico que una noche bajo la luz de la luna le sonrió y le había hecho sonreír.

Y en la mente de la chica peliazul dos escenas pasaron por su mente.

En una de ellas, Rei se veía abrazada junto a él, expresándole todo lo que sentía con un beso. El mismo beso que a ella le hubiera gustado que le brindaran a ella y que ahora recordaba como se lo estaba dando en su lugar a esa otra. Esa otra que le había arrebatado con un beso y con una pérfida sonrisa la razón secreta que impulsaba a esta chica a darle un sentido a cada día de su vida. La posibilidad de volver a verle, aunque solo fuera a lo lejos, no era mucho; pero para alguien como ella, eso era todo lo que le bastaba.

Ahora sin embargo, ella debía desterrar esos pensamientos inútiles e improductivos, desechar esos sueños estúpidos de que el pudiera siquiera fijarse en ella; si fuera así, él no andaría de la mano con ella, abrazándola y besándola. Quizás hasta le diría a esa chica esas palabras de vago e irracional significado que usualmente solían decir las parejas en estos trances:

"Te amo".

Palabras sonsas; palabras cursis, lejanas y carentes de todo sentido para ella, que usualmente los enamorados dicen. Son solo palabras, como tantas otras hay en el diccionario, como tantas otras que se pueden decir.

Y sin embargo, eran las palabras que más hubiera deseado oír de aquel chico.

Y, de haberlas escuchado, ella le hubiera respondido diciéndole también que lo amaba.

Rei se sobresaltó con esta última revelación, mientras retornaba a sí. Volvió a mirarse en aquel espejo mientras veía los surcos de tibias lagrimas corriendo por su cara. Otra vez estaba llorando, solo que ahora conocía mejor el porqué de este dolor tan amargo pero que tenía a su vez un extraño dejo de dulzura en el fondo.

-¿Amor?, ¿Es acaso esto… el amor?-. Se preguntó Rei en un tono apenas perceptible, mientras su mente llegaba a una conclusión.

"Esto es malo, me hace daño; pero no puedo dejarlo. No quiero el amor, si ello implica tener que sufrir."

-No lo quiero, no lo quiero…-. Susurraba reiterativamente mientras negaba con la cabeza y miraba hacia el piso.

Sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, Maya entreabrió la puerta, se había aburrido de golpear la puerta del baño sin obtener una respuesta, y asomo su brazo para pasarle el buzo, pero después de un rato sin que nadie lo tomara, ella entreabrió todavía más la puerta para poder entrar.

-Rei, te traje el…

La joven mujer calló, mientras se entristecía ante lo que estaba viendo, la primera niña estaba prácticamente de rodillas frente al lavamanos llorando mientras susurraba repetidamente aquella frase de "No lo quiero".

-Rei. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Qué es lo que tú no quieres?-. Preguntó preocupada esa mujer. Sin embargo, tal pregunta no encontró respuestas de esa chica. En su lugar seguía ensimismada profiriendo aquel lastimero mantra.

-No, no quiero tenerlo, no quiero tenerlo…

Esos lamentos que se estaban repitiendo incesantemente asustaron a Maya, pensando en lo peor, que quizás, ella pudiera estar embarazada y estuviera pensando en recurrir a "soluciones radicales" para así solucionar tamaño "problema". Ante ello, Maya abrazo a su pequeña huésped y le intentaba animar.

-¿Qué es lo que no quieres tener?. Quizás, yo pueda ayudarte… si tú me dejaras ayudarte…

-No quiero… no quiero… amarle.

-¿Por qué no quieres amar? ¿A quién no quieres amar?

-A él-. Fue la demorosa y lastimera respuesta de la chica.

-El de quien hablas… ¿Es un chico?

La aludida asintió con su cabeza como única señal.

Mentalmente Maya suspiro de alivio, Rei no estaba embarazada, eso era bueno. "Un momento, ¿Por qué demonios pensé en eso?", sería la recriminación mental que mas tarde se haría Maya". El problema de Rei era algo mas simple, pero no por ello menos significativo. Y Maya sabía muy bien lo que significaba eso.

-Dime Rei. ¿Tú lo amas?

-¿Ah?

-¿Tu amas a ese chico?

Rei demoro en responder, pero cada vez tenía menos dudas respecto de lo que sentía por ese chico cuando pensaba en él, esos sentimientos que la confundían al punto de marearla y de hacer que su corazón latiera un poco más rápido, que el gris de su vida ya no le pareciera tan gris y que la luz del sol fuera cada vez más cálida y brillante.

Ante la falta de palabras, Rei respondió sin embargo con un rostro que a pesar de la tristeza lograba transmitir algo de fulgor. Y Maya pudo reconocer esa cara, la cara de una chica enamorada.

Sonriendo con su habitual aire de inocencia, Maya acaricio suavemente la cabeza de la peliazul mientras le decía. –No hay duda pequeña, tu estas enamorada-.

"Enamorada". Una palabra que definía su estado de ánimo, la palabra que definía sus sentimientos hacia Shinji.

-¿Y él, te ama?

-No lo sé-. Fue la decaída respuesta de Rei.

-¿No lo sabes?

-No lo creo… nunca se lo he dicho. Además, no creo que él se pueda fijar en mi…

-Espera un momento. ¿Me estás diciendo que amas a un chico, pero que el aún no lo sabe?

-Si.

-¿Y porque crees que él no se pueda fijar en ti?.

La interpelada no supo que responder, agachando la mirada sin saber, pero alguien la tomo suavemente de su mentón y lentamente le hizo levantar la mirada mientras le sonreía.

-Mientras él no te diga que no te ama, tú no puedes rendirte.

-¿No puedo?

Lentamente, Maya hizo que Rei se mirara al espejo mientras le decía. –Quiero que te mires fijamente en este espejo, y que me digas porque crees que ese muchacho nunca se podría fijar en ti-.

Ella se miró, pero tan solo fue capaz contemplar un rostro pálido, con un fuerte dejo de tristeza y vació.

-Solo veo la imagen de mi rostro. ¿Qué más podría ver?

-¿Estas realmente segura de ello?

Una leve mueca de sorpresa asomo por las facciones de aquella niña, todo ello mientras Maya se ganaba detrás de ella y le hablaba. 

-Quiero que te mires muy bien, y dime si no ves frente a ti a una jovencita hermosa de lindas y finas facciones; de bonita figura, lindo y suave pelo azul que no cualquiera puede darse el lujo de presumir y, sobre todo, dueña de unos cautivantes ojos rojos que deberían ser capaces de impactar a cualquiera con su sola mirada.

-No… no logro entender a qué se refiere.

Para sus adentros Maya comenzó a exasperarse, sabía que Rei era una chica algo huraña, rayana quizás en lo extremadamente antisocial. Pero nunca pensó que lo de Rei fuera para tanto. Pero si se exasperaba lo único que lograría sería empeorar las cosas; por esa razón, ella se sereno, contó mentalmente hasta diez y por mientras aprovecho de ordenar mentalmente sus ideas.

-Lo que te quiero decir, es que tú eres bellísima. Y cualquier chico de seguro moriría por estar contigo. Si ese chico a quien tu secretamente quieres no está contigo es por una de dos razones: O porque es un completo idiota, o porque él aun no te conoce y por ende no sabe de lo que se está perdiendo.

Rei sabía que Shinji no era un idiota, por mas que le escuchara a su conviviente decírselo a menudo. Y el hecho de que él no la conociera empezaba a cobrar sentido. Después de todo, fuera de saber que era el piloto del Eva 01, el hijo del Comandante Ikari y uno de los compañeros de su clase, no conocía nada mas de ese chico. Y, probablemente, él tampoco la conocía muy bien.

-No creo que sea un idiota. Quizás, él no me conoce. En realidad, quizás yo tampoco lo conozca muy bien. Solo sé que, cuando lo veo, siento ganas de estar con él; aunque no sé porqué.

-Mi pequeña. Deberías saber que el corazón tiene razones que la razón no entiende. Y qué por eso, a veces debes escuchar y seguir a tu corazón, aun cuando la razón te diga que no debas hacerlo. 

-¿Y cómo podré saber cuándo es el momento de escuchar al corazón?

-No te preocupes por eso, cuando llegue ese momento tú lo sabrás. Pero ahora será mejor que te ayude a vestirte, y luego tomaremos una taza de chocolate caliente para pasar las penas. ¿Qué te parece?, ¿Te gusta?

-Si… me gustaría-. Le respondió una Ayanami todavía algo dubitativa quien, a pesar de todo, y por primera vez en largo tiempo empleó un tono que no era triste ni monocorde, sino que era un tono que, si bien era suave a la vez, era algo mas esperanzador, algo mas alegre. 

A Maya le gusto ese cambio de actitud de quien era conocida también con la denominación en clave de "primera elegida" y se alegró de verla así. Por su parte tímidamente, Rei comenzó también a esbozar una leve sonrisa, en parte por inercia, pero en parte también, por haber conocido a alguien con la cual podía comenzar a compartir esas cosas que normalmente nunca comentaba porque siempre le habían hecho creer que eran inútiles; pero que de un tiempo a esta parte también le importaban.

Sin darse cuenta, Rei había encontrado en Maya a una amiga en quien podía confiar.

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Continuará…

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¡Hola a todos!

Hace algún tiempo publiqué aquí un fic tipo one-shot titulado "Ilusiones Rotas". Y, a juzgar por los comentarios, es un fic que gusto mucho a los lectores, al punto de pedirme si lo podía continuar. Al principio estaba algo renuente a continuarlo. Básicamente porque mi intención era dejarlo como one shot y, además, porque carecía entonces de una eventual trama que permitiera justificar una continuación. Pero un día tras releer la historia y ensayar varias posibles ideas fue que finalmente llego esta historia que, finalmente, publico aquí para el disfrute de todos ustedes.

Como se ha vuelto constante en mis obras, esta historia está protagonizada por Rei Ayanami. Un personaje que protagoniza una extraña paradoja. Por un lado, porque ella es uno de los personajes protagónicos de Evangelion, al punto de ser fundamental en dicha obra. Y sin embargo tanto en los fics escritos en español, como en las historias que se han traducido en nuestro idioma, Rei ha sido un personaje poco abordado, a pesar de todos estos años transcurridos desde el estreno de Evangelion. Para peor, cuando se aborda es presentada como si fuera una entidad carente absolutamente de emocionalidad y capacidad de sentir. Ignoro porque muchos creen eso, pero la verdad es que yo nunca he creído en esa visión. Es más, pienso que ella si sentía algo por el tercer elegido, solo que nunca supo expresarlo.

Pero en esta historia no solo pretendo que Rei descubra y explore sus sentimientos, sino que también conozca más de la vida, a fin que esa chica de apariencia nihilista le tome el gusto a la vida.

La vida nunca ha sido fácil, mucho menos para alguien que solo ha sido espectadora de su propia vida. ¿Podrá Rei convertirse en la protagonista de su propia vida y aprender a vivir? Esta es la historia que pretendo contar, y que espero que me acompañen en su desarrollo.

Esperando sus opiniones y sugerencias, me despido por ahora.

¡Mucha suerte!

¡Y nos veremos pronto!