Que onda soy nuevo en esto así que no sé mucho sobre esto me pueden decir cualquier cosa en los comentarios, lo que me llevo a escribir esto es que yo no sabía lo que eran fanfic asta que me tope con un audio libro de yo en crepúsculo yo en pokemon y asi me parecio increíble sus indeas como desarrollaban la historia como era su personaje era facinante,este capitulo tendra algunas groserías los demas ya no soy mexicano y necesito groserías los nombre serán aleatorios y lo demás quien sabe ya veremos cómo se desarrolla me dicen si les gusta las groserias o el y así añado alos capítulos que salgan no se si cuide la caligrafía como en este capitulo ya que tengo muchas cosas que hacer
CAPÍTULO 1:Muerte
Tenemos que hacer algo ya, Pablo. No podemos esperar más —dijo Mario, apoyado contra la pared, su pierna temblando de nerviosismo.—Lo sé, Loco, lo sé. Pero tiene que ser algo grande, algo que realmente nos consiga el dinero que necesitamos para las medicinas —respondió Pablo, mirando con preocupación hacia la puerta del cuarto de su abuela.Juan estaba sentado en el sofá, con su computadora portátil abierta. Tecleaba rápidamente, sus ojos fijos en la pantalla.—He estado investigando y hay un banco en el centro que parece ser el blanco perfecto. Tiene poca seguridad y una gran cantidad de efectivo en la bóveda. Pero necesitamos un plan sólido y rápido. No podemos permitirnos fallar —dijo Juan, sin apartar la vista de la pantalla.Mario sonrió, su típica sonrisa atrevida.—Perfecto, Cerebro. Yo puedo manejar el coche. Sabes que nadie puede atraparme en la carretera.Pablo asintió lentamente. Sabía que era una locura, pero no veía otra opción.—Está bien, hagámoslo. Por la abuela.El día del robo amaneció nublado, con una ligera llovizna que apenas mojaba las calles. Pablo, Mario y Juan se encontraron en un viejo almacén abandonado donde habían preparado todo. Mario había conseguido un coche rápido, un deportivo negro que brillaba bajo la luz tenue del amanecer.—¿Todos listos? —preguntó Mario, metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero.—Listo como nunca —respondió Pablo, ajustándose la máscara en la cara.—Tengo el plan aquí. Entramos rápido, tomamos el dinero y salimos antes de que la policía tenga tiempo de reaccionar —dijo Juan, cerrando su computadora y guardándola en una mochila.Se subieron al coche y Mario pisó el acelerador. El motor rugió y salieron disparados hacia el banco. La adrenalina corría por sus venas mientras se acercaban a su destino.Llegaron al banco y salieron del coche rápidamente. Con las máscaras puestas, entraron al edificio y Mario, con su voz grave, gritó:—¡Esto es un maldito asalto, todos al suelo!La gente dentro del banco gritó y se tiraron al suelo, aterrorizados. Pablo corrió hacia las cajas registradoras, mientras Juan se dirigía a la bóveda con las herramientas que había preparado.—Rápido, Rápido, necesitamos todo el dinero que puedas llevar —dijo Juan, trabajando frenéticamente para abrir la bóveda.Pablo asintió y comenzó a llenar una gran bolsa con billetes. Su corazón latía con fuerza, pero trató de mantenerse concentrado. Sabía que cada segundo contaba.De repente, sonó una alarma. Uno de los empleados había logrado activar la alarma silenciosa y la policía estaba en camino.—¡Tenemos que salir de aquí, ya! —gritó Mario, mirando nerviosamente hacia la entrada.Juan finalmente abrió la bóveda y comenzó a llenar su propia bolsa. Pablo lo ayudó y luego corrieron hacia la salida. Mario ya estaba en el coche, el motor encendido y listo para arrancar.—¡Vamos, vamos, vamos! —gritó Mario, mientras Pablo y Juan saltaban al coche.Pisó el acelerador y salieron disparados del lugar justo cuando las sirenas de la policía se escuchaban a lo lejos. La persecución había comenzado.Mario conducía como un loco, zigzagueando entre el tráfico a toda velocidad. La policía los seguía de cerca, sus luces rojas y azules parpadeando en los espejos retrovisores. Pablo miraba hacia atrás, su corazón latiendo con fuerza.—¡Joder, están justo detrás de nosotros! —gritó, su voz llena de pánico.—Relájate, Rápido. Sé lo que estoy haciendo —respondió Mario con una sonrisa, girando bruscamente en una esquina y acelerando aún más.Juan, sentado en el asiento trasero, revisaba un mapa en su teléfono.—Sigue derecho y luego toma la próxima a la derecha. Nos llevará a un callejón que debería estar despejado —dijo, tratando de mantener la calma.Mario siguió las instrucciones, pero la policía no se daba por vencida. Los coches patrulleros los seguían, tratando de acorralarlos. El ruido de las sirenas era ensordecedor y las luces intermitentes creaban un caos de colores en la noche.—¡Mierda, están demasiado cerca! —gritó Pablo, su voz quebrándose por el miedo.—Cállate y deja que Loco haga su magia —respondió Mario, su rostro serio y concentrado.De repente, Juan vio algo en el mapa y su rostro se iluminó.—Hay un túnel más adelante. Si podemos llegar allí, podríamos perderlos en la oscuridad —dijo con urgencia.Mario asintió y aceleró aún más. El coche volaba por las calles, acercándose al túnel. Pero justo cuando pensaban que podrían lograrlo, un enorme camión apareció de la nada, bloqueando su camino.—¡Cuidado! —gritó Pablo, pero era demasiado tarde.Mario intentó esquivar el camión, pero el coche iba demasiado rápido. El impacto fue brutal, el sonido del metal chocando resonó por toda la calle. El coche se destrozó contra el camión, y los tres amigos no tuvieron tiempo de reaccionar.El choque fue fatal. Pablo, Mario y Juan murieron instantáneamente, sus cuerpos inertes en el coche destruido. La policía llegó al lugar unos segundos después, encontrando la escena del accidente.Un oficial, mirando la escena, murmuró:—Todo esto por amor a su abuela... Qué desperdicio.