Vester y Vanessa examinan un mapa desplegado sobre mi mesa del comedor. Nuestra piedra de silencio ha sido muy útil aquí, manteniendo todo en privado.
—¿Esta es la ciudad a la que fueron, verdad? —pregunta Vanessa, golpeando su dedo contra el pergamino grueso.
—Sí. No es tan grande como esta —Vester golpea en una ciudad a sesenta millas de distancia—, pero está un poco más lejos, para despistar a cualquiera que nos busque.
La sanadora asiente pensativamente. —Hay tres principales autopistas interestatales que salen de aquí, así que es una buena elección. Es probable que los otros hayan tomado esta autopista. Les agregará otra hora a su regreso, pero también debería despistar a cualquier perseguidor. Si enviamos algunos exploradores por este camino, podrían localizarlos.
—Eso pensaba también —concuerda su compañero—. Pero tendremos que enfatizar en el sigilo. Si hay grupos buscando sobrenaturales, podrían detectar su olor.
