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—El pánico me hace mirar alrededor de la habitación, como si solo estuvieran sentados en algún lugar. Es muy probable que alguien me haya quitado las joyas cuando me trajeron.
Mi mirada se posa en los distintos cables y tubos que me atan a la cama. Una delgada línea de suero se abre paso hasta la curva de mi codo, suministrando líquidos y medicación. Una bolsa de catéter cuelga del costado de la cama, liberándome de cualquier necesidad de ir al baño.
Todo está bien, hasta que necesito levantarme y buscar algo. —Hijo de puta.
Hay una mesa con ruedas para las comidas, pero solo tiene algunos papeles que parecen darme la bienvenida al hospital. ¿Alguien lee realmente esas cosas?
El pánico está a punto de estallar dentro de mi cabeza y desencadenar un ataque de ansiedad completo. Mis ojos van del velador al pequeño armario, pero no hay rastro alguno de mis joyas en ningún lugar.
Sigo intentando jugar con un anillo que ya no está en mi dedo, y me está volviendo loca.