—No lleves a todos.
—¿Qué?
—Cuanta más gente, más víctimas.
—Oh. Mierda. No había pensado en eso. —Mordiéndome el labio, miro a mi séquito. Las cejas de Vanessa se alzan mientras me observa, su aliento saliendo en bocanadas en el aire frígido.
—Son mis guardianes, pero no pueden salvarme de algo mágico.
—El pensativo zumbido de Selene vibra en mi cabeza.
—Marcus, tú y... —Escaneo los rostros, deteniéndome en un lobo de aspecto estoico. Creo que su nombre es Greg—. Tú. Quédate conmigo. El resto de ustedes, necesito que sean nuestra línea de vida.
—Vanessa frunce el ceño.
—Ava, ¿estás segura de esto?
—Asiento, tratando de proyectar más confianza de la que siento—. Puedo sentir la magia y las energías familiares, pero no hay garantía de que no me haya perdido algo. O a alguien.
—Los otros lobos se mueven incómodamente, como siempre lo hacen cuando hablo de magia. Todavía es un tema incómodo para muchos en la manada.