—Mierda —susurra Vanessa, con los ojos bien abiertos—. ¿Eso es?
Asiento, incapaz de evitar sonreír a pesar de la gravedad de la situación. Es la primera vez que ve la nueva forma de lobo de mi compañero. —Sí, ese es Lucas.
Vester observa la vista del enorme lobo dorado desparramado en el suelo de mi sala. —¿Cómo... cuándo sucedió esto?
—Hace un par de horas —digo, pasando mis dedos por el denso pelaje de Lucas. Él se apoya en mi toque, un bajo rugido de contento vibrando a través de su pecho—. La versión corta es que finalmente intentamos desbloquear sus recuerdos y... bueno, este fue el resultado. No estoy segura de por qué ahora se ve diferente. Quizás la Hermana Miriam sepa. ¿Selene? ¿Tú sabes?
Hmm, es su no respuesta.
Vanessa da un paso tentativo hacia adelante, claramente activándose sus instintos de sanadora. —¿Está bien? Quiero decir, ¿física y mentalmente?